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Un cielo de plástico

Animación. Ciencia ficción. Drama Una joven pareja que vive en un Budapest yermo y postapocalíptico en el año 2121, lucha por la comida y por sobrevivir. (FILMAFFINITY)
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
28 de mayo de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando la animación es un recurso que aporta a la historia elementos que no puede alcanzar el cine convencional, al menos sin grandes costes en recursos técnicos o excesos de efectos CGI, la narratividad se vuelve mucho más fluida y cálida.

Sin duda, este es uno de los efectos que más cautivan de "Un cielo de plástico", una película elaborada casi de forma artesanal por Tibor Banoczki y Sarolta Szabó (ambos con un currículum íntegramente comprendido por films de animación), donde la distópica propuesta compite sanamente con la luz y la ambientación que los autores han sabido transmitir, con una gama de colores muy precisa y que evocan preferentemente ambientes decadentes pero melancólicos. No por casualidad, el film ha sido nominado en los mejores festivales de cine fantástico, como es Sitges (nominada a mejor película y mejor largometraje de animación) o a los Premios de cine europeo EFA (mejor film de animación).

Nora i Stephan conforman la pareja protagonista que es empujada a realizar el mayor viaje de su vida, tanto de forma literal como introspectiva, sentimental y emocional. Su trayecto sin vuelta atrás nos lleva por caminos difíciles y plantea -como toda buena película- dilemas irresolubles de la condición humana, relacionadas siempre con los temas universales del amor y la muerte. Aunque, lejos de ser filosófica, los retos a resolver son bien concretos y fantásticos.

El escenario futuro y distópico que acompaña esta relación en evolución (y en mutación) no hace sino acentuar la dificultad de tener que escoger entre decisiones imposibles, de doble dirección... aunque como siempre, no existe el blanco y negro, sino la gama de grises que acompañan las sombras de las dudas ante resoluciones complejas.

Si algo se puede destacar, sin desvelar las sorpresas que nos depara la propuesta, es que la vida siempre logra abrirse camino, sean cuales sean las circunstancias que traten de impedírselo.
ximatzo
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16 de noviembre de 2023
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocos estilos fílmicos han proliferado con mayor intensidad en el cine contemporáneo como el distópico, deseado subgénero de la ciencia ficción, que generalmente funciona como catalizador de los problemas políticos y sociales de la actualidad, al tiempo que permiten asomarse a esa ventana futura, en la que la ciencia y la tecnología han avanzado lo suficiente, para mostrarnos las enormes posibilidades de lo que probablemente esté por venir en tiempos venideros.

Budapest, año 2121, la población vive bajo una cúpula, que la protege del árido yermo exterior, los ciudadanos solo tienen permitido vivir hasta los cincuenta años, aunque existe la posibilidad de acortar la existencia, recurriendo a un implante de modificación genética.

Sabedores de que su mensaje encontrará mejor recepción en el terreno de la animación, lo realizadores húngaros Tibor Banoczki y Sarolta Szabó, recurren a la técnica de rotoscopia, para desarrollar su propio guión original, por el cual transitan ecos lejanos, de títulos distópicos tan significativos como 'Soylent Green' (1973), o 'La Fuga de Logan' (1976), autenticas joyas de Serie B, reverenciadas justamente desde hace ya algún tiempo, como verdaderos clásicos de culto.

Técnicamente, el film se beneficia de unos diseños vanguardistas realmente abrumadores, sobre todo en la primera media hora, en la que se imagina la Budapest de dentro de cien años, en contraposición a un exterior desolado, que toma el relevo desde la huida temprana de sus protagonistas, y cuya vocación de aventura consigue mantener el ritmo y el interés de la cinta en su primera mitad.

Cosa distinta sucede con su desenlace, demasiado tendente a un misticismo ecológico que no por anunciado, deja de restar capacidad a un comienzo bastante más deslumbrante, que además posee una enorme vocación creativa, algo que pierde intensidad por la compleja relación de pareja de sus mencionados protagonistas, sujetos por otra parte a un trauma bastante convencional, y explotado junto a otros problemas familiares del último de los personajes, dibujado todo ello en unos escenarios bastante más sombríos, que en base, se sumergen con exceso en un concepto demasiado tendente a lo melancólico, e incluso a lo depresivo.

