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El duro

Acción. Thriller Dalton es un exluchador de la UFC en horas bajas que acepta un trabajo como portero en un conflictivo bar de carretera de los Cayos de Florida, sólo para descubrir que este paraíso no es todo lo que parece... Remake de la película de 1989 con Patrick Swayze. (FILMAFFINITY)
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Críticas 52
Críticas ordenadas por utilidad
20 de marzo de 2024
70 de 101 usuarios han encontrado esta crítica útil
Road House, de Profesión duro (2024) se trata de una película dirigida por Doug Liman, y que a la vez es un remake de la película homónima del 1989. La película se estrena directamente en Prime Video el 21 de marzo y ha cosechado críticas mixtas antes de su preestreno.

un servidor no entiende del todo cuál es el motivo por el que un actor como Jake Gyllenhall ha aceptado un rol como el que ofrece Road House, de Profesión duro (más allá de fines crematorios). La única idea que se me ocurre es la de mostrar al mundo sus dotes como actor de acción, y conseguir así postularse como futurible Batman para el nuevo universo del DCU de James Gunn. Porque más allá de repartir estopa a diestro y siniestro, poco podemos ver de uno de los grandes actores del Hollywood contemporáneo.

Road House, de Profesión duro, sigue el tono estándar de numerosas películas que además han tenido ya su estreno en plataformas digitales, mostrándonos una trama arquetípica dentro del cine de acción (que ya de por sí es un género manido) que navega entre el chascarrillo ingenioso y las tundas. A diferencia eso sí de John Wick y sus sucesores bastardos (como Nadie, 2021) la acción viene dada por los puños y las patadas, sin el excesivo empleo de armas de fuego. La película en ese sentido se acerca más a los 80 y 90, con Van Damme y cía, que a las secuencias de tiroteos. ¿Están bien construidas? Lo cierto es que Road House, de Profesión duro tiene más gracia al recurrir al diálogo, por ingenioso, dentro del propio combate que no a la coreografía en sí.

El guion de Road House, de Profesión duro, que no tiene problemas en verbalizar la inspiración del filme en Westerns (por ejemplo, el filme nos puede recordar a Johnny Guitar de Nicholas Ray) nos presenta un "saloon" del oeste que es asaltado continuamente por bandas de matones. Para poder sacar adelante su negocio, la dueña del bar buscara la ayuda de un exluchador de la UFC, que es el personaje que interpreta Jake Gyllenhall. Este personaje está construido como si fuera un santurrón que ni siquiera quiere hacer de verdad daño a sus rivales (luego entenderemos porqué).

La trama de Road House, de Profesión duro es burdamente simple, quizá ahí radica su virtud y su esencia, lo que hace que la película se apoye principalmente en el carisma de los actores y de las secuencias de acción. En ambos apartados la película cumple sin artificios, lo que nos deja una película entretenida que pasa a ser carne de catálogo de VOD. A la moda de sumar caras sacadas de la lucha libre o la profesional (The Rock, John Cena, Dave Bautista), la película nos presenta a un Conor McGregor como antagonista principal, que no deja de interpretarse a si mismo, y que quizá sirva como plus para ciertas audiencias.

Conclusión de 'Road House, de Profesión duro'
Road House, de Profesión duro es una película que no hace daño a nadie. Un entretenimiento de acción enfocado a los amantes del gimnasio y los batidos de proteína, que disfrutarán de algún par de secuencias de acción y se olvidaran de la película al cabo de unas horas.

Cinemagavia.es
Kyrios
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20 de marzo de 2024
77 de 121 usuarios han encontrado esta crítica útil
*¿Preparándose para Batman?

Un servidor no entiende del todo cuál es el motivo por el que un actor como Jake Gyllenhall ha aceptado un rol como el que ofrece Road House, de Profesión duro (más allá de fines crematorios). La única idea que se me ocurre es la de mostrar al mundo sus dotes como actor de acción, y conseguir así postularse como futurible Batman para el nuevo universo del DCU de James Gunn. Porque más allá de repartir estopa a diestro y siniestro, poco podemos ver de uno de los grandes actores del Hollywood contemporáneo.

