La película no realiza introducción alguna y ya de inicio se mete de lleno en una persecución a saco contra un niño de apariencia normal si no es por unas gafas ( que más parecen de natación que futuristas ) que lleva ya sea para salvarse de la luz o para preservar sus fuerzas superiores que le llegan por los ojos. El caso es que todas las partes en juego se disputan al niño prodigio. El hecho de que quieran apropiarse del chico con poderes extraños no es otro que para sacar tajada: los malos de una secta religiosa que pueden ver en él su salvador ante la poca fe que hay actualmente, el FBI quiere apropiarse porque es un hallazgo que los encumbrará de por vida. Ante tantos peligros, sus protectores quieren situarlo a salvo con la intención de llevarlo al punto de encuentro con los suyos, pero tanto sectarios como policías, que ven un filón en el chaval, intentarán recuperarlo a toda costa. El E.T. que nos vamos a enfrentar ya no es un bicho raro como el de antaño( el que creó Spielberg) sino un niño con poderes sobrenaturales. El chaval es un filón en bruto que nadie quiere perder de vista. Finalmente, la disputa se encarniza de tal manera que la violencia hace su aparición. Al final, desaparecen las sorpresas y todo se coloca en su lugar.
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