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Phoenix

Drama Nelly Lenz, una alemana judía superviviente de Auschwitz, regresa a su Berlín natal con la cara desfigurada y acompañada por su gran amiga Lene Winter, de la Agencia Judía. Nelly pide a un eminente cirujano que le reconstruya el rostro para que sea lo más parecida a como era antes. Recuperada de la operación empieza a buscar a su marido Johnny, un pianista. Pero el reencuentro no es lo que ella esperaba. (FILMAFFINITY)
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Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
13 de junio de 2015
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Otro de los films más interesantes de esta semana es esta película alemana con un evocador título que fue de lo mejor que se pudo ver en el pasado festival de San Sebastián, donde ganó el premio FIPRESCI de la crítica. El director Christian Petzold y la actriz Nina Hoss vuelven a trabajar juntos tras una larga filmografía en la que destaca "Yella" o "Bárbara" en esta historia sobre una cantante que tras estar en un campo de concentración, tiene la cara desfigurada y es operada para reconstruirle el rostro. Entonces busca a su esposo pianista, pero él no la reconoce. Aunque este hecho de que el marido no reconozca a su mujer puede no ser creíble, si uno se deja llevar está ante un excelente y oscuro melodrama que habla de la identidad y de la culpa en la Alemania postnazi. El film tiene como referente "Vértigo" de Hitchcock, la apasionante historia tiene fuerza, la realización es fría también y cuenta con estupendas interpretaciones de Nina Hoss y Ronald Zehrfeld. Este es uno de los mejores films alemanes del pasado año, ideal para los amantes del cine de autor más óptimo.

Valoración: 8
Lo mejor: la actuación de Nina Hoss, un final tan inesperado como sutil.
Lo peor: que su premisa no sea muy creíble.

http://josh-cine.blogspot.com.es/
Joe Diaz
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6 de junio de 2015
16 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
La premisa argumental es tan delirante, absurda, estúpida y completamente inverosímil (esa es la clave, "el como si fuera así", de eso se trata en la ficción, de lograr ese "engaño" o suspensión de la incredulidad con habilidad y honestidad).... que anula cualquier opción de crítica seria (posiblemente ese sea el truco del almendruco del malvado director alemán; hacer una película inmune al comentario, impermeable a las palabras ajenas, blindada, hermética, cerrada a cal y canto, calusurada).
Pero bueno... (es que no, ni con la más buena intención puede uno olvidar el quid, el punto de partida, el "todo esto es... " que ella misma reconoce en uno de los escasísimos momentos de lucidez que tiene la suerte de disfrutar entre tanta ceguera).
Pero..., vale va, si conseguimos ("impossible is nothing", ¿no era eso?, siempre he sido fanático de las frases profundas y motivadoras que nos hacen mejores), por lo que sea, seguir adelante con la ¿¡trama!?, pues sí, seguramente los más listos de la clase dirán (con toda la razón) que es una historia terrible de amor que sirve de metáfora (elemento retórico que no debería servir para justificar lo injustificable, especialmente si planteas la historia desde el realismo más naturalista) para hablar sobre la guerra y la posguerra nazi, con sus culpas (sí, entiendo la idea, el marido no acepta la realidad ya que es inasumible, de ahí su autoengaño, de acuerdo, pero eso hay que plasmarlo con criterio y sentido, todo no vale, con solo la intención y el punto de partida no es suficiente), sus olvidos ("nadie pregunta nada"), sus traumas, traiciones, delaciones y demás bajezas y supervivencias; con los judíos, una vez más, como víctimas propiciatorias.
Además, si te gustan el teatro y la interpretación, tendrás un ejercicio de gran imitación; de copias brillantes, identidades cambiantes, dobles personalidades y un sinfín de retorcidos retruécanos y muchos juegos de espejos.
Y la factura es elegante. Estéticamente está cuidada, es bella y delicada.
Pero es que...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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6 de junio de 2015
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cúal es el panorama con el que se encuentran los judíos en la Alemania devastada tras la guerra? Dos mujeres, como dos caras de una misma moneda, encarnan dos posiciones subjetivas tremendamente distintas de la judeidad en condiciones trágicas. Una, tributaria de la memoria de los muertos en los lager, no puede soportar el olvido y el silencio oprobiosos de los alemanes derrotados - y de los aliados.
Otra, superviviente del horror, desfigurada en lo más profundo de su identidad, espera encontrar en los otros, en su esposo, el amor suficiente para atreverse a escucharla. Ella sabe que no soportará, ni él ni los otros, la verdad desnuda. Sólo con un lentro trabajo de ensambladura de múltiples indicios espera que se abra camino en la mente de su esposo la escena de los campos de exterminio; cuando, por fín, el esposo descubre, como Edipo, el horror que se esconde detrás del muro de silencio y apariencias, es demasiado tarde para el amor. El ave fénix ya remonta el vuelo y se aleja dejándonos asombrados, avergonzados y es en el esposo en quien nace la vivencia de imaginar algo imposible : el sufrimento de la superviviente, con su número tatuado en el antebrazo. Hermosísima secuencia final llena de nostalgia y riqueza simbólica, en la que un lamento por el amor que se acaba demasiado pronto puede ser entendido como todo un aviso sobre cómo cuidar al amor, no sea que luego sea demasiado tarde.
jose antonio castillo
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17 de junio de 2015
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Christian Petzold regresa a la Alemania de posguerra para rastrear las cenizas que dejó el nazismo. De esta manera, la huella de "Bárbara" tiene en "Phoenix" su continuación, con una mujer que vuelve de un campo de concentración con el rostro desfigurado, y que lo hace obsesionada con encontrar a su marido. Ella es Nelly, única superviviente de la familia, que se somete ahora a una operación de reconstrucción facial anhelando ser la que fue y ser reconocida por un Johnny al que todavía ama. Le espera un Berlín en ruinas y un pasado desconocido que puede convertirse para ella en una nueva muerte o en una resurrección.

