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Columbus

Drama Jin se encuentra atrapado en Columbus, Indiana, donde su padre arquitecto está en coma. Allí conoce a Casey una joven de 19 años, bibliotecaria y muy apasionada a la arquitectura que quiere quedarse en la ciudad con su madre, una adicta que se está recuperando, en lugar de perseguir sus sueños. (FILMAFFINITY)
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
9 de marzo de 2019
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Columbus (Indiana) es una ciudad de menos de 50.000 habitantes, pero es mundialmente conocida por albergar un buen número de construcciones de estilo moderno. Ello se debe a que Joseph Irwin Miller, un industrial millonario, nacido allí, un enamorado de dicha arquitectura, llevó a su ciudad a los arquitectos más prestigiosos de esa expresión artística para que construyesen toda clase de edificaciones. Hoy Columbus, debido a lo anterior, se puede decir que es una ciudad museo.

Esta película comienza cuando un reconocido arquitecto coreano, de visita en la ciudad anteriormente mencionada para dar unas charlas, sufre un ictus cerebral y queda en coma. Su hijo Jin (John Cho), de unos 50 años, traductor, acude desde Seúl. Una vez allí se encuentra con su padre, entre ellos apenas había relación, sin saber cuánto tiempo permanecerá en dicha situación. Al poco tiempo de llegar conoce a la joven Casey (Haley Lu Richardson), de 19 años, quien trabaja en la biblioteca municipal y, si bien hace ya un año que se graduó, no se atreve a dar el paso de marcharse a una universidad donde poder desarrollar su vocación por no dejar sola a su madre que hace poco ha salido de una cura de dexintoxicación de la drogadicción. Ambos, con mucho tiempo libre, congenian y pasan bastantes horas charlando sobre la arquitectura local, de la que Casey es una gran entusiasta, y algo sobre ellos mismos.

Kogonada (este es un mote que le puso su familia siendo niño, él trata de mantener en secreto su verdadera identidad), nacido en Seúl, de pequeño emigró junto a sus padres a EEUU, es un video ensayista que ha basado su trabajo en grandes directores de cine como: Ozu, De Sica, Bresson, Hitchcock..., y debuta en el cine con esta obra (de escaso presupuesto y rodada tan solo en 18 días) que escribe, monta y dirige de manera admirable, aunque se le pueda achacar, únicamente, que quizá mantenga la cámara estática casi siempre; si bien, incluso con esta salvedad a su exquisita tarea, hay que reconocer que él mismo ha declarado estar influido al rodar esta cinta por el maestro Ozu, lo cual era una de sus características.

Opera prima que resulta ser una joya dentro de una sencillez aparente. Con delicadeza, sin incidir nunca en lo que narra, con la cadencia propia de un río, manso, que no para de fluir, Kogonada nos va mostrando el alma de dos seres que, al igual que la arquitectura y la naturaleza (Columbus se encuentra situada entre grandes parques y jardines) que les rodea, resultan cercanos en cuanto a gustos, motivos familiares y vitales que les hacen encontrarse en ese lugar y, al mismo tiempo, contrarios. Da gusto asistir como espectadores a la apacible influencia de los dos seres protagonistas entre sí, la cual les hará cambiar a llevar el camino que en realidad desean; y lateralmente, presenciar un amor intenso, juvenil, no correspondido; la no aconsejable vuelta atrás en otra atracción de juventud hace tiempo pasada... Movimientos propios, nunca en línea recta, sino zigzagueantes y, no obstante, siempre hacia adelante tal como pide la esencia del discurrir del ser.

En el aspecto técnico destacar la fotografía, sobre todo la nocturna, de Elisha Christian. Y en el artístico reseñar la excelente interpretación de Haley Lu Richardson, así como las notables de Parker Posey, Michelle Forbes y Rory Culkin en sus respectivos papeles no principales, pero ineludiblemente necesarios para la conjunción tan bien conseguida de esta obra.
Juan Ignacio
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8 de julio de 2020
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El debut de un excelente director que demuestra con asombro en su primer largometraje, maravillar a la audiencia sobre la belleza arquitectónica, logra con manera implacable crear un drama compuesto de humanidad, realismo y un romance con el arte arquitectónico. Con una perfecta simetría en cada montaje en escenas, Kogonada puede trasmitir sentimientos al espectador de manera visual sobre muchas obras de la arquitectura en Columbus, Indiana, una ciudad famosa por sus increíbles edificaciones arquitectónicas modernistas en Estados Unidos. A pesar del excelente estilo del director, la película es una obra con un ritmo lento y pasivo en su narrativa, mayormente interesante para aquellas personas que les gusta el cine de autor, el estilo artístico y para la gente interesada en la arquitectura; en un momento de la película Jin comenta que "Esto no es una película y nada va a suceder", sin embargo, aunque el ritmo de la película es pasivo y parece no suceder nada, después te das cuenta que sí, sucede mucho en la película, ya que se cuenta entre dos historias paralelas bien desarrolladas con tomas maravillosamente simétricas y con una excelente dirección de fotografía.

