El monstruoCortometraje

Creo que Borja y yo vamos escribiendo unas pequeñas líneas sobre los cortos de Georges Méliès y creo que coincidimos en algo, ya no sabemos que escribir sobre ellos ya que son todos iguales y es lo mismo lo que escribimos sobre ellos.
En este caso nos vamos al antiguo Egipto pero nada tiene que ver la acción con el decorado, podría haber pasado en un circo y nada hubiese cambiado la cosa.
Más de lo mismo pero no está muy depurada la acción.
Un esqueleto que se convierte en un monstruo, éste sube, baja, baila y desaparece, esa es toda la intriga de este corto que como bien digo, son simples ejercicios de aprendizaje del maestro francés.

Una esfinge de melancólica mirada puede convertirse en una diosa a cuyos pies el milagro cobra carta de naturaleza.
También en el escenario donde se produce la transformación de la vida en la muerte.
O la de ésta en aquélla.

Si nos encontráramos como espectadores en una sala de proyección cinematográfica a principios de siglo, nos asaltaría de inmediato una sospecha.
¿Se trata de otra película de Méliès?

La duda representa en este caso un marchamo de identidad y una garantía de calidad.

Mélies, como buen mago e ilusionista, nos obsequia con un catálogo de trucos de escenario, que en aquellos años maravillarían a los que se asomaban a las pantallas de ese nuevo invento que ere el cine. La filmación es dinámica y va al grano, ofreciéndonos como un mago ficticio ofrece a un noble poderoso quizás egipcio, magia real, dotando de vida a un esqueleto, que bailará para el noble e incluso recuperará su vitalidad. Un mago en la pantalla y otro mago dirigiendo e inventando. El cine en estado puro.