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Me hicieron un fugitivo

Cine negro. Drama Morgan se une a una banda dirigida por Narcy. En su primer encargo, huye de un accidente de coche después de matar a un policía. Pero acaba siendo reconocido como el conductor y es enviado a la cárcel. Buscando venganza se escapa y se dirige a Londres. En el camino lo ayuda una mujer (Sra. Fenshaw), que le encarga el asesinato de su marido... (FILMAFFINITY)
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Críticas 6
Críticas ordenadas por utilidad
4 de abril de 2009
18 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es extraño encontrarse con cine negro británico, al menos clásico. Normalmente hacen pelis de intriga detectivesca, pero no el típico drama gangsteril más propio de la cinematografía americana o francesa.

Tiene lo típico en este género: gangster malo malísimo, héroe chuleta que se mete en complicaciones, femmes fatales que sí pero no, banda de malhechores pintoresca, etc. Pero hay ciertos toques british que la hacen interesante: una extraña señora que acoge al fugitivo, un final nada de cara a la galería, y por supuesto Scotland Yard, que siempre le da un toque elegante, y no esa policía brutota americana.

Cavalcanti es un director brasileño que se afincó en Europa. Lo reclutaron los británicos para hacer documentales, e hizo algún trabajo para la Ealing. Por ejemplo, dirigió dos episodios, quizás los mejores, de "Al morir la noche". No es un cineasta muy conocido, pero desde luego viendo esta película se puede ver que se sabía perfectamente lo que hacía.

Film recomendable por ser diferente en la filmografía clásica británica, y con un buen trabajo del siempre solvente Trevor Howard, en un papel que no nos tiene acostumbrados.
Gilbert
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24 de septiembre de 2011
16 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película tremendamente oscura y desasosegante, constituye una novedosa incursión por los bajos fondos londinenses, plagados de hampones, matones y gentes de mal vivir, donde reinan el mercado negro y la depresión posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

Acostumbrados a las clásicas -y muy británicas- películas de intriga o suspense policiaco desarrolladas en ambientes acomodados o elegantes, este filme resulta llamativo, llevando adelante una historia desesperanzada, en la que el destino del protagonista nunca parece aclararse (al menos para bien), y en la que la violencia reina por doquier, cebándose muy especialmente en las mujeres. Casi todos los acontecimientos se desarrollan en suburbios deteriorados, deprimidos, y llenos de oscuros negocios, marco que adoptarán películas posteriores, como la excelente "Noche en la Ciudad" de Dassin.

Además del interés propio del argumento, la película está perfectamente realizada en todos sus aspectos; posee una brillante fotografía, que sabe recurrir a las nieblas durante el día y a los claroscuros en la noche, aprovechando los hermosos efectos lumínicos que la humedad produce sobre suelos y paredes de los angosotos callejones tan abundantes en el filme. Cavalcanti se revela como un magnífico narrador, mostrando especial destreza en el empleo de los encadenados, y logrando transmitir las sensaciones apropiadas para las situaciones descritas (la violencia de las palizas, la acción de las persecuciones, etc). Del mismo modo, su elección de los puntos de vista, de los ángulos, busca en todo momento provocar una respuesta emocional en el espectador, intención que logra plenamente, lo que dice mucho de su talento como realizador.

A estos aciertos se suman los ácidos y estupendos diálogos que salpican el guión aquí y allá, retratando a la perfección la hipocresía, dureza y cinismo que inundan la película, y que no habrían quedado perfectamente plasmados de no haber contado con un reparto excepcional, como el que aquí encontramos. Trevor Howard, que ya había demostrado su innegable talento en "Breve Encuentro", está magnífico en su rol de protagonista perseguido por el destino y obsesionado por la venganza, y es excelentemente secundado por los demás actores y actrices, entre los que destacaremos las interpretaciones de Griffith Jones (un malo a la altura de la oscuridad de la historia), René Ray (la fiel y torturada Cora) y Mary Merrall (sus frases son las mejores de la película, llenas de humor e ironía).

Redondeada por un último tramo en el que los acontecimientos se desarrollan a un ritmo vertiginoso, la película encuentra su culminación temática y formal en un solo plano del que no diré nada, aparte de que es muy hermoso.
Quatermain80
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29 de junio de 2018
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
"- Sólo hay un vigilante y está medio sordo, ¿verdad Bert?
- Desde luego.
- Será tan fácil como quitarle el biberón a un bebé.
- Eso es lo único que no hemos hecho aún".

