Tres chicas con suerte

¿Ni una crítica aún...? Hay que ir a la Filmo y celebrar el placer de saborear a DONEN, un hábil artesano entusiasta de la vida y del baile en su máxima expresión. Y esta película cuenta al menos con un par de escenas apoteósicas, una junto a un lago y otra en una azotea, para claquear a gusto. Además con el añadido de ver a un muy joven Bob Fosse, futuro director de "CABARET" y a un incipiente ¡George Chakiris!, inconfundible con tu tupé o visera más bien, y que luego sería el magnífico Bernardo de "WEST SIDE STORY".

Pero estamos en "TRES CHICAS CON SUERTE". Y la suerte es nuestra por poder revisar y/o volver a disfrutar musicales como éste en el que el argumento no es nada del otro mundo, vale, pero así y todo tiene sus momentos de acierto. Y el título se deriva del casting que se establece para buscar a una estrella... Pero son tan buenas las tres que lo decidirá el azar.

Es curioso que la crítica tenga a Orson Welles en un pedestal porque puso patas arriba el mundo del cine con "Ciudadano Kane" a sus 28 añitos. Sin embargo, pocos caen en la cuenta de que Stanley Donen, a esa misma edad, ya había filmado tres joyas imperecederas del musical ("Un día en Nueva York", "Bodas reales" y "Cantando bajo la lluvia", nada menos), y a los 35 ya llevaba en su haber otras maravillas del calibre de "Siete novias para siete hermanos", "Siempre hace buen tiempo", "Juego de pijamas", "Indiscreta" y la que aquí nos ocupa, "Tres chicas con suerte". Con ese curriculum, creo que es tremendamente injusto alabar de tal manera a Welles como el genio que sin duda es, en perjuicio de mi admirado Donen, mucho menos reconocido por los cegatos críticos snobs. Agravios comparativos, lo denominan.
"Give girl a break" tiene todos los elementos que el clásico musical de Stanley Donen siempre posee: historia de amor chico-chica, alegría contagiosa por doquier, buenos momentos de comedia, un colorido asombroso muy propio de la estética del realizador (¡Dios, esos decorados de Nueva York de noche, qué hermosos!), números musicales de antología, una música maravillosa, y una magia revoloteando por todo el metraje del film que la hace especialmente entrañable.
Por ponerle un pero, se echa en falta actores de mayor carisma que Bob Fosse o Marge Champion (que, sin embargo, están maravillosos en el aspecto coreográfico), más aún cuando el director solía trabajar con los más grandes (Astaire, Gene Kelly, Cyd Charisse, Howard Keel,...), pero bien, digamos que es tan sólo una observación personal. A pesar de su guión aparentemente sencillo, todo funciona a la perfección y es perfectamente aconsejable para hacerte pasar un rato visionando buen cine del de antes.

A ver, a ver:

- Tres chicas para un casting en un contexto cómico, pero nada gracioso;
- Dos bailarines (sí, dos bailarines para tres bailarinas, lo juro).
- Todos más sosos que un percebe durmiendo la resaca.

En consecuencia (primera parte), un musical que, dado el elenco, tiene dos números musicales y medio... Bueno, espera; uno de ellos le parecía tan insulso al propio director que decidió montarlo con la mitad de los pasos de baile proyectados al revés (tendrá un nombre técnico la cosa, pero yo sólo soy una humilde espectadora). El resultado es aún peor que la insulsez original, porque además de malo queda raro y, por descontado, ya no es baile.

En consecuencia (segunda parte), la película se queda en un baile y dos medios bailes, con la mala suerte de que el baile que se ha quedado entero es un pastelito de merengue. Y la película no ofrece nada más.

Veamos qué ocurriría si el director lo hubiera hecho todo al revés:

- Tres chicas para un casting en un contexto realista, que fermente la comicidad en cualquier masa que no sean tópicos y chistes manidos.
- Un número cualquiera de bailarines cuyas interpretaciones no estén determinadas por quiénes sean las novias/os de director, productor, etc. y puedan lucir sus aptitudes en números pensados para lucirse ellos, y no los novios/as de quien sea.
- Un buen soplido al merengue atufante de una película donde hasta la Reynolds parece que tiene una guindilla en el ano todo el tiempo.

En consecuencia (uno), un musical donde se puede disfrutar de la música y el baile, pero del derecho, dado que los bailarines no son autómatas. Es decir, donde los números musicales son musicales (por si alguien no lo ha pillado).

Y en consecuencia (dos), con estas nuevas premisas a lo mejor, a lo mejor algunos de los interpretes (y quién sabe si también el guionista) habrían podido ofrecer algo más, como por ejemplo una película.

¿No es mejor del revés?