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Alina_Cat rating:
10
5.9
52,124
Drama
The Tree of Life is the impressionistic story of a Midwestern family in the 1950's. The film follows the life journey of the eldest son, Jack, through the innocence of childhood to his disillusioned adult years as he tries to reconcile a complicated relationship with his father (Brad Pitt). Jack (Hunter McCracken, played as an adult by Sean Penn) finds himself a lost soul in the modern world, seeking answers to the origins and meaning ... [+]
Language of the review:
- es
September 25, 2011
26 of 33 users found this review helpful
Escribir sobre ella puede ser un duro reto, pero sin duda verla lo es aún más. ¿Por qué? Porque El árbol de la vida es una película sin guión, con un hilo conductor casi invisible, extremadamente difícil de asimilar al momento e imposible de descifrar racionalmente. Una película, no: una metáfora. Pero una metáfora sin palabras, que deja sin habla hasta a los poetas.
Una historia bordada con detalles y con un sinfín de imágenes de la naturaleza: el sol, el mar, los árboles. La película combina el drama de una familia norteamericana de los años 50, narrado con incontables saltos temporales, con minutos y minutos de imágenes que se suceden indefinidamente y que parecen sacadas de un documental sobre la formación del universo. Varias veces aparece, también, una luz que representa al Señor. Y es que el film confronta de manera excelente la fe en Dios con la creación del universo según la teoría científica. La banda sonora de la película, una pieza barroca de carácter melancólico y misterioso, tampoco pasa desapercibida.
El árbol de la vida es, simplemente, algo insólito. Y no porque se aleje de la línea estilística de su director, Terrence Malick. Ya se sabe que sus películas suelen ser duras de roer (La delgada línea roja y El nuevo mundo me dejaron, confieso, un nudo en la garganta), que la oda a la madre naturaleza es uno de sus cuños y la reflexión sobre la vida y el hombre, probablemente, no le deja conciliar bien el sueño. Sin embargo, esta película tiene algo único. Al verla pensé que marcaría un antes y un después en la manera de hacer cine. Más tarde limé ese pensamiento y supe que quizá no, que después de ella todo seguiría igual, pero que su originalidad era aplastante. Es distinta a todo lo que he visto hasta ahora, no recuerdo ningún film elaborado de manera semejante, y estoy segura que pasará tiempo hasta que aparezca algo parecido. Una idea de hacer cine, en definitiva, innovadora y singular.
Grabada en el 2009, es quizás la película en la que Malick debe haber invertido más tiempo, empeño y esfuerzo, con tal de servir en bandeja algo diferente conservando, ante todo, su esencia cinematográfica. Y sin duda lo ha conseguido. Del reparto, si tuviera que destacar algún actor, ése sería Brad Pitt: me sorprendió gratamente, su personaje me llegó mucho. Aunque todos los intérpretes, pienso, logran estar a la altura de su papel.
(continuo en spoilers)
Una historia bordada con detalles y con un sinfín de imágenes de la naturaleza: el sol, el mar, los árboles. La película combina el drama de una familia norteamericana de los años 50, narrado con incontables saltos temporales, con minutos y minutos de imágenes que se suceden indefinidamente y que parecen sacadas de un documental sobre la formación del universo. Varias veces aparece, también, una luz que representa al Señor. Y es que el film confronta de manera excelente la fe en Dios con la creación del universo según la teoría científica. La banda sonora de la película, una pieza barroca de carácter melancólico y misterioso, tampoco pasa desapercibida.
El árbol de la vida es, simplemente, algo insólito. Y no porque se aleje de la línea estilística de su director, Terrence Malick. Ya se sabe que sus películas suelen ser duras de roer (La delgada línea roja y El nuevo mundo me dejaron, confieso, un nudo en la garganta), que la oda a la madre naturaleza es uno de sus cuños y la reflexión sobre la vida y el hombre, probablemente, no le deja conciliar bien el sueño. Sin embargo, esta película tiene algo único. Al verla pensé que marcaría un antes y un después en la manera de hacer cine. Más tarde limé ese pensamiento y supe que quizá no, que después de ella todo seguiría igual, pero que su originalidad era aplastante. Es distinta a todo lo que he visto hasta ahora, no recuerdo ningún film elaborado de manera semejante, y estoy segura que pasará tiempo hasta que aparezca algo parecido. Una idea de hacer cine, en definitiva, innovadora y singular.
Grabada en el 2009, es quizás la película en la que Malick debe haber invertido más tiempo, empeño y esfuerzo, con tal de servir en bandeja algo diferente conservando, ante todo, su esencia cinematográfica. Y sin duda lo ha conseguido. Del reparto, si tuviera que destacar algún actor, ése sería Brad Pitt: me sorprendió gratamente, su personaje me llegó mucho. Aunque todos los intérpretes, pienso, logran estar a la altura de su papel.
(continuo en spoilers)
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Lamento no haber podido disfrutar del final como habría querido, pues los murmullos y la gente abandonando la sala del cine se hicieron insoportables. Especialmente mi vecina de la derecha, que no paraba de quejarse y de hacer comentarios absurdos a su acompañante, a la que habría echado a patadas con mucho gusto. Por lo tanto, presten atención: si no te gusta la película, vete en silencio. Pero deja a los que decidan quedarse permanecer absorbidos por el misterio de este film. Porque, éste sí, es para minorías.
La manera de enfrentarse a esta película se reduce a una. El espectador, de antemano, debe estar predispuesto a prescindir del control durante dos horas y medias. A que sea la película la que lo conduzca a él. A dejarse llevar por la corriente de sensaciones que lo arrastra desde el primer hasta el último minuto. A renunciar a entenderlo todo: no hay nada que entender, todo es sentir. Los últimos diez minutos concentran magistralmente el conjunto de emociones del largometraje: la vida, el nacimiento, la muerte, la pérdida.
Al final, como ya he dicho, la película te deja sin palabras. Probablemente porque es una película completa y redonda: está bien concluida y no hay nada que añadir. Te da la sensación que no la puedes explicar, ni siquiera eres capaz de describir muy bien las impresiones que te ha causado. Por eso es tan difícil hacer de ella una crítica de la única manera que sé: con palabras. Sin duda, sí… Es un duro reto.
La manera de enfrentarse a esta película se reduce a una. El espectador, de antemano, debe estar predispuesto a prescindir del control durante dos horas y medias. A que sea la película la que lo conduzca a él. A dejarse llevar por la corriente de sensaciones que lo arrastra desde el primer hasta el último minuto. A renunciar a entenderlo todo: no hay nada que entender, todo es sentir. Los últimos diez minutos concentran magistralmente el conjunto de emociones del largometraje: la vida, el nacimiento, la muerte, la pérdida.
Al final, como ya he dicho, la película te deja sin palabras. Probablemente porque es una película completa y redonda: está bien concluida y no hay nada que añadir. Te da la sensación que no la puedes explicar, ni siquiera eres capaz de describir muy bien las impresiones que te ha causado. Por eso es tan difícil hacer de ella una crítica de la única manera que sé: con palabras. Sin duda, sí… Es un duro reto.