El deseo de ser piel roja

Si por algo destaca este filme es por la poderosa fuerza que desprende el sentimiento de que éste será el último viaje que uno de los protagonistas acometa. No se sabe quién, pero desde el primer momento lo sientes. Y eso le otorga a las imágenes una pasión arrebatadora.

Formidable Pepe Sancho y muy bien Miguel Hermoso y Marta Belaustegui.

Una película del siempre interesante y del todo insobornable Alfonso Ungría que se centra en una historia triangular, en tres tipos desarraigados, utópicos y descreídos que llevan a cabo un itinerario emocional e intrínseco desde Tánger hasta el límite de las provincias de Santander y Palencia, para llegar a su destino y objetivo de épica absurda e inútil: volar una central nuclear.
Son una pareja en proceso de quiebra -Sancho y Belaustegui- y un joven desorientado -Hermoso-. llamado Martín, el mismo personaje de "África", la película previa de Ungría. Juntos componen un mapa de seres desbocados, inseguros, heroes de nada, ni siquiera de sí mismos o para sí mismos. Por cierto, el título está sacado de un relato de mi amado Kafka.

Cinco años después de la castiza y sugerente 'Africa' el director desciende varios peldaños en el que hasta el momento es su último largometraje. El único atractivo es ver a José Sancho y eso que su personaje se ve contagiado por un guión que contra todo pronóstico anula su potencial y no ofrece muchas escenas interesantes, produciéndose un notable bajón en su final.

Aunque en realidad sí tiene escenas buenas, casi todas a cargo del brusco, visceral y expresivo intérprete valenciano (cuando mira la arena y se da cuenta de que 'han follado', cuando desvela que a diferencia del personaje de Miguel el sí cree en Dios, fácilmente la mejor escena del filme, es un actor que desprende carisma y arrojo a costados, resulta atractivo verlo, interactuar con los demás personajes, mordaz, sarcástico, deslenguado, pero sabiendo también mostrarse cariñoso y apasionado) pero conforme avanza se va desinflando, tanto por la tendencia de ilustrar la depresión en su faceta menos interesante, regodeandose en el nihilismo y en lo lacrimógeno rozando la náusea, como por la situación en sí, hay momentos en los que al espectador le invade la sensación de que lo que se le está contando simplemente no se sostiene. Y Miguel Hermoso está especialmente mal y Marta Belaustegui tampoco compone un personaje con una identidad reseñable.