The Fall: El sueño de Alexandria

Para salvar la vida, Sahrazad narró mil y una historias al sultán. Formó con ellas un mosaico de muñecas rusas.

En ‘La caída’ Roy (un hombre en busca de la muerte) atrapa la atención de una pequeña de cinco años, Alexandria. El trueque es muy sencillo: un cuento a cambio de morfina.

Dice Borges de ‘Las mil y una noches’: “El libro es una serie de sueños, cuidadosamente soñados. Pese a su inagotable variedad, la obra no es caótica; la rigen simetrías que nos recuerdan las simetrías de un tapiz.”

La variedad en ‘La caída’ no está en los hilos narrativos, sino en la corriente infinita de escenarios. Es la magia de un viaje inacabable.

Como sus mil y una madrinas, el cuento de Tarsem es más oral que literario.

Antes que letra impresa, es palabra filmada.

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Alejandro Magno se pasea por la Villa de Adriano…

Empieza el film con imágenes que parecen salidas de un anuncio de vaqueros americanos.

Y me parecen curiosas, pero poco más.

La película avanza y la historia se desarrolla. El sufrimiento de los años 20 se contrapone a una historia con poso pulp (ese personaje enmascarado que parece el Zorro es buen reflejo de ello) filmada con un ojo puesto en el paisajismo no verbal de "Baraka".

Las imágenes me fascinan por su belleza, pero no entro en la historia...

Y ocurre.

Llega el último tercio y me meto en la historia.

Y comienzo a emocionarme con la película...

Me gustaría estar en un cuento donde la fantasía traspasase la pantalla para empaparme de sueños.
Me encantaría despertar en un relato donde la imágen me subyugase por si sola.
Me fascinaría poder entrar en un mundo donde la magia me hechizase con aplomo.
Me desharía por empatizar con una relación de amistad bella, pura y emotiva como pocas.

Por desgracia, en "The Fall" no hallo casi nada de eso, sólo la sencillez y simpleza de una fábula que, aunque sea narrada para una niña, no debería contener esos valores sólo porque esté dirigida a un personaje de temprana edad, ya que en ella no hay ni un ápice de originalidad, profundidad o interés que sobresalga por encima de un relato que sólo parece complementar esa relación que se tercia en la realidad.

Una relación, a ratos bonita, pero mayormente fría, porque sus intentonas de querer posponer un mundo mágico como premisa a un mayor entendimiento, son las que hacen que no llegues a entender porque hay tan poca interactuación, puesto que aunque uno manipule, y la otra sólo busque un regazo donde apartarse de su peculiar día a día, sólo obtenemos retazos de una relación de amistad que podría haber sido preciosa, pero nunca llega a culminar.

Para colmo, se desperdicia una fotografía bellísima y una banda sonora soberbia, que únicamente son un medio más para un realizador que parece exteriorizar sus virtudes en muy pocos momentos.
Y es que la secuencia de créditos, esa que nos hechiza irremediablemente y que, acto seguido, con una pericia monumental, da paso a una realidad más sosa, tan feísta como la que podríamos imaginar si nos topamos en un edificio como es el de un hospital, desprende un aplomo y un vigor tremendos. Luego llega la fantasía, tras habernos introducido en la acción, pero todo se pierde en un quiero y no puedo donde el cineasta indio se empeña en intentar implicar a sus protagónicos en un relato ficticio, cuando hubiese sido mucho mejor otorgarles roles desde el inicio y poder marcar paralelismos o metáforas mucho más fructíferas.
A parte de todo eso, "The Fall" compone un entretenimiento grácil, que se devora con sus más y sus menos (a destacar la pesadilla de Alexandria en cierto momento determinado del film, o un tramo final que, a ratos, es bastante bueno), y que, por desgracia, tras todo lo prometido, termina cayendo en el baúl de los recuerdos. Sí, ese donde todo se olvida y los cuentos quedan al capricho de una memoria resquebrajante y flácida.

Tarsem iba camino de convertirse en otro más de esos directores conocidos sólo por su estética. No en vano el provenir del mundo del videoclip ya hace pensar en planos cortos, historia mínima y efectismo al máximo. No lejos de ello andaba en su primera película "La celda", visualmente muy atractiva pero con un trasfondo absolutamente tópico y un dearrollo lineal, tramposo y vacío.
Por todo ello no cabe otro calificativo que el de sorpresa mayúscula para referirse a este, inexplicablemente inédito en nuestro país, film llamado "The fall".

En esta ocasión, lo que importa es la historia a contar; una historia con cierto regusto a Big Fish, pero mientras que el cuento burtoniano no era más que una hipérbole destinada a mostrar que la vida pede ser una aventura digna de vivir, esta se configura como un viaje iniciático, una historia de autoengaño que, aunque estructurada como una autojustificación para no salir de su pozo anímico, acaba por convertirse en un cuento de redención, de amistad y de autodescubrimiento, de entender que la vida de una persona es la cosa más valiosa de todas.

Todo ello contado sin renunciar a la poderosa concepción visual de la que hace gala el director indio, y que ya desde la primera escena nos sumerge en un mundo hipnótico, metafórico, que sugiere que vamos a veer una gran película. La lástima es que a veces Tarsem nos pretende mostrar tanto en cada fotograma, que se pierde cierto sentido del ritmo, dando una sensación de dispersión argumental que no beneficia al conjunto y que indica que un menor metraje hubiera sido quizás más adecuado.


Esta es pues una película altamente recomendable, por sus valores, por sus interpretaciones y por su puesta en escena, quizás se la pueda acusar de sentimentaloide, y que su desenlace final sea demasiado blandengue en relación a lo expuesto anteriormente; que su requiebro final sea un gesto de cara a la galería, y quizás sea verdad, pero si era un truco, le salió perfecto, porque lo que es a mi me engañó hasta las lágrimas, cosa que en general no es nada fácil provocar.

Lo mejor: Que la estética no esté reñida con un buen guión.
Lo peor: Que no se haya estrenado todavía.

Cuando la forma es la base de una película puede ocurrir lo que a mí, que la decepción avanza minuto tras minuto. Eso sucede porque la otra parte no funciona, es decir, la historia de un adulto que le explica un cuento a una niña no me sirve, ni por lo que cuenta ni por la relación que se establece entre el enfermo y la niña.
No me ha llegado. Quizás porque no he tenido el día, cosa que dudo, quizás porque es para espectadores más sensiblones, puede que sea previsible, creo que desde el principio ya se ve por donde van los tiros, el caso es que la profundidad de "The Fall: El sueño de Alexandria", para mí, es escasa.

Una fotografía espectacular, eso sí, pero nada más.