*El tono de acción actual

Road House, de Profesión duro, sigue el tono estándar de numerosas películas que además han tenido ya su estreno en plataformas digitales, mostrándonos una trama arquetípica dentro del cine de acción (que ya de por sí es un género manido) que navega entre el chascarrillo ingenioso y las tundas. A diferencia eso sí de John Wick y sus sucesores bastardos (como Nadie, 2021) la acción viene dada por los puños y las patadas, sin el excesivo empleo de armas de fuego. La película en ese sentido se acerca más a los 80 y 90, con Van Damme y cía, que a las secuencias de tiroteos. ¿Están bien construidas? Lo cierto es que Road House, de Profesión duro tiene más gracia al recurrir al diálogo, por ingenioso, dentro del propio combate que no a la coreografía en sí.

*Un Mr. Rogers duro de pelar

El guion de Road House, de Profesión duro, que no tiene problemas en verbalizar la inspiración del filme en Westerns (por ejemplo, el filme nos puede recordar a Johnny Guitar de Nicholas Ray) nos presenta un "saloon" del oeste que es asaltado continuamente por bandas de matones. Para poder sacar adelante su negocio, la dueña del bar buscara la ayuda de un exluchador de la UFC, que es el personaje que interpreta Jake Gyllenhall. Este personaje está construido como si fuera un santurrón que ni siquiera quiere hacer de verdad daño a sus rivales (luego entenderemos porqué).

La trama de Road House, de Profesión duro es burdamente simple, quizá ahí radica su virtud y su esencia, lo que hace que la película se apoye principalmente en el carisma de los actores y de las secuencias de acción. En ambos apartados la película cumple sin artificios, lo que nos deja una película entretenida que pasa a ser carne de catálogo de VOD. A la moda de sumar caras sacadas de la lucha libre o la profesional (The Rock, John Cena, Dave Bautista), la película nos presenta a un Conor McGregor como antagonista principal, que no deja de interpretarse a si mismo, y que quizá sirva como plus para ciertas audiencias.

*Conclusión

Road House, de Profesión duro es una película que no hace daño a nadie. Un entretenimiento de acción enfocado a los amantes del gimnasio y los batidos de proteína, que disfrutarán de algún par de secuencias de acción y se olvidaran de la película al cabo de unas horas.

Escrito por Guillermo Sánchez Ferrer
Cinemagavia
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22 de marzo de 2024
52 de 73 usuarios han encontrado esta crítica útil
La 'Road House' de 1989 no es que fuese santo de mi devoción. La recordaba como una película de acción de buena factura pero no más destacable que otras, aunque tuvo cierta notoriedad por contar con el respaldo de una gran compañía como MGM/UA y un gran reclamo como Patrick Swayze, que en aquel entonces disfrutaba aún de la popularidad alcanzada por el éxito de 'Dirty Dancing' dos años antes y que no imaginaba el bombazo que estaba a punto de explotar con 'Ghost' al año siguiente.

Pues bien, gracias al nefasto Doug Liman, ahora me parece una verdadera obra de arte de la acción en comparación, y lo digo muy en serio, ya que tras ver su versión y quedar estupefacto porque se parecía tanto a su antecesora como el dibujo de un niño de 2 años a su personaje favorito de la tele, corrí con quemaduras en los ojos a ver la original, que sólo había visto un par de veces en su época, por si funcionaba como revulsivo. Y vaya si lo hizo.

Porque el Sr. Liman, especialista en tener todo a su favor para hacer taquillazos y convertirlos en un auténtico y ridículo espectáculo de gilipolleces bochornosas, sin sentido ni gracia, se ha superado con ésta (y encima, supongo que tras ver el mojón que había hecho, echó la culpa a Amazon de un posible fracaso por decidir no estrenar su bodrio en cines, tal vez porque quería poder mearse en la audiencia tambien en pantalla grande).

