Es casi digno de admiración el desacomplejado enfoque con el que la saga torettiana se lanza al absurdo, la explosión, el macarreo y un enfoque dramático digno de Dragonball Z. Porque no hay excusas - esto es una chorrada y sus creadores lo saben. Algo que ya quedaba claro en la novena entrega.

Y ahora, en su décima entrega, la cosa se convierte en un Infinity War de coches (tiene guasa que la saga lleve desde 2001, mucho antes que el MCU, amigos). Por supuesto, funciona a ratos y tampoco funciona. Es decir - el nivel de despiporre alcanzado se llega a atrancar (ha habido set pieces tan locas tras años que la repetición es inevitable). Y se nota para mal. Por otro lado, los intentos de drama chocan cada vez más con los extremismos actioner de GIJOE. Supongo que Vin piensa que aquí aún puede haber drama.

Pues no, señora - el tema es un disparate. Lo cual me lleva a...

Momoa. Tiene bemoles, pero el tipo es lo mejor del film; el libreto se saca de la mano a un villano payaso, ruidoso, hortera y reinona que le da chispa al tema. No sé ustedes, pero el tema del villano denso/oscuro cansa ya. Y aquí tenemos al Simon Phoenix de la saga. Jason se lo pasa BOMBA y regala las partes más graciosas del film, sin duda. Luego - well - está TODO EL MUNDO aquí - desde la Capitana Marvel a Statham, Furiosa, la puñetera Helen Mirren -- lo dicho. Todo el mundo.

Y lo demás: lo de siempre - ruido, furia, canciones espantosas en la BSO, una logística salvaje de rodaje (la Virgen con lo de Roma). Vamos, que pocas sorpresas.

¿El saldo final? El material ya no da para mucho más. Normal que cierren la saga.

Eso sí - el film es diverso sin forzar, hortera, idiota y machirulo. Que no es poco.