Preciosa película ambientada en la Seguda guerra mundial, pero esta vez desde el punto de vista de los perdedores, demostrando que los alemanes también las pasaron canutas y que muchos tenían su corazoncito.
Un soldado alemán destinado en el frente ruso vuelve a su ciudad de permiso, alli no encuentra las cosas como las recordaba, pero intenta aprovechar su tres semanas de permiso como si fueran las últimas de vida.
Buen guión, romanticismo, ritmo, buenos actores y la música de Miklos Rosza convierten a este clásico de Douglas Sirk en una joya.