Mi primera boda

Se podría definir como una comedia romántica que si bien construye desde diferentes orígenes, respeta las tradiciones. Fundamentalmente las tradiciones de sus protagonistas, como Natalia Oreiro que en esencia viene de la TV vespertina y en cine aportó en obras como “Un argentino en Nueva York”, “Música en espera” o “Francia”, y Daniel Hendler, con orígenes de cine independiente y protagónicos en “Derecho de familia”, “El abrazo partido” o “Los Marziano”, dejando en salvaguarda la tradición de hacer películas de medio pelo a bodrio.

El elenco rebalsa de buenas figuras que hubieran lucido con un guionista inspirado (en lugar de Patricio Vega), como por ejemplo Imanol Arias, Sebastián De Caro, Pepe Soriano, Daniel Rabinovich y Marcos Mundstock. Aunque sí destacan Martín Piroyansky y Muriel Santa Ana, que de haber protagonizado sumarían un par de puntitos al film.

El cine argentino no es aburrido, no hace chistes obvios, lentos o cursis, pero esta película no te ayudará a demostrarlo. Será un generoso regular [**] después de todo, viene sin subtítulos.

Dado el nivel de la comedia argentina, sin duda, esta cinta no es su mejor ejemplo. Sin dejar de ser buena, pero tampoco siéndolo (ése es el gran dílema) la historia pasa sin pena ni gloria salvándose por momentos gracias, especialmente, a unos buenos actores principales -su machacado paso por el teatro es fruto que se observa claramente en Daniel Hendler- quienes, a pesar de todo, no son capaces de rellenar una falta de contenido perspicaz, de naturalidad ingenua que son sólo dos de los rasgos que suelen caracterizar a los grandes enredos argentinos. Con secundarios de lujo que no son bien aprovechados, lo mejor de la misma es su fotografía y la candor de una conversación entre un rabino y un cura cuya picaresca y sana malicia no son suficientes para cubrir todo el relato. Una cinta más que no logra recordarse mucho más allá de la salida del cine.

Me gustó la manera en que contaron esa historia tan típica, collage de muchas cosas que ya hemos visto en otras comedias románticas. Casi todos sobreactúan, pero cuadra. Tiene sus cosas buenas: las escenas del cura y el rabino, las explicaciones de psicología e ingeniería, clemente...
Lástima que tiene tantos clichès yankees. Eso arruina todo. No sé como es una boda argentina de hoy en día, pero seguramente así no es.

Después de haber visto una buena cinta como "Vino para Robar" - del mismo director - quise ver otra de sus realizaciones. Lamentablemente, los méritos de aquella (que es posterior) no los encontré en esta.
Es cierto que cuenta con algunos pocos diálogos y gags divertidos, pero la historia, el guión, el nivel de lenguaje, etc. son muy pobres, cuando no tontos o insubstanciales. Ni siquiera "makes sense" la prédica iconoclasta o post freudiana puesta en boca de ciertos personajes para parecer "modernos".
¡Como será, que ni siquiera Imanol Arias logra remontar el barrilete! En fin...
Resaltar otras virtudes - p.e. ciertas actuaciones - sería infructuoso, porque ni en el mejor de los casos consiguen hacer de este un film aceptable.
En síntesis: creo que es evidente que no la recomiendo.

Flojo el argumento, no da para mantener el hilo dramático de un largometraje. Te harta que un personaje se pare adelante de la cámara y te explique los qué´s. Flojo, esperaba mucho más. Pero bueno es costumbre ver comedias argentinas así. La diferencia de esta es la buena fotografía, y lo mejor los diálogos del rabino y el cura, que te hacían despertar del sueño y te arrancaban una risa.
Mejor es posible ARGENTINA, hay que cranear mejor las tramas, porque personajes tenemos. Material tenemos, falta dejarlo fluir con buenas tramas.