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La caja 507

Thriller Modesto, un hombre honrado y trabajador, dirige una sucursal bancaria en la Costa del Sol. Un día, unos atracadores entran en el banco, revientan las cajas de seguridad y lo dejan atrapado dentro. Casualmente, al mirar el contenido de la caja 507, descubre que la muerte de su hija, ocurrida hace algunos años, no fue accidental. Del contenido de esa caja depende también la vida y la seguridad de Rafael, un ex-policía corrupto y sin ... [+]
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Críticas 71
Críticas ordenadas por utilidad
6 de febrero de 2006
77 de 93 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por guión, dirección y reparto protagonista, nadie notaría la diferencia con uno norteamericano; pero por fotografía y sonido, yo sí la noto. No es que el apartado técnico sea malo, pero hemos de reconocer que con un presupuesto americano se podría haber mejorado aún más el conjunto. Qué pena.

La verdad es que Resines y Coronado están que se salen y la historia engancha en todo momento. La casualidad que da pie a la historia es verosímil.
¿Por qué no se hacen más películas así en España? Seguro que la gente vería más cine español y no tendríamos que soportar las interesadas y falsas exigencias (súplicas más bien) de la ministra de cultura de turno. Además, los directores realmente buenos, como Urbizu, sacarían adelante sus proyectos con mayor facilidad.
jastarloa
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25 de febrero de 2009
57 de 61 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enrique Urbizu consigue otra vez que Resines no haga de Resines y logra quitarle la cara de galán con L-casei (y munitas) a Jose Coronado, con lo cual el mérito es doble.

Además crea un thriller de categoría basándose en un tema tan español como es la especulación inmobiliaria, sin caer en topicazos y con una dirección basada en que sean los personajes los que se muevan hacia la cámara y no al revés, dando una verdadera lección de la utilización de la profundidad de campo, pilar básico de la técnica cinematográfica y que Urbizu maneja como pocos. Esto además hace que el montaje no tenga que ir al corte continuamente, como sucedería en cualquier otro thriller, ya que el movimiento de los actores mantienen la atención del espectador. Bueno, bonito y barato ¿Alguien da más?

Pues si, Urbizu, que construye un guión en el que la ambigüedad entre los buenos y los malos, más patente a medida que avanza el film, es utilizado como crítica al poderoso caballero don dinero, de cuya tentación no puede librarse ni el más santo de los hombres. Los personajes de la película se escudan en otros argumentos ( la venganza, sobre todo.) para no reconocer que únicamente les mueve el vil metal y poder así justificar sus actos.
Guión complejo y de múltiples lecturas el de esta película. Que aprendan en Hollywood, que les sacas de la trama principal y se pierden.

¡Qué viva el cine español, ea!
Favio Rossini
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21 de marzo de 2013
51 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Modesto Pardo (Antonio Resines) es, en apariencia, más modesto que pardo y, desde luego, no es un mazas. Rafael Mazas (José Coronado) sí lo es –un mazas, digo. No tiene nada, en apariencia, de pardo y de modesto.

Enrique Urbizu conoce bien su oficio. Aunque los nombres de sus protagonistas y el engranaje de la historia estén cuidadosamente medidos, nos cuenta lo esencial por medio de la imagen. Sabe contraponer a un plano 'marbellí', otro de La Línea de la Concepción. A un plano del entorno natural y virgen, otro de grúas, ladrillos y especulación inmobiliaria. Y que los contrastes hablen por sí solos.

Urbizu dirige con pausa y pulso recio, mima los encuadres y nunca se acelera sin motivo. Prefiere la violencia en fuera de cuadro a la violencia dentro de la imagen –en él, ese rasgo de estilo es una decisión moral. La acción avanza escena a escena. Sin florituras. Ninguna secuencia resulta irrelevante. Es notable la economía de gestos y palabras que impera en la película. Rafael Mazas no sonríe ni una sola vez (sólo vemos su sonrisa en una foto, como si el director nos recordara que la felicidad del personaje es cosa congelada y del pasado). Modesto Pardo es serio y comedido; encuentra su elemento en la venganza.

