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Los 8 más odiados

Western. Intriga Pocos años después de la Guerra de Secesión, una diligencia avanza por el invernal paisaje de Wyoming. Los pasajeros, el cazarrecompensas John Ruth (Kurt Russell) y su fugitiva Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), intentan llegar al pueblo de Red Rock, donde Ruth entregará a Domergue a la justicia. Por el camino, se encuentran con dos desconocidos: el mayor Marquis Warren (Samuel L. Jackson), un antiguo soldado de la Unión convertido ... [+]
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Críticas 484
Críticas ordenadas por utilidad
8 de enero de 2017
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
He visto todas las películas que ha dirigido Quentin Tarantino y cuantas más hace menos me gusta este director. Su primera película me encantó (en un primer visionado) y la segunda me pareció muy lograda. 'Jackie Brown' es para mi con mucho la mejor y después de ésta su decadencia es total. La que nos ocupa ahora es mala desde el arranque, acompañada por la peor OST de Ennio Morricone en años (su Oscar es un premio de consolación por el sentimiento culpa de los académicos al no entregárselo con anterioridad por obras de mayor calado como 'La misión', 'Cinema Paradiso'...). Reconozco que Tarantino es un gran escritor de diálogos pero ello no impide que sus películas sean cada vez más aburridas pues si uno 'no consigue entrar' ¿en 'su universo'? está condenado a pasar las más de dos hora de metraje deseando que llegue el final del film. Tarantino se ríe del espectador y espera que éste le devuelva la sonrisa, pero lo que encuentra es una mueca de desgana preguntándole uno dónde se ha metido. Parece increíble que goce del prestigio que tiene pero es así, para bien o para mal, Tarantino es Tarantino y todo lo que hace es bueno, grande y excepcional según sus correlegionarios. Craso error pues Tarantino tuvo la suerte de nacer en una época donde no hay directores de nivel y su singularidad le hace sobresalir entre la mediocridad del resto. Si Tarantino hubiese ejercido su labor en la primera mitad del siglo veinte sería un director de segunda fila ante otros como Robert Siodmak, Fritz Lang, John Huston, Howard Hawks o John Ford. Si lo hiciese después se vería descolocado ante Stanley Kubrick, Steven Spielberg, Martin Scorsese, Francis Ford Coppola o Clint Eastwood; por no decir Don Siegel, Stanley Donen, o el siempre menospreciado Roger Corman, que con mucho menos han hecho bastante más. La salida de olla de Tarantino en 'Los odiosos ocho', unido a la recepción obtenida por un público sediento de cine pseudogore, augura que este director seguirá por ese camino en las películas que le queden por hacer. Una lástima, pues sus brillantes diálogos no vienen acompañados por una imágenes al mismo nivel lo que hace que sus películas se queden en un deleite para las orejas (con buenas canciones entre medias, quizá Tarantino debería haber elegido ser pichadiscos en un pub afterhours) pero un horror para los ojos.
John Boorman
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1 de enero de 2016
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como ya ha venido haciendo desde Bastardos sin gloria, Quentin Tarantino nuevamente recurre a una historia de época. Esta vez, ambientada en un Estados Unidos convulsionado tras el fin de la Guerra de Secesión y en donde bandidos, forajidos, cazarrecompenzas y un hombre de ley son las piezas que conforman este verdadero tablero de ajedrez.

En pocas palabras la trama es la siguiente: John Ruth (Kurt Russell) es un cazarrecompenzas quien lleva esposado consigo a Daisy Domergue (Jennifer Jason Leigh), una fugitiva de la ley, para cobrar su recompensa. Durante su viaje a Red Rock, se encontrará con dos hombres y a causa de una ventisca que se aproxima, buscaran refugio en una mercería en donde se encuentran enigmáticos huéspedes.

Para todos los incondicionales al director, Lo odiosos ocho les resultará buenísima. La formula Tarantino nuevamente en su máximo estado de pureza: diálogos que invitan a ser memorizados y ser considerados para el bronce (incluso por muy absurdos y extensos que pueden resultar), personajes enigmáticos que llaman a la intriga, una generosa porción de referencias a la "Imaginería Tarantino" (como por ejemplo la marca de cigarrillos Red Apple o los caramelos), el sadismo gore, sanguíneo y violento que suele "tomar prestado" del cine japonés de los los setenta, y el empleo magistral de un Mcguffin de lo más particular que recae en la intimidad de uno de los personajes.