Ha convertido la violenta y trepidante historia original en un aburrido parque temático para todos los públicos lleno de ñoñerías, estupideces e infantilismos, empezando por un Jake Gyllenhaal ciclado que poco tiene que ver con el personaje de Swayze ni física ni psíquicamente: donde Swayze era un tío duro que había trabajado toda su vida de segurata en bares, con un historial ingente de cicatrices y huesos rotos, seguidor de filosofías orientales, serio, centrado, conciso y atormentado por un hecho del pasado que nada aportaba a la historia, a Gyllenhaal lo actualizan (qué ideaca) como un ex-luchador de la UFC medio ido, callado (sólo habla para soltar estúpidos chascarrillos cuando lo amenazan) y atormentado por un hecho del pasado que se pasan mucho tiempo desvelando progresivamente a base de repetir una misma pesadilla que alarga la película innecesariamente ya que imaginas cómo acaba desde el primer segundo, y que tampoco aporta nada a la historia salvo justificar por qué el protagonista prácticamente no mueve un puto dedo hasta los 76 minutos de metraje.

Los malos se llevan la palma hasta hacerme dudar de si este remake no será una parodia, aunque no sabría muy bien de qué: Mientras en la de 1989 los malos eran unos auténticos hijos de la gran p*t*, con mala leche a reventar y capitaneados por un sádico y soberbio Ben Gazzara recordando sus tiempos de 'Capone', aquí se diría que en el fondo no tienen malicia, ya que son una panda de payasos descerebrados patéticamente ineptos cuyas fechorías y forma de actuar son comparables a las de la hermandad universitaria chunga de una película cómica. De esto continúo hablando en ZONA SPOILER.

La chica del 89 era la espectacular y guapa Kelly Lynch (una de las actrices que mejor sabe llevar un tanga, si no que se lo digan a Tom Cruise en 'Cocktail'), una médico que tenía bastante vida corrida hasta el punto de haber sido pareja del malo malísimo y que hacía natural que Swayze se enamorara de ella. Aquí es sustituida por una niñata, médico para no ser menos, que parece que le busca las cosquillas a Gyllenhaal las tres veces que hablan, y a la que hasta en dos ocasiones éste, respondiéndole una chorrada, deja callada y con la sonrisa estúpida de la que piensa "qué agudo es este tío", para terminar liándose con él porque es lo que toca ya que tampoco se esfuerzan en desarrollar el supuesto romance.

Y el carismático personaje que encarnaba el gran Sam Elliott como mentor de Swayze en la original aquí ni está ni se le espera, casi mejor porque lo mismo hubiesen metido a John Cena haciendo el capullo.

Y, por último, el "Road House": El del 89 era un auténtico bar de carretera llamado 'Double Deuce', o al menos lo que a uno se le viene a la cabeza cuando piensa en un bar de carretera americano, es decir, un tugurio sin ventanas lleno de moteros, con mucha peña borracha, peligrosa y oscura, en medio de cualquier paraje árido. Aquí es un chiringuito junto al mar y cerca de una carretera, lleno de sol y gente con bikini y camisas hawaianas, llamado "Road House" no vaya a ser que alguien se despiste (y encima hacen otro chiste), donde no hay desnudos, ni sexo, ni blues, ni apenas rock o palabras soeces, sólo reggae y cosas buenrolleras, y donde irónicamente transcurre apenas un tercio de la película, para qué más si en este garito no hay problemas de abastecimiento de alcohol porque el malo es un mindundi y no lo controla, ni camareros o porteros corruptos a los que echar y que luego traen un sinfín de problemas porque se pasan al enemigo, ni siquiera hay que instruir al equipo de seguridad más allá de darle un par de indicaciones sobre la marcha. Aquí está todo hecho, nos vamos a la playa que para eso está aquí al lado.

