La muerte en directo

Esta película me pareció una exageración cuando la vi en su día, pero según han ido pasando estos últimos 30 años, con cada nuevo reality show que aparecía me daba cuenta de lo premonitorio de su guión.

Se habla estos días en los medios (febrero de 2009), del caso de la británica Jade Goody, que fue participante de Gran Hermano y actualmente enferma terminal con unas semanas de vida, que ha vendido su muerte a los medios, ¿habrá visto esta chica o los que han comprado los derechos La muerte en directo?

Tal vez Tavernier intentó ser trasgresor y no pensaba que algo así pudiera ser realidad, ya que cuando se estrenó esta película parecía tan de ciencia ficción como otra estrenada por Lucas el mismo año, Star Wars, pero ahora con la prespectiva de 30 años esta película toma actualidad y pasa de ser ciencia ficción a ser un relato cotidiano.

Lo único que produce cierta extrañeza al verla es, como en casi todas las películas futuristas de hace 20 ó 30 años (tal vez con la excepción de Blade Runner), que el futuro parece un poco "antiguo", pero a pesar de esto y de que la película no tiene los efectos visuales a los que estamos acostumbrados hoy en día, Romy Schneider y Harvey Keitel hacen una magnífica interpretación que merece la pena ver.

La historia no puede dejar indiferente a nadie y cuando menos nos debería hacer pensar sobre lo que Bertrand Tavernier intentó decir en su día, que estamos olvidando los límites de lo razonable por los índices de audiencia televisiva.

Aunque esta no es la única película que habla del tema de los realities, (p.e. Rollerball y The Running Man), es la única que afronta esta temática desde el punto de vista de la historia, más que como una excusa para una película de acción.

Creo que esta película es imprescindible y a pesar del tiempo que tiene es, hoy más que nunca, una película actual.

Porque la idea podría haber dado para hacer una buena película. Encima teniendo en cuenta que es bastante original para la época, digo, ahora sería mas fácil imaginarse algo así. Sin embargo se queda en la mera idea. El desarrollo es muy lento y, mas allá del esfuerzo y talento de Schneider ninguno de los personajes en realidad posee mucha humanidad como para que uno se sienta o identificado o bien tocado. Llega un momento en el que ya no interesa que les pase o les deje de pasar, y eso es grave. No transmite lo que debería transmitir. Hasta tal punto que el final, cuando se resuelve todo, salen todos los trapitos al Sol, lo mejor y lo peor, todas las emociones, terminaba dándome risa. Y hasta el buen actor Max Vos Sydow también queda ridículo.
Punto aparte Harvey Keitel, ¡de terror! Las únicas cosas que hizo pasables son las que hace de él, como en Reservoir dogs , Pulp fiction, y hasta el Judas de "La última tentación de Cristo" es muy Harvey Keitelístico. Pero que mal actor, ¡por favor! No acompaña para nada la película.
En fin, una película que diría que la vean de curiosidad nomas porque no puedo evitarlo pero yo no la vería de nuevo.

“La muerte en directo” es una atípica película de ciencia ficción, producida en 1979. Filmada en la ciudad escocesa de Glasgow y sus alrededores, con un reparto internacional en el que destacan Romy Schneider, Harvey Keitel y Max von Sydow, la acción transcurre en un hipotético futuro que se parece mucho a nuestro presente, en especial en lo que se refiere al poder de los medios de comunicación y a su absoluta carencia de escrúpulos. Tiene un interesante punto de partida: como casi todas las enfermedades han sido erradicadas y una muerte por causas naturales es una rareza que merece ser televisada, la todopoderosa cadena NTV pretende emitir (aunque no en directo, como asegura el título, sino en entregas previamente editadas) los últimos días de una célebre escritora de novelas rosas, interpretada por Schneider, a quien se ha diagnosticado una enfermedad terminal.

Más que en la sátira de los medios de comunicación, y en la reflexión sobre qué es verdaderamente real en una sociedad del espectáculo como la nuestra, el director se va centrando, a medida que nos adentramos en la historia, en la lucha de la protagonista por reivindicar su derecho a una muerte digna, y en el drama colateral del personaje de Harvey Keitel, un cámara demasiado comprometido con su trabajo. Aunque el tema es muy interesante, y la película posee un cierto morbo necrófilo muy particular, como puede percibirse en la secuencia inicial del cementerio, en mi opinión el ritmo narrativo es excesivamente lento y su ejecución un tanto manierista, pues, a mi modo de ver, abusa de los movimientos de cámara y los planos aéreos, con profusión de travelings y grúas (aunque algunas tomas son verdaderamente hermosas, como la de la primera huida de la protagonista).