En Los odiosos ocho nuevamente Tarantino recluta a sus amigotes: Samuel L. Jackson, Michael Madsen, James Parks y un genial Tim Roth. Al elenco se suma un Kurt Russell bien de cine B. Porque es, en definitiva, el Russell que empleó John Carpenter en La cosa. Está fuera de dudas: nieve, en cautiverio, paranoico. Y si queremos llegar más lejos con esta observación, Ennio Morricone también contribuye con la banda sonora.

Si podríamos catalogarla de un Western propiamente tal, me inclino a que sería demasiado arriesgado caer en ello. Básicamente por la excesiva parsimonia con la que se desarrolla: estructurada en capítulos y con un narrador omnisciente que pareciera tener un control remoto al momento de explicar uno que otro asunto, lo que entorpece y actúa en detrimento a la esencia Western: pocos diálogos, muchas balas. Aquí ocurre lo contrario. Y he aquí la naturaleza híbrida de la cinta: estética western, suspenso a modo de juego psicológico tipo Michael Haneke (específicamente el que logra con Funny games), sumado a un vanidoso guión lleno de violencia que busca destacar.

Y si bien no tiene la potencia del plomo de un Spagetti Western, la acción va latiendo y mancillándose a fuego lento para que, en el momento más inesperado, se desate una verdadera hecatombe de proporciones. ¡Bang, bang!

Los odiosos ocho es una buena película que debería ganar premios o al menos, que sin lugar a dudas se inmortalizará como una imperdible dentro de la filmografía de Tarantino; en parte por ser objetivamente mucho mejor que su antecesora. Y eso ya le juega a favor al momento de ser evaluada, y porque ese nivel de violencia proyectada en una sala de cine... ¡grito y plata!


Quedan ganas de volver a verla.

*extraída de Wambollywood.com
wambo
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16 de enero de 2016
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Querido espectador,

Espero que esta carta te encuentre en buen estado de salud y, a ser posible, en un lugar donde los 70mm se asocien a algo más que una simple distancia. Hoy te escribo, más que nada, para recordarte algo que tal vez haya podido escapar a tu atención. Y es que a lo mejor el bombardeo propagandístico detrás de ciertas películas, la pobre promoción de otras o, simplemente, la intoxicación de información que padecemos hoy en día, habrán hecho que te olvides de algo muy importante. Resulta que tu sala de cine (aquella a la que cada vez acudes con menos asiduidad pero con la que, de algún modo, sigues manteniendo cierto vínculo) probablemente esté de enhorabuena. Esto sí, no se sabe cuánto va a durar la alegría, seguramente no mucho, de modo que te sugiero que te des prisa. Fuera rodeos, pues: Resulta que tres años después de estrenar su último trabajo, Quentin Tarantino ha decidido volver. Sí, a pesar de las numerosas filtraciones que han marcado la gestación de su nuevo proyecto; a pesar de sus constantes amenazas de dejar la vida detrás de las cámaras. Hablando de... ¿cuántas dijo que haría? ¿Diez? ¿Y cuántas lleva ya? Pues técnicamente diez... solo que según el recuento oficial, ahora mismo acaba de llegar a las ocho.

¿Perdone? Pues eso, que como la primera se perdió para siempre (al menos en su total totalidad) y aquella otra que hizo a solas pero junto a Robert Rodriguez era más que nada una coña entre colegas, no valen. O sea, que restamos dos, y como no nos llevamos ninguna, nos quedamos con ocho. Ni una más, ni una menos. Y ya que estamos, ¿cómo se titula la dichosa peli? 'The Hateful Eight'. ¿En cristiano? 'Los odiosos ocho'. Por cierto, ¿te acuerdas de cuando no nos sentíamos obligados a traducir 'Reservoir Dogs', 'Pulp Fiction' o 'Kill Bill'? En fin, que en la era de las ingenierías, la informática y, sobre todo, el marketing, mandan los números. Y con el ocho nos quedamos. De los ocho odiosos que protagonizarán la acción de la historia; de ese odio que inglés puede abreviarse con la fórmula casi química ''H8'', y claro está, de ese octavo film en la carrera de uno de los mayores genios cinematográficos de nuestra época. Y como si de un genial guiño felliniano se tratara, un número 8 gigantesco nos presenta la que, como no podía ser de otra forma, se anuncia a sí misma (porque no hay mejor manera para hacerlo) como ''La octava película de Quentin Tarantino''. Elemental, mi querido espectador.