Buena película inglesa de la segunda mitad de los años cuarenta, recién, como quien dice, finalizada la II Guerra Mundial, con lo que ello significó en cuanto a la dureza de la post-guerra, la lucha diaria de la gentes para sobreponerse y seguir adelante en su cotidianidad, buscándose la vida.
Ello se muestra en el filme aunque a nivel de los bajos fondos, donde un ex-piloto de la RAF nada menos, debe meterse en una banda para ganarse unos cuartos dada la dificultad de encontrar un trabajo. Esto será su perdición al estar dicha banda capitaneada por un malvado de postín, una rata de alcantarilla, traicionera y asesina.
La cinta se sigue cada minuto con más interés, destacándose prácticamente cada elemento. Desde su magnífica fotografía en blanco y negro, hasta su dirección artística, banda sonora e interpretaciones, con un joven Trevor Howard, sólido e intenso durante todo el metraje y la guapa Sally Gray, de la que no recuerdo ninguno más de sus trabajos cinematográficos y que está muy bien en su papel de mujer valiente y enamorada, capaz de luchar contra la maldad.
Tiene buenos diálogos por cuanto el guión es excelente, a cargo de Noel Langley, que adapta de forma precisa la novela de Jackson Budd (el episodio de la esposa que le pide al protagonista asesinar a su marido es de traca), así como muy inteligente y sorprendente el momento del camión y el pesado del camionero).
Esto se manifiesta en lúcidas y duras secuencias matizadas con un humor irónico y mordaz, como cuando un reo le pregunta al protagonista en la cárcel porqué está en el trullo y le contesta que por homicidio, por matar a un policía, a lo que contesta el compañero:

"- Eso no es homicidio, eso es obligación".

También hay sentencias lógicas como cuando intentan atrapar al protagonista y se les escapa, ante lo cual alguien exclama:

"Es inútil cerrar el establo cuando el caballo ha escapado".

En fin, una buena película, con un final atípico por su credibilidad y realismo,que no deja indiferente a nadie.
Muy recomendable. Y es que Alberto Cavalcanti era un maestro tras las cámaras, como demuestra la obra maestra que gestó junto a Charles Crichton, Basil Dearden y Robert Hamer "Al morir la noche".

https://filmsencajatonta.blogspot.com
Constancio
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17 de septiembre de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Morgan, integrante de una banda, es traicionado por sus compinches. Una vez fugado de la cárcel está decidido a vengarse. El nacido brasileño pero británico de adopción Alberto Cavalcanti firma una notable película negra situada en un Londres empobrecido y desmoralizado tras la guerra, destacando la precisa descripción de los ambientes y las psicologías de los personajes, el modélico guion sobre el que se desarrolla una acción que nunca decae y la adecuada puesta en escena expresionista.
Juan Pais
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17 de octubre de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un lóbrego plano abre el muy sugerente film noir británico Me hicieron un fugitivo (They made me a fugitive, 1947), de Alberto Cavalcanti, con guion de Noel Langley, que adapta la novela A convict has escaped, de Jackson Budd. Es un plano general de una calle en el que resalta, en lo alto de un edificio, la abreviatura RIP. Unos hombres descargan un féretro para introducirlo en la funeraria, pero ésta no es lo que parece, ya que lo que portan no es sino un alijo de tabaco. Tampoco será para Clem (Trevor Howard) la realidad acorde a lo que espera, cuando decide unirse a la banda de contrabandistas comandada por Narcy (Griffth Jones). Lo hace porque busca insuflar un poco de acción, de sensación de acontecimiento, a una vida que siente abocada a la insatisfecha rutina, tras haber cumplido como aviador de la RAF en la recién finalizada segunda guerra mundial. Para Narcy, acorde a su suficiencia o ínfulas de grandeza, integrarle en la banda supone dotarla de cierta imagen de distinción dada la pertenencia de Clem a una clase de extracción más alta. Tiene bien claro sus propósitos, el afianzamiento, siempre en ascenso, de su posición de poder, para cuyo fin cualquier medio es válido, mientras que Clem se define por su circunstancia de deriva vital, la cual queda bien reflejada en la secuencia de su presentación, aquella en la que sella el acuerdo con Narcy, en estado de embriaguez, mientras, durante toda la secuencia, realiza varios intentos de encender el cigarrillo sin nunca lograrlo, acción que ya anticipa la ofuscación de su decisión

.La aventura, en cuanto fantasía, no será como esperaba Clem, una cosa es el contrabando de medias o tabaco, y otra el tráfico de cocaína, lo que determinará el primer enfrentamiento con Narcy, quien, por otro lado, había evidenciado claras muestras de interés por la novia de Clem desde el momento que la conoce. Narcy necesita quitar de la “película” al rival amoroso, y además no le gusta que le contraríen y repliquen, por lo que decidirá, en su siguiente golpe, traicionar a Clem, que conllevará que éste sea detenido. Cavalcanti, con admirable precisión, en breves secuencias ha definido a unos personajes y un sombrío ambiente (que refleja, en un sentido amplio, el que se respiraba tras acabar la guerra, una atmósfera que rezuma pérdida o extravío, circunstancia que era territorio abonado para que fertilizara un instinto de supervivencia que no sabe de escrúpulos). El tramo central narrará la huida de Clem de la prisión, con ánimo de vengarse de Clem, lo que depara un par de brillantes secuencias. Aquella en la que una mujer le acoge en una apartada casa rural, permitiéndole que se dé una ducha, cambie de ropa y coma algo, pero que se revelará como una turbia variante de aquella de 39 escalones (1935), de Alfred Hitchcock, en la que el protagonista era acogido por un granjero y su joven esposa. Si en esta el suspicaz granjero veía al protagonista como una amenaza porque teme que intente seducir a su esposa, en la de Cavalcanti, la mujer le acabará pidiendo, como intercambio por la ayuda que le ha prestado, que mate a su esposo (lo que hará ella inmediatamente después de que él se vaya aprovechando las huellas que él ha dejado en la pistola).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
cinedesolaris
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