Cada cierto tiempo aparece en las carteleras de nuestro país una película colombiana que contra todas las expectativas deslumbra y hace revivir la esperanza en el desarrollo de la calidad de nuestro cine. Es lo que sucedió en 2007 con “Satanás”, o a inicios de este año con “Contracorriente”, aunque esa coproducción sea más peruana que colombiana. Y es lo que, desafortunadamente, no sucede con “García”.

“García” es la historia de un celador (Damián Alcázar), una persona que la primera parte del film se empeña en mostrarnos como normal, de clase baja, luchando por hacer feliz a su esposa Amalia (Margarita Rosa de Francisco), quien no escatima actitudes y gestos cuando de mostrar su descontento se trata. Tras un evento inesperado, García se verá envuelto en una serie de enredos comandados por su compañero de trabajo Gómez (Fabio Iván Restrepo) que trastocará la cotidianidad de todos los personajes.

Primero, lo positivo. “García” es un éxito en la parte visual y sonora. Se nota el considerable progreso técnico que ha tenido el cine colombiano y es apreciable el uso de distintas locaciones que le añaden riqueza a la película. Las actuaciones en general son muy buenas y, aunque se le agradece inmensamente a Gómez (Restrepo) su papel de “comic relief”, quien más destaca es Margarita Rosa de Francisco, quien encarna a la perfección su papel de esposa desalmada. Y la música, a pesar de ser escasa y de hacer falta en varias ocasiones, es muy apropiada en los momentos en que hace su aparición.

Pero “García” tiene fallas más profundas. El guión, que quiere enredarse y sorprender, termina siendo predecible desde el comienzo. La emoción que se debería sentir se ve condenada debido al escaso desarrollo de los personajes, y al final terminamos presenciando un espectáculo muy lineal y simple. La cinta no toma la tenebrosidad de “Satanás” ni logra conectar emocionalmente como “Contracorriente”. Recuerda más la innecesaria lentitud en los diálogos de “Los Viajes del Viento” y la falta de sentimiento de la terriblemente editada “Rosario Tijeras”. Aún así, la historia tiene un desenlace satisfactorio que nos invita a apreciar lo que tenemos y no gastarle tiempo a aquello que nos hace daño.