Una de las películas sobre la Segunda Guerra Mundial más impactantes, cruentas y poderosas que he visto nunca.

El impactante viaje de un muchacho llamado Florian que descubrirá como lo que el creía que era un juego o una aventura, no es nada más que pesar, muerte y destrucción; interpretado magistralmente por Aleksey Kravchenko, quien sostiene la película. Es increíble cómo gracias al maquillaje y a su expresividad, transmite todo el sufrimiento del que este testigo y víctima, cómo con su mirada nos muestra todo lo que ha envejecido en tan solo unos meses, cómo pasa de ser un niño a un monstruo más de la guerra.

Cinematográficamente hablando, la realización anda a medio camino entre la excelencia y la torpeza. Mientras que por un lado encontraremos planos soberbios, especialmente los primeros planos en los que los actores miran directamente a cámara, o en los que se juega con la profundidad de campo; por otro tenemos encuadres extraños que sobran y no dicen absolutamente nada, o incluso movimientos torpes y sin sentido. Pero cuando la película te quiere atrapar visualmente, lo consigue de forma poderosa. También el montaje es extraño a veces, con elipsis mal planteadas y explicadas.

En cuanto a lo simbólico e ideológico, no se ni que pensar. Existe una clara denuncia hacia el fascismo, quizás un poco tanto erráticamente expresada en los momentos finales (demasiado focalizados en la figura de Hitler), pero por otro lado, no creo que llegue denunciar la guerra en sí. De hecho una frase final hace referencia a las aldeas arrasadas por el ejercito alemán.

Sea como fuere una impactante película que te atrapará casi desde el principio no solo por su realización efectista, sino por su increíble protagonista y terrible historia.