Haz click aquí para copiar la URL

El odio es ciego

Drama. Cine negro Tras atracar una gasolinera, dos criminales, heridos en el tiroteo, son atendidos por el doctor Brooks, el único médico negro del hospital de la ciudad. Cuando uno de ellos muere, el otro acusa al médico de haberlo matado y provoca una revuelta racista para vengarse de él. (FILMAFFINITY)
<< 1 2 3 >>
Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
17 de marzo de 2007
14 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película realizada por Joseph L. Mankiewicz. Se basa en un guión original del realizador y de Lesser Samuels. Se rodó en los Fox Studios, con gran parte del equipo técnico de "Eva al desnudo" (1950). Fue nominada a un Oscar (guión). Producida por Daryl F. Zanuck, se estrenó el 16-VIII-1950 (EEUU).

La acción principal tiene lugar en el Hospital General de un Condado con capital en una ciudad media de EEUU, en 1949/50, a lo largo de unos pocos días. Los hermanos Ray (Richard Widmark) y John Biddle resultan heridos por la policía durante el atraco a una gasolinera y son trasladados al Hospital del Condado. Mientras el Dr. Luther Brooks (Sidney Potier) toma una muestra analítica de John, ésta fallece. Ray le acusa de asesinato.

La película desarrolla un relato dramático, que explora actitudes racistas y prejuicios étnicos de personas individuales, unidades familiares y grupos no organizados. La historia está explicada con la fluidez propia de Mankiewicz, con un buen ritmo narrativo y sin disgresiones. Los hechos están dotados de credibilidad y realismo. El guión incluye agresiones verbales (insultos ofensivos), gestos despectivos y actitudes de desaire y desprecio de diversos usuarios de los servicios del Hospital. A lo largo del metraje se producen en algunos de ellos cambios que marcan el avance del relato en varias direcciones simultáneas, la de quienes toman conciencia de que la verdad está por encima de cualquier prejuicio y la de quienes se aferran a éstos con obcecación, fanatismo, odio y reacciones que revelan problemas de equilibrio emocional y psicopatías. La individualización del problema, o su limitación a un número reducido de personas, se complementa acertadamente con la escena de una pelea multitudinaria entre afroamericanos y angloamericanos en el interior de una chatarrería, con numerosos heridos por traumatismos de diversa consideración, que son ingresados en el Hospital del Condado. El componente fundamental de la historia viene dado por las relaciones entre Brooks y Ray, que generan numerosos incidentes y culminan en una secuencia singular, que Zanuck mandó retocar por razones comerciales. Es destaclable la escena de la visita de Edie (Linda Darnell) al Dr. Wharton (Stephen McNally) con motivo de la cual entabla conversación y amistad con la cocinera afroamericana y la que explica la treta (ocurrente y divertida) que Edie emplea para desembarazarse del sordomudo George Biddle (Harry Bellaver).

La música, de Alfred Newman, incorpora un tema inicial y otro final de porte solemne y emotivo, entre los que intercala composiciones ligeras motivadas (emitidas por la radio), como la burlona "Adivina qué y adivina quién". Milton Krasner ofrece una narración visual, en B/N, excelente, de acertados contrastes, dibujo cuidado y movimientos de cámara suaves y precisos. Fue una de las primeras obras de Hollywood que abordó el racismo como problema social. En ella hizo su debú en cine Sidney Poitier (22 años).
Miquel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
3 de enero de 2013
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco más he de aportar a este film que ya no haya dicho anteriormente la crítica de “alfie”.

La crítica anterior es muy precisa, da la suficiente información técnica sobre la película para poder entender la dirección y la forma de la película, una historia que todavía no había dado comienzo en Hollywood, el negro siempre había sido visto como esclavo o como criado, por fin se cambia de forma y se le da al negro una visión muy humana, incluso superior al hombre blanco.

Mankiewicz no consigue una película redonda pero no podemos decir que es mala, un guión muy bueno pero no maestro y una dirección, a veces buena, a veces aceptable y otras casi mala.
Las escenas que tratan sobre el racismo son muy buenas, las escenas de intriga sobre la persecución o acción, son bastante flojas.

La película no consigue atrapar en cada momento pero si que consigue invitar al espectador a una profunda reflexión.
El racismo ha sido un tema muy tratado en el cine pero aún así sigue siendo un tema muy de actualidad pues aunque la gente de color ocupa grandes puestos, incluso de presidente, siguen siendo una sociedad apartada en algunos círculos sociales.