En resumen, un despropósito de lo más superficial, anodino, deslavazado y absurdo, que no profundiza en nada en particular, donde por supuesto la violencia del original se ha reducido drásticamente hasta el punto que por momentos recuerda a cualquier episodio de los 'Looney Toons', y hasta el sutil humor negro de la primera aquí ha quedado relegado a chistes ramplones de primaria. Una película que ya sería olvidable sin tener una original de referente, y por ende se convierte en abominable porque se caga en dicho referente. Parece mentira que Joel Silver haya sido capaz de producir las dos versiones.
Y parece mentira que haya que agradecerle a Doug Liman su falta de talento no ya para mejorar, sino ni tan siquiera acercarse a lo que era una película de acción ochentera que rozaba la serie B, para que se pueda apreciar y disfrutar aún más lo que era auténtico cine visto ahora.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
MirandoHaciaAtrásConIra
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21 de marzo de 2024
25 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué tenían las pelis de puñetazos en los 80 que tanto nos gustaban? Mucha chulería con poco esfuerzo. El tío era super educado pero repartía hostias como panes. Era inteligente y educado, pero no le pinches que te la juegas, el colega era capaz de coserse sus propias heridas sin pestañear, pero no vuela porque tiene miedo a los aviones. Y ante una situación delicada, siempre prefería no pelear, pero claro, siempre estaba ese malo malote que si fuese bueno, sería como nuestro protagonista, pero es que es el malo malote, y ese, le pincha donde le duele. Estas pelis, también tenían una historia de amor que centraba la trama y en muchas ocasiones una amistad de esas que nos hacen sentir envidia... (Jo, como mola tener amigos así, que se la juegan por ti y encima son tan chulos como tú). Además... jo, es que te meto a Jeff Haley en la banda sonora y en la peli y ya te dejo flipando en el sillón. Si hasta tenían una escena de sexo con Otis Reddin de fondo... Si, las pelis de puñetazos de los 80, tenían encanto y sabían condensar una historia en poco más de hora y media. Ah si... también tenían peleas cojonudas.

Parece ser que a los remakes solo les importa esto último. Y pierden todo el alma. Todo es más grande que la vida y si no hay peleas espectaculares... parece que no hay peli. Por cierto... meter CGI en las escenas de pelea... no.

No me entendáis mal. este remake no me ha disgustado nada, pero parece que no han visto la original y alguien se la contado a los productores. Hay guiños que parece que están ahí para que los que vimos la original sonriamos con complicidad, pero están absolutamente fuera de contexto y es como si una vez acabado el guión, metiesen frases en medio sin que importe si tuviesen mucho sentido. Como muchas cosas que pasan, te quedas preguntándote ¿Por qué?

Tampoco sabemos de que va la pesadilla de su protagonista, es simplemente una pesadilla como la del original pero quieren que sea más dramático al no dar explicaciones, simplemente sabemos que el pobre hombre está atormentado por algo que hizo en su pasado.,.. Son cosas así las que me han hecho no gozar esta entrega de "Puñetazos ochenteros en el siglo XXI
".

PD: Las peleas CGI... En serio... ¿En serio?
Tomás Jeckyll
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22 de marzo de 2024
18 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comparada con este remake, la película original de 1989, interpretada por Patrick Swayze y Kelly Lynch, parece una puñetera obra maestra, cuando está lejos de serlo. La película original, no era ningún prodigio, pero se dejaba ver, y al menos tenía un guion original y coherente, y era un producto disfrutable y original, con unos personajes muy bien definidos.

Esta película quiere ser diferente a la original, y fruto de ello acaba convertida en un bodrio sin ideas, sin trama, con unos personajes mediocres y mal definidos, cuyas apariciones en la película rozan el absurdo, dentro de una trama incoherente y deslavazada, que nunca te crees, y que parece cortada y montada a machetazos, donde varios de los personajes que aparecen no tienen apenas influencia en la trama y sus hilos argumentales no se desarrollan en lo más mínimo.

