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Father

Drama Tras el intento de suicidio de la mujer de Nikola, los servicios sociales se hacen cargo temporalmente de sus hijos pequeños. Lo que en principio iba a ser una medida provisional, acaba tornándose en definitiva después de una evaluación de las condiciones de vivienda de Nikola, en la que se determina que él es demasiado pobre para proporcionar una vida digna a sus hijos. Nikola decide presentar una queja ante el Ministerio de Asuntos ... [+]
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
23 de marzo de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La primer escena tiene la crudeza y el efecto de un trompazo inesperado en el plexo: te deja sin aire.

Luego, y por un buen rato, pareciera que no pasa nada y una larga laguna argumental, le quita fuerza pero no belleza en la sordidez. Es que después de subir tan alto en los primeros segundos, hay que remontar de tal efecto. Al menos, eso pareciera el objetivo del director (salvo que fuera un recurso de estirarla como 'chicle' a falta algo más): dar un respiro, a mi parecer, demasiado largo.

La historia que nos cuenta ya es un mal de nuestro tiempo, un drama cada vez más universal, más aún si es pobre: el ser humano pareciera ser cada vez más pequeño ante los monstruos que el mismo crea. La maquinaria social demuestra no ser mejor que los individuos que la componen. No es fácil enfrentarse al gigante cuando uno es sólo y, quizás menos que eso, un nombre en un papel. O quizás y peor aún, sólo un número.

La historia crece en su segunda mitad y el relato toma fuerza hasta llegar casi a la desesperación. El trabajo de su protagonista (Goran Bogdan) y lo que le acontece lo hacen posible. Nada sobra; y le falta poco para ser una muy buena película, pero le falta, al menos en su primera mitad. Aunque logra su objetivo: interesar y hacernos comprender la gravedad de lo que cuenta, y ponernos en la propia piel de aquél que es devorado por la pobreza, la indiferencia y la desalmada burocracia.

Pudiera haber sido más, así y todo, es una buena pieza. Pero no esperes divertirte con ella.

Bs. As.
Argentina
Cristian Crucianelli
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21 de febrero de 2021
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Otac (2020), estrenada como Father en países de habla inglesa, es una extraordinaria película serbia dirigida por Srdan Golubovic en la que un padre hace todo lo posible para recuperar a sus hijos contra la burocracia estatal y la deshumanización reinante en un país arrasado.

Por Nicolás Bianchi

A través de la historia de un padre que quiere rencontrarse con sus hijos, que fueron relocalizados por los servicios sociales luego de un evento traumático, Otac cuenta mucho más que las desventuras de un hombre. En la pobreza de la que surge el protagonista, el camino que emprende y sus relaciones se puede entrever una mirada sobre la actualidad de un país, en este caso Serbia, que todavía no puede funcionar como lugar para que la unidad mínima de la sociedad, el hogar familiar, se desarrolle en paz.

La primera escena de la película es impactante. Una mujer (Nada Sargin) junto a sus dos hijos se presenta en el playón de una fábrica e inicia, a los gritos, un discurso en el que se presenta como la mujer de Nikola, dice que la situación de pobreza en la que están es intolerable porque no siempre les alcanza para los alimentos y pide por última vez que les paguen la indemnización y los sueldos que le deben, desde hace ya dos años, a su esposo. Fuera de control se rocía con combustible y se prende fuego, aunque rápidamente es tapada con mantas por el personal de seguridad.

Nikola, interpretado por un formidable trabajo de Goran Bogdan que carga la película sobre sus hombros, es avisado de la situación, sale corriendo de su trabajo temporal como hachero en el bosque pero cuando llega al lugar su esposa ya fue trasladada al hospital y sus hijos puestos a disposición de los servicios sociales. Al día siguiente en una oficina estatal el funcionario Vasiljevic (Boris Isakovic) le informa que el Estado no está seguro sobre su capacidad para cuidar a los niños por lo que por el momento seguirán asignados a otra familia.

A partir de ahí, Nikola hará todo lo que le piden para recuperar a sus hijos. Primero, como puede, reacondiciona su casa con la ayuda de un vecino y luego recibe la visita de los inspectores. Nikola vive en una aldea rural, no tiene acceso a todos los servicios básicos y está visiblemente al borde de la miseria. Su pedido es denegado por no tener un trabajo estable. Por lo tanto no puede ver a los chicos.

Allí se inicia primero un drama kafkiano en el que un hombre enfrenta a una burocracia que nunca se revela. El funcionario Vasiljevic, que es el villano de la película, representa la decisión de un tribunal que nunca se muestra. No es él quien toma las decisiones sino quien las comunica. Nikola escucha que le hablan de plazos, trámites, inspecciones, artículos legales. Cuando le preguntan si sabía de la inestabilidad emocional de su mujer contesta que se pasa prácticamente todo el día fuera de casa trabajando para comprar comida, y además ya sabemos que no siempre le pagan. Nikola quiere recuperar a sus hijos y es un héroe que inicia una odisea.

La opción que la burocracia le ofrece es la de presentar una apelación. Nikola decide que lo va a hacer pero a su manera. Emprenderá un largo viaje hasta Belgrado para presentar el documento directamente en el ministerio correspondiente. Es lejos y Nikola no tiene más recursos que una botella de plástico que rellena con agua y una manta para abrigarse por las noches. Fundamentalmente en ese viaje, que comprende todo el segundo acto de la película, Golubovic cuenta, más allá de la aventura del protagonista, a un país fallido, que todavía no cerró sus heridas tras tanta guerra.

Los pocos actos de solidaridad que recibe Nikola son pequeños oasis en un páramo de desolación. En algún momento es levantado en la ruta por alguien de su pueblo que lo acerca unos pocos kilómetros a su destino. Ese hombre es una suerte de mulo que transporta inmigrantes ilegales en su camioneta porque tampoco consigue un trabajo estable. El chofer le ofrece a Nikola la posibilidad de llevarlo, junto a sus hijos cuando los recupere, a otro país. Esa posibilidad pende sobre el personaje durante el resto del relato.

En Otac los burócratas de Belgrado son presentados como una elite que vive en otra realidad. Es tan poco humano el trato que Nikola recibe en las rutas del país como en las lujosas oficinas del centro, aunque siempre, aquí y allá, hay unos mínimos gestos de fraternidad que contribuyen a que el relato no caiga en una desolación total. Golubovic cuenta la situación de un país a través de un personaje y tanto la acción como sus alegorías funcionan a la perfección. En medio de la deshumanizada actualidad de un país arrasado la película se permite un último giro optimista. Quizás el país no sea del todo fallido y esté comenzando su reconstrucción.
El Golo Cine
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