Una vez superado lo elementaloide de esta primera prueba de fuego para nuestra lógica, se nos plantea otro problema, esta vez de logística. Estamos a pocos años (digamos que entre ocho y diez) después del final oficial de la Guerra de Secesión, y a muchas millas de un pueblo llamado Red Rock, lugar de encuentro entre la justicia y el destino tanto para John Ruth como para Daisy Domergue. Cazador él; recompensa ella, les une una cadena metálica y la urgente necesidad de huir de una ventisca que les está pisando los talones. Los imponentes planos de apertura no mentían, se nos viene encima una de las más furiosas acometidas del General Invierno en el campo de batalla del glorioso estado de Wymonig. Por si no acabáramos de tomarnos en serio la situación, suenan de fondo, y al borde del mismísimo abismo del terror, las primeras notas de otra genial partitura de Ennio Morricone, reivindicado, por cierto, como el compositor más grande de todos los tiempos. Tanto dentro como fuera del séptimo arte. Ahí es nada. Palabra de Tarantino. Y que viva el -sagrado- derecho a exagerar; a pasarse de la ralla sin tener que pedir perdón por ello. Ese tipo de locuras que sólo les permitimos a los genios. Porque ya sabes, ellos lo valen.

El caso, recordemos, es que John y Daisy van abriéndose paso a través de la nieve... hasta que se topan con el Mayor Marquis Warren, héroe unionista muy lejos de retirarse del oficio / negocio de matar a gente, quien precede la llegada del sheriff (?) Chris Mannix, renegado confederado con ganas de dejar atrás su pasado, quien insiste en hacer una parada técnica en la Mercería de Minnie, donde resulta que aguardan Oswaldo Mobray, verdugo de insufribles modales británicos, Joe Gage, misterioso granjero, y cómo no, el General Sandy Smithers, distinguido comandante sureño lidiando con su propio y particular invierno. De momento, van siete... Y con Bob, el mozo mexicano encargado de velar porque el local no se venga abajo, van ocho. ¿O eran diez? No, perdón, que no nos llevamos ninguna. Seguro que son ocho. Lo que no está tan claro es que después de 'Django desencadenado' a Tarantino le haya dado por repetir con el western. Cierto, la época y el lugar en los que se desarrolla la acción invitan a darle la razón a la ficha técnica, pero la -calculadísima- evolución del relato nos obliga-a (o debería) hacernos pensar en otras opciones.

¿Y si lo que debiera estar diseñado por, pongamos, Charles Portis, lo estuviera en realidad por, también por ejemplo, Agatha Christie? ¿Y si el refugio fuera una trampa mortal? ¿Y si la tormenta estuviera dentro y no fuera? ¿Y si nadie resultara ser quien dice ser? ¿Y si lo que estás leyendo ahora mismo tuviera de carta lo que servidor tiene de periodista? ¿Me sigues? Y así, en una transición cualquiera entre capítulo y capítulo, te das cuenta, quizás, de que esto tiene mucho más de thriller detectivesco que de cualquier otra cosa. Pero, ¿cómo ha podido suceder? Pues de la misma manera en que este eterno enfant terrible ha cocinado siempre sus platos. A fuego lento... hasta llegar, en un abrir y cerrar de ojos, a la más sangrienta de las explosiones. Del punto de ebullición al estallido van milésimas de segundo. Como si se hubiera estado construyendo una excusa de lo más elaborada... sólo para mandarlo todo a tomar por saco. ¿Te acuerdas de aquella historia de clausura de 'Four Rooms' (que desde luego no se contabiliza entre una de los famosos ocho filmes). Pues lo mismo, pero de forma mucho más sofisticada.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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17 de enero de 2016
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las tres últimas películas de Tarantino dejan mucho que desear pese a haber en ellas mucho cine, pero en lo que antes era original con escenas violentas que nunca estaban fuera de lugar, ahora, esa mismas escenas resultan totalmente gratuitas y que no aportan nada. Ya se la típica frase que usan sus fans acerca de pedirle a Tarantino que no haga películas violentas es como pedirle a Metallica que baje el volumen, pero Metallica, aun con el volumen en lo más alto nunca hará ruido, sin embargo Tarantino, sobre todo en esta, su violencia es solo ruido innecesario. Porqué, ¿Era necesario ver con todo detalle como a uno de los ocho odiosos le reventaban la cabeza de un tiro? ¿Aporta algo?. Algunos dirán que eso mismo pasaba en Pulp Fiction en la escena del coche, pero aquella por lo inesperado y la naturalidad de la escena no molestaba.