Estamos ante una película mediocre, desangelada, en la que nunca te crees a Jake Gyllenhaal en su papel de portero del garito de turno. Al director parece importarle un pimiento el argumento, la historia y sus personajes, y prima por encima de todo un espectáculo visual, con una fotografía demasiado luminosa, que rehúye los ambientes oscuros, más típicos de los locales de carretera. Al final, el director solo se dedica a exhibir los musculitos (y el culo) de unos macarras Jake Gyllenhall y Conor McGregor, y sus ridículas peleas, olvidándose de la historia que debería subyacer en la trama, un hombre duro, que ejerce una profesión dura, y que trata de hacer su trabajo y proteger un local de carretera, del que quiere apropiarse injustamente y por la fuerza, un hombre rico y poderoso.

El problema es que se esbozan diversas tramas, pero todas resultan inconsistentes, inexplicables o sin ningún sentido. Incluso nos intentan colar un atisbo de trama sentimental, metida con calzador, rebuscada y absurda, en la que no te crees a Daniela Melchior, ni al bueno de Jake Gyllenhaal, y en la que los dos protagonistas parecen sentirse ridículos.

Además, casi se abandona por completo la trama del bar, que parece ser una excusa para que su protagonista se convierta en una especie de boina verde ridículo, con conocimientos hasta en explosivos, y cuya única habilidad parece ser la de dar mamporros a diestro y siniestro, aparentando que no le gusta hacerlo, y que su pasado le atormenta.

En cuanto al reparto, pocas veces se puede ver la falta de definición de tantos personajes en una misma película. Se abren varias tramas, y no se desarrolla ninguna. La película está llena de mensajes vacíos que se convierten en eslóganes sin contenido alguno, llena de un montón de ideas sin el más mínimo desarrollo, todas ellas envueltas en unas peleas que la mayoría de las veces rozan la autoparodia.

Vemos a un desenfrenado Conor McGregor, hacer el papel de un descerebrado macarra, que le va como anillo al dedo. Lo malo, es que se nota demasiado que no es actor y carece de dotes para tal menester, y solo es capaz de lucir un único registro de macarra desquiciado-alucinado. Evidentemente no voy a discutir sus dotes para la lucha, pero como no sabe actuar, desde el principio hasta el final su personaje resulta grotesco.

El CGI es penoso. Y las peleas y las acrobacias, producen absoluta incredulidad e incluso malestar. Me revuelvo en el sillón varias veces, viendo las acrobáticas y desmesuradas piruetas aéreas del protagonista y los villanos de turno (por llamarles de alguna manera, por que son más dignos de lástima que otra cosa), y todo ello, viendo a un actorazo como Jake Gyllenhaal, malgastar su enorme talento en este subproducto.

Los malos de esta película, Billy Magnussen y Conor McGregor, en la película parecen un un par de payasos con ínfulas de actores, que sin duda podrían aprender algo de la magnífica caracterización de Ben Gazzara, como el villano de la película de 1989.

Con estos mimbres, es difícil crear algo mínimamente coherente. A sabiendas de ello, el director opta por camuflar la falta de guión, con la vistosidad de las peleas en las que aparece Conor McGregor, y con explosiones e inverosímiles acrobacias aéreas, en las que vemos saltar por los aires a los protagonistas, que se recuperan milagrosamente de aparatosas y mortales caídas, como si no hubiese pasado nada.

Tan absurda es la trama, que podrían haber caracterizado a Jake Gyllenhaal como un ex boina verde, y el resultado hubiese sido seguramente más creíble. Por lo demás, la trama del bar, parece más una excusa, para poder decir que es un remake de la película de 1989, que una parte necesaria del argumento de esta historia.

Se echa mucho de menos el magnífico papel secundario de Sam Elliot en la versión de 1989, que daba mucha profundidad a la película, y que han borrado de un plumazo.

Lo dicho, esta versión es una absoluta mediocridad, indigna de su director, un perdido Doug Liman, que es incapaz de definir una trama o un personaje, en las 2 horas que dura la película.

Lo peor, es que todo apunta a que se acabará rodando una segunda parte. Pero conmigo que no cuenten. Voy a ver si veo otra vez la original de 1989, con Patrick Swayze, para quitarme el mal gusto que me ha dejado esta chorrada.
migfersaav
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