Además Mankiewicz retrata, sin quererlo a un psicópata social, muy bien definido en la crítica de “alfie”, presenta todas las características de este tipo de enfermedad, aquí aparece como un hombre violento pero este tipo de personas aparecen como simples hombres del día a día que hay desenmascarar, como aparecía en Eva al desnudo.

No es un film magistral pero se deja ver además de invitar a una profunda reflexión.
manuel
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
14 de septiembre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es sorprendente que para sus creadores el título sea "No hay salida" y que para sus distribuidores "Un rayo de luz". Eso dice mucho hasta que punto están dispuestos a manipular por un puñado de dólares.

Sorprendente es también la incursión de Mankiewicz en el cine negro, más con un tema tan candente y hasta entonces tabú en el cine como era el racismo. Justo un año después de que Elia Kazan lo tratase en "Pinky" y mucho antes de que se convirtiera casi en un subgénero en los años 60. Si bien su segunda película "Solo en la noche" ya lo era, no es un género en el que se le distinga. Aún con todo aquí consigue un resultado notable.
La interpretación de Widmark es prodigiosa, no lo es más porque repitió el mismo papel con igual fortuna en varios títulos memorables.
Sidney Poitier se estrena en el cine por la puerta grande. Compone un personaje icónico, que lo fue perfeccionando a lo largo de su carrera hasta convertirse en un actor fundamental del cine americano.
Linda Darnell nos dejaría su último papel destacado en cine, tras una década notable.
Como siempre en Mankiewicz, al talento de su escritura se le suma el de su puesta en escena. Saca lo mejor de sus actores y realiza algunas escenas con un alto grado de tensión. La mejor en el desguace, donde crea una prodigiosa escala de violencia que acaba en una reyerta multitudinaria.
A destacar también la escena muda en la que Linda Darnell se fuga de su cuñado sordomudo. Todo un ejemplo del arte de Mankiewicz, no hay nada como ser una gran escritor como para realizar una escena similar.
waldeker
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
14 de diciembre de 2016
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sidney Poitier debuta en la gran pantalla de la mano del maestro Mankiewicz en esta película de encargo que combina de manera acertada el thriller y el cine negro con el drama social y de denuncia. Con el tiempo, el actor se convertiría en un icono de la lucha por los derechos raciales gracias a papeles cortados con el mismo patrón. Ya sea como médico, docente o abogado, siempre desde profesiones liberales, Poitier encarnará al prototipo de joven negro de origen humilde que se hace a sí mismo y que desde su privilegiada posición y su honestidad desafía a toda una comunidad enferma de odio y de prejuicios.

En esta ocasión, Poitier da vida a Luther, un joven médico residente, novato también como él, que en su primera noche de guardia debe atender a dos hermanos heridos en un tiroteo durante el asalto a una gasolinera. Al no poder salvar la vida de uno de ellos, el otro le acusará de haberle asesinado deliberadamente, y por supuesto se negará a autorizar la autopsia del cadáver, clave para garantizar la inocencia del galeno que había diagnosticado que detrás de una herida superficial el paciente sufría una patología grave. Mankiewicz dirige esta película pocos meses antes de consagrarse definitivamente con “Eva al desnudo” y después de haber ganado el Oscar el año anterior con la soberbia “Carta a tres esposas”. El director demuestra su versatilidad y su soltura en la mezcla de géneros así como su habilidad en el trabajo con los actores. Richard Widmarck está perfecto en su papel de psicópata violento que amenaza con sus bravuconadas la integridad del protagonista. Otro tanto se puede decir de Linda Darnell que ya venía de trabajar con Mank en la citada “Carta a tres esposas”. No es de los trabajos más reconocidos de su director, pero sí merece mucho la pena.
Juan Solo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5 de junio de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con una estupenda, como es habitual, dirección del legendario Joseph L. Mankiewicz y un Sidney Poitier que prácticamente debutaba en la gran pantalla, se nos acerca a la dramática historia de un médico negro cuyo honor y valía se verán perpetradas por un delincuente que ve morir a su hermano mientras se estaba tratando de salvarlo, acusando de asesinato al médico por un odio radicado en el racismo.

