Eight O'Clock Walk

Muy entretenida e interesante película hija de la Gran Bretaña (sí, un chiste viejo y malo...).
Está rodada con ritmo, buenos diálogos, excelentes composiciones de todo el elenco interpretativo (mención especial para Cathy O'Donnell en el papel de abnegada y enamoradísima esposa) e intriga hasta el final, aunque bien es cierto que su resolución me parece, tal y como va el resto de la historia, quizás demasiado sencillo. Pero cosas más raras y casualidades más difíciles se ven en el día a día de la vida real.
Una narración sencilla, aportando poco a poco los datos necesarios para mantener la atención del espectador, cosa que ocurre con facilidad debido a que todo está bien hilvanado, y aspectos como montaje y banda sonora aportan personalidad a la trama.
Además hay buenos apuntes costumbristas, sobre todo durante el juicio (que ocupa gran parte del film), a cargo tanto de los miembros del jurado, como de los abogados y sobre todo de los testigos.
Merece la pena ver esta, para mí, desconocida cinta inglesa de los años cincuenta, una década donde se filmaron bastantes joyas. No diré que esta sea exactamente eso, pero sí una perlita que se degusta y saborea, aunque quizás al de no mucho tiempo se olvide.

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Flojita película inglesa, sin un solo personaje con aristas, cuyo único interés reside en averiguar si Richard Attenborough, acusado injustamente de asesinar a una niña tras sufrir sus chanzas en el April Fools´ Day, se libra de la horca o acaba dando el paseo de las ocho como si fuera un candyman. Básicamente es cine cerrado, es decir, un juicio con toda su parafernalia y su dramatis personae, por lo que no importa tanto la ordalía del falso culpable como el desfile de pintorescos testigos y las maniobras de los juristas, en última instancia inútiles, pues como se repite a lo largo del film, citando a Rigby Swift, las pruebas ganan los casos y no los abogados.