Si los guionistas de esta película son de los que están de huelga actualmente, deseo de todo corazón que continúen así para siempre y que tengan que ganarse la vida con cualquier cosa que no tenga que ver con el cine. El argumento de esta película lo podría haber escrito el perrito de Iker Jiménez una noche de insomnio tras zamparse un libro de egiptología con wiskas (o como se llamen las pelotillas que comen los perros). Se trata de una comedia sin gracia, desarrollada de la forma más ramplona posible: lo que les interesa a los guionistas no es divertir o asombrar, sino impartir su consabida moralina –tan norteamericana– sobre las relaciones paternofiliales y el éxito. Repugnante.

A ver si la huelga en EEUU se alarga, se hunde toda su industria del cine y empiezan de nuevo, porque están tocando fondo.