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Nostalgia

Drama Andrei Gorchakov, un poeta ruso, recorre Italia en compañía de Eugenia con la intención de investigar la vida de un compositor del siglo XVI sobre el que está escribiendo. En su viaje se encontrarán con el apocalíptico Domenico. (FILMAFFINITY)
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
27 de abril de 2010
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Del cineasta A. Tarkovsky, relata sobre un escritor que viaja con una joven a Italia para seguir los pasos de un poeta ruso a quien le está dedicando un libro.
Este director, que a su vez era poeta, muestra en su filmografía una tendencia a abordar temas del ser y su existencia. Aquí, refiere a la fe en Dios, la necesidad de liberarse de los miedos, ser uno libre, y vivir. Esta es la idea que me dejó, en una obra densa, lenta, enigmática. Sobre esto último, parece que en cada imagen se dibujara un cuadro, sombrío, brumoso, con claroscuros. Aunque difícil, como todos creo lo reconocen, la veo una plausible propuesta.
nicson
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16 de noviembre de 2015
20 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo bueno de haber realizado una película tan mala como "Sacrificio" (1986) es que es muy fácil mejorar. En efecto, "Nostalgia" me ha parecido ligeramente "mejor" que la que sería la última película de Andrei Tarkovsky porque es menos artificiosa, la puesta en escena es más natural, tiene un trasfondo autobiográfico obvio y se discierne con cierta claridad los temas que aborda. Ahora bien, de ahí no pasa. El director ruso sigue divagando, no tanto como en la otra, pero sí lo hace sin verdadera coherencia, ni agudeza. Muchas imágenes, algunas de ellas bonitas, silencio abundante, ciertos discursos chillones e ida de olla colectiva. A este señor habría que haberle explicado que la maestría reside en hacer fácil lo difícil pero no al contrario.

Aunque para ser sinceros, mi crítica queda circunscrita a la primera hora de "Nostalgia", que es el tiempo que aguanté sin echar un sueño más por cansancio personal que por pesadez de la obra, que también. Como la he visto en italiano, subtitulada, empecé a cerrar los ojos y abrirlos cuando hablaban pero a los cinco minutos me quedé sopa. De ahí hasta que me desvelé, veo a la niña "¿Cómo te llamas?" ´"Ángela", una nueva cabezada hasta el desenlace con el loco en la estatua y el otro con la velita. La conclusión es que el cine de Tarkovsky es diferente al resto, pero su intento revolucionario acaba destruyendo al propio Arte. Si todo es arte, nada es arte. Si todo puede ser un símbolo-metáfora, entonces nada tiene una lectura alegórica.
Reaccionario
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1 de octubre de 2018
13 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Borges dijo que la poesía es la manifestación de un anhelo. Borges sabía latín (aunque modestamente decía haberlo olvidado), se machacó varias veces toda la literatura clásica, se sabía de memoria cantidades ingentes de texto. Decía que no soportaba El señor de los anillos porque era una obra para los amantes del senderismo: tantas descripciones de caminantes atravesando los bosques. ¡Qué hubiera dicho de Tarkovsky! Aprendió alemán a golpe de diccionario para leer el original de El mundo como voluntad y representación de Schopenhauer por su "cadencia y musicalidad del idioma germano". Del cine que vio antes de quedarse ciego prefería los westerns y las de gangsters: películas fluidas, entendibles y con unas fuerzas dramáticas bien definidas. Harold Bloom dijo que el argentino era el último exponente vivo de la literatura clásica. ¿Quién inventó la poesía? Los antiguos. Quien se haya machacado, por amor a las letras, la poesía clásica, madre de toda narrativa moderna (Ilíada, Odisea, Argonáuticas, Eneida, Farsalia, Beowulf, Nibelungos, Divina Comedia...) sabe que cuando una obra difusa, incomprensible, soporífera, se nos revela, es de todo menos poética. En la antigüedad el arte era absolutamente directo en su mensaje, nítido y elocuente. Sófocles o Eurípides nunca se permitieron un diálogo vago "que hiciera pensar el subconsciente". Quien hable de poética supongo que dominará el griego y el latín además de la poesía medieval. EN EL SIGLO XX, LO MÁS PARECIDO A LA POESÍA CLÁSICA ES STAR WARS. Copia el método de empezar por la mitad una historia bélica, como La Eneida (siglo 1 A.C.) a parte de beber de los principales libros religiosos y mitológicos de las principales civilizaciones. La dispersión de conceptos en las críticas favorables a las películas de Tarkovsky denota pretensión de entendimiento. Sólo hay consenso en la nota, no en las cualidades de la película. Una obra que no genera un sentido crítico definido ha perdido toda batalla por conquistar un espacio en el mundo de la narrativa. Un verdadero poeta entiende y ama los hexámetros griegos y latinos, los octosílabos italianos o los endecasílabos españoles. El arte necesita ritmo y tensión, además de la manifestación de una idea clara a través de unas fuerzas en conflicto entre sí. El concepto de poesía que nos vende El club de los poetas muertos no es poesía, es anti-poesía. En una escena el profesor anarco-liberal (Robin Williams) manda romper las indicaciones métricas en un libro de teoría poética. Hoy sabemos que genios como Horacio, Shakespeare y tantos otros en sus respectivas escuelas en sus respectivas culturas memorizaron todo tipo de técnicas y miren si les resultó rentable. Hoy hay escuelas de poesía gratuita (pagadas con dinero público) donde un profesor despeinado y guay alimenta las ganas de "expresar sin restricciones". El resultado es un saco de heces. La catedral de Burgos es belleza. El Guggenheim Bilbao es un hierro retorcido. Forma definida contra deformación deliberada.
Una idea expresada en símbolos difusos huele a pretensión de genialidad en tiempos que nadie estudia la poesía de los últimos 3000 años. Quien identifique a Bela Tarr, Tarkovsky, Jodorowsky, Pasolini o Egoyan con poesía, solo manifiesta un asco inconsciente a la belleza clásica. Hablando en plata, te sugestionas para excitarte con la gorda tatuada antes que trabajarte con pico y pala a la rubiaza.

