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El hombre que nunca estuvo

Drama. Cine negro Verano de 1949. Ed Crane (Billy Bob Thornton), un introvertido barbero de un pueblecito del norte de California, se siente insatisfecho de su rutinaria vida. Las infidelidades de su mujer (Frances McDormand) le brindan la oportunidad de ejercer un chantaje que podría ayudarle a cambiar su apática existencia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 127
Críticas ordenadas por utilidad
12 de mayo de 2010
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Papelazo de Billy Bob, que hace de guinda en una tarta espectacular. Empezando por el propio Ed, un personaje que se esconde detrás del humo de su cigarro (es Ducado Negro) y que cree manejar la situación, que al final acaba manejándolo a él. El guión es genial de principio a fin, con una historia sorprendente, original e incluso divertida. Los hermanos Coen demuestran una vez más que hacer algo nuevo puede ser barato y se pueden obtener mejores resultados.
Cruz
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10 de febrero de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película TRANQUILA por excelencia, que no aburrida. Esas caladas, esa imagen gris entre sombras, y esos largos silencios conseguian generar una tranquilidad que se podía cortar con cuchillo.

Muy buena.
Ruben
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2 de agosto de 2021
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Película independiente escrita, producida y dirigida por los hermanos Coen, cuenta la destacada fotografía de Roger Deakins que le valió una nominación a los premios Óscar. Originalmente la cinta se filmó en formato de 35 mm en color para luego ser convertida a blanco y negro. La mayoría de tomas se hizo con la cámara a la altura de la vista, lentes normales y una larga profundidad de campo. En comparación con las viejas películas de cine negro estadounidense, Deakins usó una amplia gama de grises e intentó crear poco contraste sin muchas sombras fuertes, utilizando menos cantidad de luces y de mayor tamaño. A pesar de estar ambientada en el pasado, utilizó tecnologías contemporáneas. El encargado de la música es Carter Burwell. El filme fue estrenado en el Festival de Cannes el 13 de mayo de 2001, logrando el premio al mejor director y fuerte candidata a La Palma de Oro. En octubre de ese mismo año, fue estrenada en Estados Unidos y en Inglaterra con elogios favorables de la crítica cinematográfica especializada.

El filme toma elementos clásicos de la edad de oro del cine negro de los años 40’s y 50’s, como el uso del blanco y negro que le da gran dimensión estética a la obra audiovisual. El recurso de la narrativa utilizando la voz en off es característico de aquella época.

La inclusión de la música clásica es un recurso que distingue a la película de otras del género Neo Noir, esencialmente sonatas para piano de Ludwig van Beethoven, intercaladas con siete nuevas composiciones de Carter Burwell. Además de Beethoven, la banda sonora incluyó una composición de Mozart, «Sull'aria... che soave zeffiretto».

Ayer, al subir la escalera,
vi a un hombre que no estaba allí!
Tampoco hoy lo volví a ver,
deseo verlo desaparecer!

Primeras líneas del poema «Antigonish» (1899) de William Hughes Mearns

En el cine negro los personajes no dan una lección: son más débiles de lo creen y son capaces de cometer los males más terribles sin que siquiera puedan sospecharlo. Su popularidad sustentada en una visión nihilista —pesimismo fatalista— de la realidad, que le confiere un estilo particular y bastante eficiente; películas que en ningún momento te llevan a pensar que habrá un final feliz. Con locaciones que tienen esa marcada atmósfera al vaho de la noche, callejones en sombras, relaciones donde el amor se constituye en un boleto seguro para el fracaso final. Un mundo lleno de fatalidad, la figura implacable del destino, vestido para la ocasión con ropas, de diseño perfecto —estilizado—, reducidas artísticamente a sus elementos más característicos y con adornos bordados por el miedo y la traición.

La construcción formal del cine negro está fuertemente ligada al expresionismo alemán de principios del siglo XX, que se extendió a todas las artes. Con su lenguaje elíptico y metafórico que describe escenas de iluminación tenebrosa en claroscuro, que exaltan la psicología de los personajes. Sombras que difuminan la frontera entre el bien y el mal, finales agridulces que nos presentan una sinopsis de una sociedad violenta, cínica y corrupta. Otro tópico importante, es la aparición de la femme fatale, la mujer en apariencia inofensiva, que puede amarte o matarte.

¿Cuántos seres habrá por el mundo, parecidos a Ed Crane?

El florecimiento de la industria del cine de Hollywood sumado a la emergencia provocada por el régimen nazi que obligó a muchos directores alemanes y europeos que formaban parte del movimiento expresionista, a exiliarse en Estados Unidos, llevando sus técnicas de iluminación que pretendían ilustrar el estado psicológico de los personajes y la novedosa propuesta de acercamiento a la puesta en escena, destacamos los casos de Fritz Lang, Robert Siodmak y Michael Curtiz.