En la película también se encuentra unas actuaciones muy bien logradas, donde lo dos actores protagónicos personifican a dos aficionados por la arquitectura, personajes muy carismáticos e inteligentes que hace que al espectador le interese las conversaciones muy emocionales sobre su pasado y las charlas informativas sobre la arquitectura, con algunos arquitectos famosos mencionados como, Eliel y Eero Saarinens, Stewart Polshek, Alexander Girard, etc. Con una excelente actuación por John Cho interpretando a Jin, pero la que hace el mejor trabajo es Lu Richardson como Casey, con una actuación radiante, aveces divertida, muy expresiva y fascinante.
Angel Lucena
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3 de febrero de 2022
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"Yes, tell me about that. What moves you?"

Con "Columbus", Kogonada construye un espacio que es, a la vez, paraíso terrenal y prisión emocional. La reflexiva naturaleza de la película, tan propia de la sensibilidad oriental y, gracias a Dios, perfectamente integrada en una paisajística estadounidense, permite proponer una meditación acerca de aquello que nos aferra a nuestras propias costumbres y tradiciones, a aquello que tenemos romantizado o aquello que vemos como lo mejor para nosotros. Y es también una reflexión sobre la culpa, sobre por qué salir o por qué quedarse, sobre la naturaleza ingeniosa y perturbada de la psicología humana.

"Columbus" es, más allá de un regalo a la vista, un crisol de manifestaciones poéticas y de sensibilidad extraordinaria. Las dos finas columnas de humo que salen de dos cigarrillos como un reflejo magnífico del vaivén emocional de las relaciones, de cómo funcionan los lazos y su volatilidad. Ese interés tan marcado por la arquitectura, tan angular, cuadrada y perfecta, que parece servir de contrapunto para una historia cargada de complejidad emocional y profundidad. ¿Contraste? Tal vez no: comunión, suena mejor. Los edificios se manifiestan como motivo de reflexión, como espejo filosófico. La transparencia, la perfección, su papel con el mundo natural, lo que contiene y cómo se relaciona con ello. Lo emocional y racional, lo humano y arquitectónico, recrean un fantástico ecosistema en el que todo se nutre de todo.

"Columbus" puede sintetizarse, no sin cierto rastro de culpa, como una de las fusiones más bien llevadas entre occidente y oriente. Koreeda lo ha intentado, Joon-ho lo ha intentado. Hasta Kurosawa, a su manera, lo intentó en su momento con "Rhapsody in August". Kogonada parece haber entendido a la perfección la tarea mandada: impregnar de sensibilidad oriental los problemas estructurales de un occidente con más sombras que luces.
Innisfree
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16 de noviembre de 2022
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Se nota que Kogonada es un videoartista más que un director de cine. Sus encuadres, su ritmo, sus diálogos, todo al servicio de la belleza de la imagen. Quizás en el exceso de su virtud esté también su límite: hay veces que uno parece que está más delante de un libro de arquitectura que de una propuesta cinematográfica. Pero la emoción en el cine puede venir de mil maneras. Aquí Kogonada hace de la arquitectura un lugar de vida.
Antonio
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22 de diciembre de 2017
8 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las cualidades arquitectónicas de varios edificios de la ciudad americana de Columbus, sirven como hilo argumental para conocer los sentimientos e inquietudes vitales de la pareja protagonista en una de las películas más "indie" que podremos ver en los últimos años.

Una premisa que a priori puede parecer pedante y aburrida, y ciertamente así es en varios tramos donde las definiciones técnicas y las nimiedades emocionales se entremezclan con diálogos inteligentes y sinceros que son los que realmente nos hacen empatizar con unos personajes interpretados de manera solemne y realista.

Cine "gafapastil" que no cuenta una historia romántica, dramática ni cómica, solo cuenta una historia sencilla y cotidiana corriendo el riesgo de dejarnos indiferentes.

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Cine de Patio
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