Aunque el género del crimen sea el más relevante, no es otro que el drama el que inyecta toda la fuerza necesaria en sus personajes recreando uno de los tópicos del cine de Mankiewicz: la búsqueda de la verdad, hecho utilizado en películas como Eva al desnudo, del mismo año, o La huella (1972). Desde el planteamiento, el director siempre se cercena, de una manera más directa o más sutil, ubicar al espectador en ese concepto, dándole mucha más importancia que a los personajes, incluso presentándolo mucho antes que a estos. En este caso, nosotros somos conocedores de la verdad desde el inicio de la película, ya que el director sitúa al espectador como ente omnisciente, recreándose en escenas que refuercen esa idea y donde nosotros estamos colocados como si fuéramos voyeurs, transmitiendo dos sentimientos cruciales para afrontar el racismo: la injusticia y la impotencia.

Aunque en ocasiones el guión del mismo director en cooperación con Lesser Samuels sea especialmente bueno, falla en la extensión exhaustiva de los diálogos, y algunos monólogos, para simbolizar ese sentimiento efervescente de rabia que embriaga al personaje de Poitier, el cual antepone su profesión antes que cualquier otra cosa, funcionando también como carta de amor a todos los sanitarios que obvian los prejuicios y ponen su trabajo e incluso su caridad por encima de todo. No es nuevo decir la virtuosidad que tiene Mankiewicz para dominar el tiempo en sus películas, usando una narración lineal en la que se aprecian claras las evoluciones de todos sus personajes, hasta el más nimio, y moldeándolos para el gran clímax que supone el desenlace, que aprovecha para cerrar con un discurso humanista incrustado en los diálogos.

Es con las interpretaciones donde está mi mayor problema. Sidney Poitier (Dr. Luther Brooks), muy joven y a pesar de su limitación de registro, es convincente y eficaz, cargando con gran parte de la tensión del filme, y dejando la otra parte a un atacado Richard Widmark (Ray Biddle) que no equilibra la balanza del drama, resultando extremadamente torpe a la hora de expresarse físicamente y eufórico a la hora de plasmar sentimientos. La nula expresividad de Stephen McNally (Dr. Dan Wharton), personaje que debe apoyar la evolución del protagonista involucrándose plenamente con sus pensamientos, ayuda más bien poco, reduciéndose a un mero secundario sin alma ni presencia. La dualidad juiciosa que mantiene el personaje de Linda Darnell (Edie Biddle), la cual ofrece una buena interpretación, es interesante a priori, pero se desdibuja gradualmente hasta tal punto que ni Mankiewicz sabía qué hacer con el personaje ya.

Sobresale un uso de la iluminación inmaculado, muy expresivo e importante ya que secunda algunos diálogos clave para los personajes de la cinta. Resulta muy curioso el recurso que emplea para plasmar la ira vengativa de Ray Biddle partiendo la imagen en tres segmentos, arriba y abajo totalmente oscurecidos, y el del medio con una iluminación tenue pero suficiente para observar con más dramatismo las muecas furibundas del personaje, recreando también un sentimiento de claustrofobia por la eliminación drástica de espacio en la pantalla.

El mensaje obviamente queda bastante claro, incluso Mankiewicz se permite el lujo de reírse de los cuerpos policiales utilizando la ironía que le caracteriza (heredada de Ernst Lubitsch), incluso parodiando el clásico recurso usual en este tipo de cine de la llegada de la policía en un momento de violencia. En el desenlace, cuando Poitier y Widmark comparten plano, el director hace uso de planos cortos que siempre dejan al personaje de Poitier en una situación de poder metafórica, colocándolo o bien por delante del personaje de Widmark o bien haciendo su figura más grande mediante la profundidad de campo, dando a entender que el racismo, el odio, simbolizado por Widmark, siempre estará por debajo o por detrás de lo demás.

Es una película altamente recomendada, y bastante actual por desgracia sobretodo en EE.UU., donde aún sigue habiendo zonas abiertamente racistas, donde se congregan sujetos llenos de odio y que tan bien representa Mankiewicz con una fotografía sucia con mucho contraste de oscuro, apoyado por una banda sonora de Alfred Newman que pone compases furiosos con sonidos ruidosos, agresivos y toscos para enseñar el pueblo de Biddle.
Tiggy
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow