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Horizontes de grandeza

Western. Romance James McKay (Peck), un capitán de navío retirado, viaja desde el Este a las vastas llanuras de Texas para casarse con Pat Terrill (Baker), la hija de un rico ganadero. El choque entre McKay, hombre pacífico, culto y educado, y los violentos y toscos rancheros es inevitable. No sólo tendrá que enfrentarse con el capataz Steve Leech (Heston), sino que incluso su novia se sentirá decepcionada por su comportamiento. Mientras tanto, el padre ... [+]
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Críticas 86
Críticas ordenadas por utilidad
25 de diciembre de 2023
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Horizontes de grandeza es uno de los mejores westerns de la historia del cine. Todo en ella es perfecto, desde el guion, la dirección, los actores, pasando por la banda sonora y la fotografía.

El conflicto entre el salvaje oeste y el civilizado este queda retratado perfectamente en una historia similar a la que el propio Gregory Peck protagonizó años atrás en Duelo al sol pero en aquella ocasión en el papel de villano.

Frente a la ley del más fuerte que impera en el salvaje Oeste, donde tienes que hacerte respetar en base a unos códigos obsoletos sobre el honor y el respeto, aparece la civilización en la persona de Peck, quien pronto comprenderá que su encaje en ese mundo de hipocresía e intereses egoístas no resultará tan fácil. Frente a la tensión por la rivalidad entre dos poderosos ganaderos, Peck tratará de mediar para que impere el sentido común y evitar un baño de sangre. Mientras tanto tres hombres se disputan el amor de dos bellas mujeres.

Posee momentos emocionantes realzados por la recordada banda sonora y la espléndida fotografía, como el duelo a pistola del final o la escena en la que Heston acompaña a Bickford seguido de sus hombres.
Harold Angel
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22 de mayo de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Uno de los Western más espectáculares de los años 1950-60. La película trata de una disputa por los derechos de propiedad de una fuente de agua entre los Terills y los Hanneseys. El académico Peck se enfrenta al rudo Heston en una lucha mortal.

Una cinta realizada brillantemente, con unos actores en estado de gracia que dan lo mejor de si mismos. Inolvidable la melodía, convertida ya en clásica, de Jerome Morriss. Gran Película
Juan Marey
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19 de noviembre de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película muy buena por la constante lucha del hombre de ciudad contra el campesino y viceversa. Un pueblo que no acepta la educación del joven de ciudad y más aún cuando éste viene a birlarle la posible novia al capataz del rancho!!
Excelente la actuación de Gregory Peck haciendo de citadino pero que bien se pone en "gastos" para recuperar el honor perdido, hasta que su novia se percata de ello y lo comprende. Muy buena las escenas del caballo domado y la pelea con el rival de turno. Hay que ser machos carajo!!
Sigfrido2
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9 de julio de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si tuviera que quedarme con algo de esta película sería la banda sonora (se puede oír como los tambores compiten con el galope de los caballos) y con Peck, que encarna un personaje flemático, independiente, seguro de sí mismo, hombre de mundo. Respecto a este, cabría preguntarnos si el guionista ha traspasado la lógica de la psicología humana hasta perfilar un hombre inexistente y por tanto poco creible.

El conflicto central que desencadena la violencia es típico de muchos westerns: la competencia por los recursos (el agua), en este caso entre ganaderos. En este escenario emerge otro conflicto más personal, el de dos prometidos que se descubren incompatibles: Peck es un hombre frio (¡incluso cuando besa!), que ha comprendido lo absurdo de la violencia (su padre murió en un duelo y ya nadie recuerda el agravio que lo motivó), emocionalmente muy estable, tanto que exasperaría a cualquier persona de carne y hueso, hombre de mundo (parece insinuar que los conflictos de los ganaderos son insignificantes en comparación a la inmensidad de los océanos y del mundo). Pero también contradictorio, aspecto que algunos han criticado, acusándolo de hipócrita por usar también la violencia. Pero precisamente esas contradicciones es lo que hace creíble la lógica de su psicología, la que nos hace pensar que tras una máscara que no refleja emociones también bullen pasiones como la rabia y el amor. Equivocadamente podríamos pensar que Peck no siente emociones, parece no enfadarse ante los acosadores, frente a los que le acusan de cobarde, un hombre que da unos besos extraordinariamente breves, esbozados en unos labios de líneas demasiado finas. Pero luego vemos que la rabia se dirime en la pelea con el capataz, y el amor se transparenta cuando va en pos de la Simmons. La relación con esta es enigmática: ¿Está enamorado de ella? ¿Y ella de él? Es esta frialdad, en definitiva, lo que le hace parecer en ocasiones mezquino.

La estabilidad emocional de Peck y su independencia sólo le pueden ubicar en un rol en el mundo: el de líder. Por eso no encaja en el engranaje violento donde los dos capitostes ganaderos lideran sus peones incapaces de encontrar una solución pacífica. Desde el punto de vista adaptativo, puede ser criticable la actitud independiente de Peck, que no se esfuerza para adaptarse al entorno social de su prometida. La prueba que le propone sería demasiado dura para el 99% de las mujeres: “Si de veras me quieres será por mi mismo, no por lo que hago o por lo que los demás piensen”. La prometida no supera la prueba, pero sería pueril pensar que se puede extirpar a alguien de su contexto social sin consecuencias.

En cuanto a la película, música épica, encajada a la perfección con las escenas y el movimiento; Peck se come la pantalla, no haría falta que hablara, aunque de frialdad exasperante; grandioso Burl Ives irrumpiendo en la fiesta rifle en ristre; la Simmons, bella pero fría, no encaja en el escenario rudo del Oeste; Heston desaprovechado, tal vez porque no caben más protagonistas, un mero secundario (apenas se perfila el triangulo amoroso). También grande Charles Bickford, que a cada minuto aparece más enfurruñado, consumido por el odio. Adecuada Carroll Baker, interpretando un papel que a algunos parecerá odioso y a otros, más empáticos, humanamente comprensible.
Psicólogo
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1 de mayo de 2019
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
William Wyler es uno de "LOS GRANDES", como diríamos de John Ford, Huston, Bergman, Wilder, Buñuel,Kurosawa, etc.
Sólo por esta película y la que hizo inmediatamente después,su "MAGNUS OPUS":(OBRA MAESTRA TOTAL), BEN-HUR... ya merece un puesto en el OLIMPO de los grandes directores.
La película en si es una joya de "cabo a rabo", con todos sus aspectos a destacar dirección, guión, musica:(portentosa banda sonora), fotografia magistral, unos actores magníficos, con un muy merecido Oscar para el incomparable Burl Ives en un papel impresionante de patriarca...vamos, todo es bueno en esta joya del western mas auténtico en la época dorada del cine.
La pena es que no sé si alguna vez la repondrán en formato de pantalla grande en un auténtico cine con pantalla de 70 M.M., ya que esta peli. se hizo con un uso impresionante de la gran pantalla cómo otras obras maestras del cine, pero bueno ¡¡¡es lo que hay...!!! , si solo la podemos ver en una pequeña pantalla.
Yo, viéndola hace poco quedé totalmente hipnotizado por esta belleza de película viendo "del tirón", su larguísimo metraje de 160 minutos de puro cine de calidad ,que con la mano del maestro Wyler consigue aquello que consiguen, valga la redundancia, los maestros del cine: que quedes totalmente "suspendido de la realidad" y seas como espectador uno más del film...
camegcat
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