Sólo la primera hora de metraje se salva porque la salva Domiziana Giordano. Bella y verdaderamente poética. En El espejo pasó algo parecido con Margarita Terekhova. Un rostro bello, una mirada perdida en la distancia, y el resto lo hace la música y la bruma. Pero querido Tarko, ¿qué tal si a la belleza le escribimos un guión?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Austeriano
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17 de octubre de 2012
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si has llegado hasta aquí, el nombre de Tarkovsky se habrá cruzado en tu camino de alguna manera, haciendo, aunque aún no hayas visto ninguna de sus películas, asomarte para curiosear sobre él y su cine. A esos (que en algún momento hemos sido todos) decirles que el cine para Tarkovsky era otra cosa a lo que estamos acostumbrados, no entraré a valorar si mejor o peor, porque al fin y al cabo, hablamos de una opinión subjetiva como lo son todas, pero como ya han dicho por ahí, comparar a Tarkovsky con Jackie Chan por ejemplo, es hablar de cosas que no tienen nada que ver. Quizás sea mejor tratarlo como un estilo/arte/cosa distinta, así no entraremos a valorar si una es lenta, o es tonta, o es infumable, según quien hable de que.

Dicho esto, hablar de Nostalgia se me antoja un tanto difícil por no saber muy bien como expresar lo que suponen sus dos horas para los sentidos. La cinta tiene ese ritmo paciente con los planos, que hacen de cada movimiento de cámara, pequeñas pinceladas de una obra de arte que puedes ver como se está pintando; trazos cargados de pulso e intensidad, mientras Tarkovsky juega a ser dios y hace que todo cobre una armonía indescriptible. La lluvia es Tarkovsky, y también la falta de ella; los colores se deshacen a través de los ojos y los animales escuchan mansos, el silencio en cada escena. El silencio en esta película dice casi más que cada palabra. Pero luego es un diálogo, un monólogo, y descubres que detrás sigue siendo (y no estando) Tarkovsky, esculpiendo su obra, esculpiéndose a si mismo con ella.