Una película interesante, pero un tanto pasada de fecha (hoy en día, la idea de una muerte en directo no es ya asunto para una película de ciencia ficción, sino una noticia más en el telediario). En todo caso, perfectamente válida como demostración de que es posible una ciencia ficción de ideas, más allá de los consabidos efectos especiales.

En un futuro cercano, cuando la gente rara vez fallece por una enfermedad -los accidentes de tránsito, las armas y los fármacos tendrán a su cargo diezmar a la humanidad-, al director de una oscura cadena de televisión, la NTV., se le ocurre crear un programa de impacto para atraer a las audiencias. Se llamará, “Death Watch” (La muerte en directo) y la idea es filmar al detalle los últimos días de alguna persona que padezca una enfermedad terminal. La primera “estrella” -léase: ratón de experimentación- será, Katherine Mortenhoe, una bella mujer de mediana edad que se encuentra casada en segundas nupcias -pero, por alguna razón, sigue llevando el apellido de su primer marido-, cuyo médico -de largos años- se presta al juego de transmitir al aire el diagnóstico de que solo le quedan dos meses de vida. Ella confía ciegamente en él y, apesadumbrada comenzará a tomar lo que él le receta “para paliar los síntomas que se irán presentando”.

El director de la NTV, Vincent Ferriman, ha preparado a un singular centinela y, desde el momento en que la señora Mortenhoe (en neerlandés algo así: “Cómo la muerte”) entra en el consultorio del Dr. Mason, la toman ya como personaje de su primera serie (a fin de cuentas saben que es difícil resistir una oferta de 500 mil libras esterlinas) y la cámara de Roddy comenzará a seguir todos sus movimientos, los cuales serán retransmitidos a una base de datos que se editarán y se transmitirán al aire.

Con esta historia de ciencia-ficción, con mucho más de alegato contra la manipulación, el abuso, la explotación y la insensibilidad mediática y médica, el director francés Bertrand Tavernier, consigue una magistral adaptación de la novela de David G. Compton, “The Unsleeping Eye” (1973), título que alude al hecho de que, el centinela Roddy no puede cerrar sus ojos por una razón muy singular que en cualquier momento se irá desvelando.

El guion, escrito por David Rayfiel y el propio Tavernier, es de una inmensa solidez narrativa y la manera como evoluciona la trama nos va llevando por una suerte de laberinto del que pareciera no haber salida. La interpretación de, Romy Schneider, es maravillosa, pues, irradia un carisma, una fragilidad y, a la vez, cierta fortaleza que, como le ocurre a Roddy, su ser se nos va incrustando tan adentro de nuestra alma que llegamos al punto en que haríamos cualquier cosa por ella… y aquí radica la gran fuerza de la historia porque, todo lo que Katherine siente, más aquello de lo que se la hace víctima, nos arroba el alma y nos hierve la sangre.

Harvey Keitel, también está magnífico como el centinela que, consigue ver lo que otros verán, pero, con su corazón conseguirá sentir mucho más de lo que otros sienten. Grandes nombres como, Max von Sydow, Harry Dean Stanton y Bernard Wicki, solidifican la historia con su presencia; y dos chicas muy guapas, Thérèse Liotard (Tracey) y Caroline Langriche (la rubia del bar), aportarán encanto a este profundo drama.

Llama la atención que, no obstante que Tavernier dedica el filme a su admirado director, Jacques Tourneur, en el Estudio de NTV solo vemos carteles de filmes como, “The Masque of the Red Death” (Roger Corman, 1964), “The Man with the X-Ray Eyes” (Roger Corman, 1963), “The Tall T” (Budd Boetticher, 1957) y otros no muy visibles… ¡Debe ser que para nada quería verse asociado con el oportunista Ferriman!

En definitiva, <<LA MUERTE EN DIRECTO>>, es un drama para ver una, y otra, y otra vez.

Película que partiendo de una premisa muy buena navega entre frases grandilocuentes y escenas poco creíbles para terminar perdiendo la oportunidad, muy lentamente, de hacer una buena película. Las ideas están ahí, pero muy mal ejecutadas. No sabe sugerir y las más de las veces acaba exponiendo sin gracia, a través de unos rebuscados diálogos muy artificiales, las intenciones de sus creadores. Por lo demás nos encontramos ante un largometraje gris que se hace muy lento y que muere por la falta de coherencia a la hora de desarrollar a sus personajes.
Eso y pretenciosa, muy pretenciosa.