Viendo "Phoenix" uno tiene la impresión de que Hitchcock trae de nuevo a Madeleine de entre los muertos de "Vértigo". El empeño de Johnny por reproducir el pasado y a su esposa va parejo al deseo de Nelly por revivir un tiempo de triunfo del amor, pero más bien estamos ante el duelo entre la representación y la realidad... y la vida tiene todas las de ganar. El progresivo acercamiento de ambos y el descubrimiento de la realidad del otro no tiene vuelta atrás, lo mismo que el regreso de esos judíos marcados por la tragedia y que simboliza Lene, la amiga de Nelly. Es inevitable que la pesadilla de mentira, traición e inhumanidad no agoste cualquier intento de reparación, que la verdad no termine saliendo a la luz y sea descubierta de la manera más cruel. Antológico es el desenlace, en ese sentido, que no necesita palabras porque se ha ido cociendo a fuego lento y se trasluce en el silencio de los personajes.

Son precisamente el silencio que Petzold impone al dúo protagonista y la extraordinaria interpretación de Nina Hoss los elementos que dotan a la cinta de un espíritu de desengaño y de un alma mortuoria. Entre ellos las miradas dicen más que las palabras, y la atmósfera conseguida se mueve entre el realismo más crudo y la fantasía más irreal. Frialdad, desconfianza, distancia, amargura, tragedia son sentimientos que aletean en un ambiente enrarecido en donde el pasado es demasiado plomizo. La sobriedad narrativa y la contención expresiva ahondan en ese tono nada complaciente con el que el director pide al espectador que se meta en el alma muerta de esa mujer que regresa del infierno, que intente atisbar algún rastro de esperanza a esa relación marchita, que llene esos silencios y secretos que esconden deslealtad y falsedad.

Por otro lado, el rostro de Nelly comienza oculto por las vendas de la masacre para terminar quitándose ella misma otras más dolorosas e interiores. Ha sido un viaje de descubrimiento de sí misma que va más allá de los rasgos faciales. Ha sido un encuentro con la verdad que tenía en el antebrazo y que había sido escrito por quien menos sospechaba. La distancia y dureza de la cinta son evidentes, lo mismo que la austeridad de su estilo y la ausencia de concesiones. También lo es la precisión narrativa y la cuidada planificación, el tono intimista y el esfuerzo por darnos una historia de amor curiosa e incierta. En definitiva, una vez más asistimos al duelo entre la verdad y la simulación, entre la realidad y la representación, y en ese cruce de identidades y de ambigüedad se masca la pesadilla de todo un pueblo y de una mujer.
La mirada de Ulises
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28 de julio de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si en la historia reciente Alemania es un claro ejemplo de renacimiento de sus propias cenizas, esta película trata de mirar con más detalle y no extrapolar conclusiones sociológicas a nivel individual.

En realidad, la auténtica ave fénix son los mitos: ya que la filosofía y la ciencia sólo pueden explicar aspectos parciales de la realidad, son ellos los únicos capaces de darnos la ilusión de que comprendemos algo de lo que sucede, bajo la forma de unas pocas narraciones que renacen sin cesar. Esta película hace revivir mitos clásicos (Orfeo y Eurídice, que en esta ocasión intercambian sus papeles, y añaden un tercer vértice a su relación) o cinéfilos (Vértigo, claro, pero con neones rojos), para hablar de la culpa de los alemanes en relación con el Holocausto.

La primera parte de la película se centra en los supervivientes judíos, a los que se ofrece un estrecho marco de elección: o perdonar a sus verdugos y tratar de rehacer de un modo u otro su vida anterior en Alemania, o emigrar a Palestina (donde, como ahora sabemos, surgirán otros problemas). La protagonista, Nelly (una admirable Nina Hoss), parece salida en esta primera parte de Ojos sin rostro, la película de Georges Franju. Los personajes que la rodean, Lene, su amiga y rescatadora, y la criada de esta, se igualan casi con los nazis en su voluntad de control; y lo mismo podría decirse del soldado americano que aparece en el prólogo.

La segunda parte de Phoenix se inicia cuando Nelly dirige sus pasos a un local llamado Phoenix en la parte de Berlín controlada por los americanos; un salto de eje subraya la cesura, su entrada en el averno tratando de resucitar el pasado.

Quizá la película nada entre dos aguas, en su mezcla de experimento de laboratorio y aireación realista, entre la severidad de la vanguardia (apreciable en la austeridad de las imágenes y el control de los tiempos) y la aspiración a una forma de narración clásica. Más allá de esta ambigüedad, Phoenix es, en esencia, un bello ejercicio de teatro filmado (a quien lea esto como una crítica, le recomendaría volver al artículo de André Bazin Teatro y cine); muestra el proceso de transformación y reconocimiento de Nelly con paciencia y frialdad minimalista, como si el director siguiera la orden de la canción de Kurt Weill, Speak Low; dejando que la emoción vaya aflorando lentamente sin manipularla, hasta desembocar en un final perfecto, en el que la música se revela como mediadora infalible de la memoria.

Reseña publicada en: navegandohaciamoonfleet.wordpress.com
el pastor de la polvorosa
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