La acción presenta dos líneas paralelas (la de Modesto y la de Mazas). Dos líneas que, intuimos, habrán de converger. La intriga está en el cuándo y de qué modo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Servadac
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29 de marzo de 2007
35 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Enrique Urbizu se le recuerda por ser el director capaz de sacar a relucir otros registros distintos a Antonio Resi nes en Todo por la pasta (1991). Más tarde, Ricardo Franco los acentuaría en La buena estrella (1997), y de nuevo aquí, en La caja 507, Urbizu le regala la posibilidad al actor es pañol de afianzarse como actor dramático.
La caja 507 es la prueba palpable de dos asuntos de cierta importancia: el primero de ellos hace referencia a que el cine español goza de pequeños talentos, ocultos y desbordados por los encargos y las directrices que rigen en el mercado, que no están disponiendo de la suficiente confianza para dar rienda suelta a su imaginación y sus posibilidades; el segundo nos deja bien claro que el cine patrio aún no ha asentado sus señas de identidad actuales y sigue perdido en las comedias huecas, campechanas y con tufo a lo cine de barrio, además de en historias demasiadas veces ambientadas en la España rural y franquista. El director demuestra que disponemos de material suficiente para convertir en imágenes los problemas que azotan al mundo, y que tienen la forma en nuestro país de corrupción política, delincuencia, malos tratos, terrorismo, paro, mafias internacionales, narcotráfico, ajustes de cuentas, dinero negro, incendios provocados... y ya es hora, de que filmes como La caja 507 supongan un punto de inflexión para directores y productores, sobre todo para estos últimos. Con guiones como el escrito por Enrique Urbizu y Michel Gaztambide, de esos que funcionan apegados a la realidad uniendo cabos sueltos, se nos presenta el retrato exacto de dos personajes antagónicos, y como en muy pocas veces, el de un héroe anónimo que no diferencia el bien del mal. No se alejan mucho los negativos de la frialdad y la violencia de Don Siegel en Harry el sucio (1971), del objetivismo y la distancia de Sidney Lumet (Tarde de perros), o de la facilidad para narrar una trama, propia de los submundos, de William Friedkin en French Connection (1971). Sólo hay que prestar atención a frases tan contundentes como las dedicadas al mundo de la prensa o a las que salen de la boca de José Coronado (excelente, la mejor interpretación de su carrera) para tratar de paliar las borracheras de su compañera sentimental Goya Toledo.
Con pulso firme, repleto de seguridad, tal vez un poco falto de ritmo en algunos momentos, el director consigue una obra notable, seria, verosímil e impactante, que quedará en la retina de los espectadores durante mucho tiempo, y servirá de guía para próximas comparaciones.
La Maga
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19 de junio de 2010
27 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
"No parece española, parece norteamericana" es el comentario de la gente tras ver la película. En efecto, ya que se aprecian características bien notables del cine negro clásico y de los habituales acercamientos comerciales de Hollywood al género policíaco. Primeramente un guión bien trabajado, luego una gran sabiduría narrativa rubricada por un soberbio montaje y la baza de un par de eficaces actores (Resines y Coronado), capaces de llenar la pantalla con tan sólo estar frente a cámara sin ni siquiera decir nada.

Porque en esta película hay pocas palabras. Buena señal. La imagen y la acción, sin palabras, tienen prioridad. Por eso, quizás la gente comenta que la cinta "no parece española". No porque el cine español sea malo o el norteamericano bueno (que ciertamente ya no es el de los años 40 ó 50), sino porque el público capta que es una película de factura distinta de la habitual en nuestros medios. La iniciativa del héroe individual para vengarse por su cuenta es uno de los principales "leit-motivs" del cine norteamericano y, sobre todo, del western y el cine negro.

Detrás de una historia violenta se esboza una denuncia que ahí queda. No sólo se apunta a las mafias, crecientes en España, y a las tradicionales especulaciones de terrenos con la complicidad de las autoridades (Caso Malaya por ejemplo), sino a problemas de menor calado como la falta de agua en la población mientras las piscinas de los privilegiados son llenadas tranquilamente. Por la pantalla se desfila mucha basura y perversión moral.

Buena fotografía, inteligente y comedido uso de la música, discretos movimientos de cámara, sugerencias fuera del encuadre, etc., todo confirma la madurez de Urbizu en la puesta en escena. Violencia y ternura alrededor de un personaje entrañable se combinan en una película que se ve muy a gusto.
Condosco Jones
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