Hay otras momentos que tampoco aportan nada a la historia, excepto por el hecho de ir eliminando personajes y el de ir alargando la película, ya que tres horas de película en una habitación, por mucho Tarantino que seas y muchos diálogos brillantes que escribas pues con algo hay que rellenar. Y vuelvo a preguntar, ¿Aporta algo a la película el flash-back de la mamada a Samuel L. Jackson? Por lo único que la escena puede ser destacable es como se va creando tensión en la mercería donde están resguardados a través del personaje de Demian Bichir tocando el piano a modo de ambientación y haciendo que la tensión vaya en aumento.

Del personaje de Demian Bichir, ¿era tan dificil conseguir un doblador mexicano y no a un español imitando el acento mexicano? A lo mejor me equivoco y su doblador era de ese pais pero oyéndole me daba la impresión que de un momento a otro se iba a poner a cantar una mala versión de La cucaracha.

A Tim Roth me pase más de media película esperando que apareciera, cuando ya llevaba más de media película ante mis ojos. Si, se que soy bastante ceporro, pero el parecido totalmente intencionado con Christoph Waltz hace que a mi me pareciera estar viendo a ese actor y no a Tim Roth. Todo en el es una imitación del Christoph Waltz de Django, que era a su vez una imitación del Christoph Waltz de Malditos bastardos.

De la película destaco los capítulos de la diligencia con sus tres personajes, el cazarrecompensas interpretado por Samuel L. Jackson, Kurt Russell (La horca) que es el mejor de todos y el supuesto nuevo sheriff de Red Rock (Walton Joggins). No incluyo al cochero ni tampoco a la causante de que la historia avance, la bandida Daisy Domergue (Jennifer Jason leigh) ya que lo único que hace es recibir golpes y sobreactuar y algunos planos que recuerdan a Centauros del desierto, Tarantino plagia-homenajea muy bien.

El principal problema es que pese a que las tres horas se pasan volando, aunque algunos capítulos están muy alargados (la película viene dividida por capítulos), no hay ninguna tensión en ese lugar donde están todos encerrados y donde supuestamente nadie es quien dice ser. La comparación con Diez negritos es una tontería ya que el único parecido es que un numero de gente están encerrados en un sitio. Y lo que hace que la película pierda todo el interés es el capítulo de Daisy Domergue tiene un secreto ya que me saca de la historia y la introducción de un narrador para explicar la razón de ese capítulo sobra, lo que pasa que como Tarantino quería salir de alguna manera y como la actuación no es lo suyo pues lo hace como narrador innecesario.
jesus
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24 de enero de 2016
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excesiva duración de una película (2h 45') para una historia que sólo en la última hora se hace interesante.
Toda la parte inicial de presentación de los personajes debería ser mucho más ágil, ya que cada 20 minutos me encontraba en el cine mirando la hora...
La parte final mejora -y mucho- el resto de la película y le da sentido, pero todo lo anterior era muy aburrido.
Por ejemplo, a los 45 minutos de película, la chica de la pareja que tenía al lado en el cine decidió irse del cine, dejando al otro allí...
milwakkee
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