Finalmente, 'White Plastic Sky' es un trabajo adulto, con un más que cuidado fondo visual, que si bien acaba degradándose a medida que avanza la cinta, tanto en el aspecto estético como argumental, encuentra motivos sobrados para manifestarse relevante, sobre todo para los amantes del subgénero distópico, soñadores de un futuro aún inalcanzado, pero igualmente inevitable.


- Películas del 33 Fancine: Festival de Cine Fantástico Universidad de Málaga -

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alcaide
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4 de junio de 2024
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una metafórica exageración de la basura que realmente somos dentro del sistema en el que vivimos. Algo que realmente parece estar de moda últimamente, como es plasmar mundos postapocalípticos por los cuales ha pasado la ambición autodestructiva del ser humano, aquí cobra protagonismo máximo para ambientar una supuesta Tierra a cien años vista en la que la vida no es posible más allá de las ciudades que se encuentran protegidas bajo cúpulas de plástico y metal. Cúpulas que representan los maravillosos nichos de miseria que nos ofrecen muchos de los sistemas políticos actuales donde las libertades quedan a merced de los que mandan y deciden por nosotros y en los cuales nuestro valor como individuo queda relegado únicamente a un interés común que no para de girar gracias a que tú, querido ciudadano, sigues corriendo dentro de la rueda como si fueras un estúpido hámster. Pretender criticar que el individuo funcione de forma aislada como un ente que nada tiene que ver con los demás sería del género idiota, porque todos necesitamos de todos en mayor o menor medida, pero aquí no se critica eso, sino la degradación ética y moral del valor del individuo como tal, reduciéndolo a simple carne de abono con más obsolescencia programada que la de teléfonos móviles, ordenadores y demás aparatos electrónicos. Equiparar al ser humano por lo tanto con una tele y mostrarlo de la manera con la que se muestra su hibernación e inclusión en una especie de ciclo vital energético regenerativo con tintes pseudoecologistas es una fotografía perfecta de que aquí no somos más que un número más para pagar impuestos.

Visión pesimista de la vida han tenido estos húngaros. Tan pesimista que dan ganas de quitarse del medio y pasar a mejor vida, pero quédense con el consuelo de que alguien aún nos querrá lo suficiente como para sacrificar su propia vida para salvar la nuestra, aunque eso suponga salir del nicho de miseria moral y adentrarse en los terrenos arrasados del exterior. Respecto a este punto, la película funciona muy bien como historia de amor, compromiso y respeto máximo por quien se quiere y tiene esa buena mezcla de road movie fantástica con cine hiperrealista al cual por cierto acompaña una lograda animación, que aunque camina a trompicones, sí que plasma a la perfección los gestos y sentimientos de los personajes que presenta. Es por lo tanto una historia con fondo pesimista pero que conforme avanza arroja cierta luz y esperanza para querer decirnos que al menos las ganas de vivir nunca serán derrocadas. Otra cosa es que a esa vitalidad se la deje realmente crecer, echar raíces y florecer, y ahí es cuando volvemos a los techos de plástico que te imponen limitaciones aunque no seamos conscientes de ello.

Y es que al igual que Mecano nos sugería que nadie puede creerse con derecho a frenar el vuelo de dos palomas volando a ras del suelo, tampoco parece ni sensato ni aceptable que el creador de un tope plasticoso goce de privilegios especiales para decidir a su antojo qué capullos quemar ni qué ramas impedir entrelazarse. Grandiosos hijos de Satanás erigidos como fantoches endiosados para frenar tus libertades y tus ganas de crecer. ¿Es esto un buen símil de lo que es un político? A mí al menos me vale.

La historia juega por lo tanto mucho con la creación de símiles y situaciones metafóricas para contarte su mensaje, con lo que interesa no ver la película en un día de bajón ni en una noche en la que el sueño te acecha a la vuelta de la puerta de tu habitación, porque será fácil perderse y desconectarse, dado que no goza precisamente de un ritmo vertiginoso ni de una animación con demasiada acción. Funciona más bien a base de ritmo lento e insistiendo mucho en la parte sentimental de los protagonistas, aunque tampoco empalaga. Desde luego no es cine de animación para niños, aunque después de verla cumple con los requisitos de peli para ser proyectada durante una clase de sociología o filosofía de instituto. Ya saben, por aquello de abrir las mentes y remover las consciencias. No es mala película, a mí me ha gustado.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JulesVincent
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