Mamá es boba

La mamá, el papá y el hijo, parecen bobos de verdad, pero en el fondo ellos sobreviven a los listillos que van de triunfadores, defradaudores y engañabobos. ¡Cuidado con creerse que ésta es una película menor y de muy baja calidad técnica! Aunque el film en su conjunto da la misma impresión que su protagonista Gema, mamá boba, (Faustina Camacho) con un marido y un niño que son el prptotipo de débiles afables de los que el prójimo abusa y se ríe sin misericordia, en el fondo esconde una gran magnitud de denuncia social; estos supuestamente "bobos" tienen mucha más calidad humana, fortaleza e integridad que los cabronazos y cabroncitos que se ríen de ellos y los desconsideran.

Se trata de una aguda crítica de lo que está pasando en la España real y actual de finales del siglo XX e inicios del s. XXI: país donde la economía del euro (€) marcha quebrantadoramente para gran parte de la población de a pie o humilde, pero a la vez va de perlas para los ladronazos de la buena imagen por fuera (incluidos los políticos y otros con blanquísimas y risueñas dentaduras, que es lo que más se lleva para robar la cartera a los ingenuos), engañabobos del "pelotazo", de los negocios con poco esfuerzo y altísimas ganancias, del "gato por liebre" inmobiliario o televisivo, etc., donde obtienen dinero a espuertas, hasta el día concreto en que como a todos los cerdos les llega su "san Martín".

En resumen, película de contenido relevantemente crítico-social en medio de una apariencia vulgarmente humorística.

Fej Delvahe

El "matonismo" escolar, o "Bullying", llamado suavemente por la comunidad académica "acoso escolar", ha sido objeto en España de muy pocos filmes, al contrario que en otros países,como Suecia o USA .
En 1997, Santiago Lorenzo se arriesgó en su ópera prima con ese desagradable y a veces dramático tema -lo digo por algunos adolescentes que se han llegado a suicidar por no ver salida al problema-.
Su película es simple, pero muy valiente y descriptiva. Acierta en a visión del mundo que tiene el protagonista, un preadolescente que vive "preso" en Palencia, ciudad de provincias con sus virtudes y sus vicios, como que te encuentres con la gente de tu instituto todo el tiempo, y si eres víctima de matonismo, no puedas ni respirar.
Mi modesto homenaje con esta breve crítica a la valentía de Santiago Lorenzo al abordar este tema, tabú en España hasta hace poco, porque era habitual que el acosado se sintiera culpable del acoso por no ser "suficientemente macho" para plantar cara a los inmundos acosadores.

Ópera prima del director, cuenta la historia de Martín Zamora (José Luis Lago), un niño avergonzado de sus padres, sobre todo de su madre (quién va a ser contratada por una televisión local para hacer un ridículo espantoso), y que se desarrolla en mi amada ciudad de Palencia.
Dado que la película es muy de personajes y de situaciones, hay que decir que lo mejor de ésta radica en los monólogos, llenos de amargura y acobardamiento, del chaval, el cual también vive día a día traumatizado en el colegio; el dúo de padres caracterizados como un matrimonio de ingenuos palurdos simpáticos resulta preferible a lo peor de la película: la pareja Cristina Marcos-Ginés García Millán como los estúpidos directores de la cadena televisiva, dos personajes sin equilibrio ni entidad, a los que se mete en situaciones sin gracia, lo que hace que poco puedan hacer para salvar sus actuaciones (Cristina Marcos me parece una actriz de comedia estupenda, notable sucedánea de Carmen Maura).
"Mamá es boba" bebe del esperpento, de la caricatura y de las buenas intenciones siempre valladas por las extremadas limitaciones de su presupuesto, resultando una aceptable y muy agradecible por su carácter cercano y común, comedia llena de agridulce sabor, así como un canto a la inocencia y al ridículo.
P.D: Muchas gracias por confiar en Palencia para venir a rodar. Es algo quimérico pero, en el fondo, hermoso.

Aunque el sonido de la película es pésimo y entender lo que dicen los personajes requiere un gran esfuerzo, si uno se arma de paciencia va enganchándose poco a poco a esta sorprendente, retorcida y, a la postre, moralizante historia de personas ingenuas e inocentes, que parecen unos pobres infelices pero no lo son, frente a otras que, revestidas de una apariencia fantástica y sin el menor escrúpulo, están dispuestas a sacar el mayor provecho de esa inocencia. Y entre esos protagonistas, la gran masa, que se suma sin pestañear a la diversión y, al margen de todos, una única persona, Julia (la secretaria de Ana) que observa siempre callada y avergonzada lo que sucede. Una historia que tiene su otra cara en el colegio, con Martín, el hijo de Gema y Toribio, que sufre cada día con resignación la burla y la humillación de sus compañeros, incapaz de rebelarse, preso de su vergüenza y su soledad, tan solo interrumpida por un interesado ¿amigo?. En fin, toda una galería de personajes y comportamientos que en clave de esperpento y con un tono tragicómico apuntan a una incisiva y necesaria crítica social.

La película tiene el mérito de crear unos personajes auténticos y creíbles, por exagerados y esperpénticos que parezcan, gracias a un buen reparto y unas buenas interpretaciones, destacando especialmente Cristina Marcos, que se mueve como pez en el agua en el papel. Y aunque el personaje del hijo resulta frío e inexpresivo, siempre tan callado, nos transmite todo su mundo interior a través de su voz en off, que también enriquece mucho la película con una narración muy simpática.

Gracias a TVE por apostar por nuestro cine y descubrirnos películas poco conocidas como “Mamá es boba” y a su director y guionista, Santiago Lorenzo, que esperemos no tarde tanto en presentarnos un nuevo trabajo como con su segunda película “Un buen día lo tiene cualquiera”, también recomendable.

Esta obra de Santiago Lorenzo es un profundo retrato de una parte de la sociedad que rara vez se muestra. "Mamá es boba" es cruda, castiza y sintetiza y resumen bien cómo llega a ser el ser humano en numerosas ocasiones, aborda pues, la naturaleza de la sociedad occidental que, independientemente de las clases sociales, sigue unos mismos patrones que aquí podemos observar con amargura y luz grisácea.