La fuente primera de la línea argumental del cine negro la encontramos en la literatura, de la mano de escritores como Dashiell Hammett, James M. Cain y Raymond Chandler. También podemos citar otras posibles influencias del realismo poético francés de los años 30’s con su definida actitud romántica y fatalista de sus condenados héroes.
La Naranja Mecánica
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24 de abril de 2023
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El hombre que nunca estuvo allí. De hecho no estuvo en ningún sitio. Y tampoco los que lo rodeaban. Es el sino del mundo alienante de hoy. Te escondes tras el cigarrillo, tras el perfume, tras los braguetazos, tras la conversación vacía. Estás donde no quieres estar. Haces lo que no quieres hacer. Callas lo que no quieres callar.

Una historia coheniana. No siempre le funciona igual de bien. Pero en ésta todo está perfectamente lubricado. Personajes del universo Cohen, todos ellos patéticos, en el fondo tristes... pero a la vez graciosos, histriónicos más bien, desternillantes. La voz subjetiva del protagonista cohesiona todo el relato y le da profundidad, empaque, alma. La música, la fotografía, los textos, el ritmo... se hila desde el buen gusto, la confección del tejido orgánico.

El protagonista Ed anhela escapar de la vida que lleva. En realidad todos quieren escapar. Pero Ed es capaz de darse cuenta de la necesidad de dar salida a esa necesidad. Una necesidad que se convierte e un impulso irrefrenable, por eso es capaz de hacer lo que hace. Pero su vida lleva muchos años consumiéndose cual cigarrillo. Y lleva una inercia que hará difícil que discierna bien.

Es difícil encontrar películas con buenas poses actorales; o con un blanco y negro con la fuerza de ayer y la presencia del hoy; o con la intriga sosegada vista desde la mente de un ser gris; o con el reflejo de un mundo en decadencia contemplado desde un argumento inquietante y reposado.


Una de mis favoritas de los Coen, mejor que otras suyas más famosas, en mi opinión. Te deja poso de buen cine, de tiempo bien empleado. Seguramente no tan profunda como, involuntariamente, se arroga. Un 7,8.
Tombol
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26 de febrero de 2024
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Seis años después de esa obra maestra épica como es “Fargo”, los geniales Joel y Ethan Coen volvieron al thriller como forma de diseccionar la realidad familiar, sin piedad alguna hacia ella porque no la merece, en la no menos magistral “El hombre que nunca estuvo allí”. Con bastante menos (inexplicable) repercusión que “Fargo”, para mí tiene, como mínimo, la misma calidad que ésta. A lo que tenemos que adicionar en este film de 2001 una cuestión que lo hace sublime, una de las fotografías en blanco y negro más bellas de la historia del cine a cargo de Roger Deakins. La belleza formal de esta película tiene pocos precedentes y hace levitar al cinéfilo más exigente. Hay planos que, una vez vistos, permanecerán en la memoria de tu retina cinéfila para siempre. Otros, directamente, deberían estar colgados en un museo.

Pero si inconmensurable es un belleza formal, no se queda atrás su contenido, el retrato sobre un perdedor que se sabe perdedor y que, por tanto, juega las cartas que le da la vida con la osadía del que está tocando fondo y ya no puede descender más.

De una manera colosal, la cinta nos sumerge en el verano de 1949 para contarnos la historia de un callado e introvertido barbero (interpretado de manera antológica por Billy Bob Thorton) que trabaja para su cuñado, una máquina de disparar palabras estúpidas. Cuando vuelve a casa, el panorama no es más alentador, dado que su esposa (magistral Frances McDormand) tampoco calla ni lo respeta, además de tener una relación adúltera bastante evidente con su jefe (un tal James Gandolfini, ahí es nada). Entonces es cuando el barbero decide (ésta es la conexión con “Fargo”) escribir al jefe de su mujer para hacerse pasar por otra persona y chantajearlo con airear públicamente dicha infidelidad si no entrega diez mil dólares. Con ese dinero, va a invertir en la oferta con la que un charlatán lo ha embaucado para crear una cadena de lavanderías en seco.

Esa capacidad visual innata, reconocible e insuperable de los Coen se desparrama a lo largo de toda la cinta, acompasada por la música de su inseparable Carter Burwell, que se acompaña de algunas sonatas de Beethoven que la hija de un abogado vecino suyo siempre interpreta al piano y con la que el barbero entabla una extraña relación. La niña en concreto es una jovencísima Scarlett Johansson. Porque la nómina de actores y actrices secundarias de esta película toca el cielo cinéfilo, como todo en la misma, una de las películas más bellas que haya visto en toda mi vida y un homenaje de los Coen al cine negro norteamericano clásico.
Sergio Berbel
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