Nostalgia se convierte, no en la nostalgia del que ha puesto tierra de por medio por circustancias superiores a él, tampoco del que ha perdido su fe o su cordura. Al final, descubres que es la nostalgia del mundo, la nostalgia de un momento que nunca ha existido y seguramente nunca exista. Tarkovsky y cien veces más, Tarkovsky. Él sigue esculpiendo su obra cada vez que alguien se emociona con su arte.
Serch
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23 de enero de 2013
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reza en uno de los tantos cuadros existenciales que brotan de la nostalgia de Tarkovsky. Las paredes rústicas y las ventanas silvestres le sirven para mostrarnos una obra de arte maestra, acabada. Son las pinturas elegidas para el orden de su universo una vez que superó el caos de la gran explosión creativa. Las imágenes ruedan ralentizadas ante los ojos del iniciado, es como si estuviera presenciado una exposición pictórica del genio que ha capturado el mito y la magia, que tiene abiertas las puertas de la percepción de corrido, no como una graciosa inspiración callejera sino como un despertar místico inherente a su conciencia de vividor. Si cae un trillón de gotas de lluvia en un bache seco hace una charca y no un mundo de gotas aisladas. Si colocas una gota de agua sobre otra gota de agua en tu mano, no hacen dos gotas de agua separadas sino una más grande, afirma el general “loco” del pueblito montañés petrificado en vahos de aguas calientes, sulfurosas, santificadas por la fe del esclarecido. Las ruinas del castillo del general “loco” están rodeadas por los verdores de la campiña otoñal, colindando con un pueblo de callejas entregadas al amor de líquenes y musgos. Llueve, llueve, por todas las habitaciones de la morada invadida por los charcos y las botellas que tintinean proveyendo la última sinfonía acuática a los sobrevivientes –el general y su perro-, que están en un tris de abandonarla sin retorno. El general “loco”, no regresará a sus nublados óleos montañeses porque va a inmolarse por el agua que ensucia el hombre indiferente a la sencilla belleza de la creación, porque la humanidad se ha convertido en una efigie ajena a la naturaleza prístina. Magnífica arenga la del general “loco”, en un italiano eufónico, seguida por los activistas que protestan dispersos en los graderíos y en la plaza del capitolio romano, interpretando con sus cuerpos rígidos como estatuas la inacción humana ante su autodestrucción. El general “loco” representará la capacidad que tiene la humanidad para arrasar consigo misma, lo hace ardiendo desde lo alto de la escultura ecuestre del emperador, poeta estoico, Marco Aurelio, que esculpió Miguel Ángel.

Los versos de Tarkovsky nos rinden sin tapujos a la contemplación de los chispazos del pasado que inventan la música del agua del presente, que se impregna en toda la película, ya en vapor, ya en lluvia, ya estancada en una piscina, ya corriendo cristalina por el soleado remanso del ritual de los adioses. La habitación claro oscura del hotel, pintada con una soberbia monocromía y sobriedad minimalista, muestra una riqueza espiritual abombada, tumefacta, por sensual humedad. El máximo adorno de esa habitación que invita a poseerla, a hundirse en su cálido regazo, son el baño y las ventanas. El baño no tiene puerta para ser un cuadro romántico de luz blanca enmarcado dentro de la pintura grande que es la habitación que se refleja en el espejo. Las ventanas son visillos que se bambolean con el viento y dejan pasar una lánguida luz aunque vigorosa, lo justo para que el mortecino cuarto entre en pálido calor. Esta sobria habitación de alquiler contrasta vivamente con el cuartel colapsado del general “loco”, ahí sólo él y su perro pastor conocen las islas con techo entre un sinfín de charcos y botellas melodiosas. Nostalghia, de Andrei, no es el sentimentalismo absurdo del ser humano que desea perennemente la utilidad de lo que lo rodea para nunca calmar a su fantasma famélico, es la sobreabundancia que brota en las montañas tras la tempestad, es conectarse con la intemporalidad del hogar fundido al sol, a la luna, al bosque, al estanque y al silencio. “Los sentimientos no hablados son inolvidables...”.
Lovochancho
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