Celeste y Sihem se conocen en en centro de desintoxicación para drogadictos en el que ingresan el mismo día. Quizá debido a esta circunstancia, conectan desde el primer momento y aparece entre ellas la amistad, quizá -y solo quizá- teñida de cierto sentimiento amoroso, cono parece apuntarse leve y sutilmente. Son dos seres a la deriva, esclavas de su dependencia de una mierda que tantas vidas se ha cobrado; paraísos artificiales que esconden un infierno.

Su lucha, vicisitudes y los altibajos de su relación nos son mostrados con sencillez, sentido dramático y talento al dirigir a sus dos buenas y seminoveles actrices protagonistas, muy creíbles en sus no fáciles papeles, y que consiguen instantes emotivos entre ellas, que saben transmitir al espectador.

Una no novedosa pero estimable opera prima, que se puede ver estos días en el actual Atlántida Film Fest.