Los gatos samurái (Serie de TV)

Es verdaderamente difícil que una serie o película que te fascinaba cuando crío, envejezca correctamente y no den añoranza de un tiempo pasado en el mejor de los casos, vergüenza en el peor de los mismos. Los Samurai pizza cats son una de esas loables excepciones en que, pasados unos quince años, causan el mismo efecto. Es maravilloso ver cualquier antiguo episodio de la serie y comprobar como se puede seguir disfrutando por las mismas razones de antaño.

Uno de los grandes puntos que tenía a favor en la serie era el narrador, siempre presente, y que interactuaba con buenos, malos y neutros, como si de un personaje más se tratara, hasta el punto de poder tomar decisiones respecto al capítulo, y mostrar disconformidad con el mismo; era frecuente ver como este narrador echaba pestes sobre los guionistas de la serie, o aconsejaba a los gatos cual era el momento idóneo para hacer el ataque definitivo.

Todos los capítulos, aunque con igual estructura, siempre el guión es el que hace que el capítulo sea mágico. Escuchar a un robot (siempre un robot) enviado por Gran Quesote (Siempre creado y enviado por el), cantando grandes éxitos de cantantes mexicanos, (Esta tarde vi llover, La barca en que me iré...), es, cuanto menos, fabuloso.

Además, las hazañas de estos gatos quitan el aliento... ¡Como una bola de pelos en la garganta!

Divertidísima serie de animación, que me alegraba la sobremesa a diario en mis tiempos mozos...
Dibujada con alegría, y con un humor muy japonés. (Aunque seguro que la traducción como en otras muchas series importadas, no tenía nada que ver...)

Pues lo dicho, un divertimento claro y sin pretensiones de los de antes. Con unos capítulos calcados mil veces, pero con la capacidad de hacernos esperar sonriendo al siguiente golpe de Speedy, Poli y Guido...

Crecí mirando cada semana unos singulares animados que nada tenían que ver en su trama ni con los serios "muñequitos rusos" ni con los excesivamente simplistas de Norteamérica. Este trío de gatos, acompañado de muchísimos personajes muy bien definidos, hicieron de las delicias de mi generación en unos noventa que para mi país (Cuba) no fueron precisamente provocadores de risas. Irreverentes, divertidos, nunca te levantarás del asiento sin sonreir porque los gatos samuráis son de una raza especial... la que siempre encuentra manera de alegrar tú corazón.

Mala serie que tenía muy buena pinta la primera vez que oí sobre ellas en mi viaje a Takasaki allá por los años ochenta. En la serie iban a trabajar Kunitoshi Okajima y Shingo Kaneko, lo que eran garante del tratamiento a los samurais, que añadido al respeto que tienen por los animales en Japón, harían una buena serie.

Sin embargo todo se vino abajo a causa de la integración de norteamericanos en los guiones. Aún así hay dos capítulos salvables, el de Yikuwita y su honor y en el que Kudiato tiene que elegir entre una gata y su país. Grandes diálogos que me hicieron llorar.