En marzo de 1960, la Sterling Cooper da trabajo a una cohorte de personajes representativos de la época, poco a poco la cámara pasa del gran angular al primer plano y muestra a Don Draper, seductor, jefe del departamento creativo, héroe de Corea, felizmente casado con Betty, rubia tan atractiva como él y padre de dos adorables retoños, y viven en una casa de las afueras, en resumen representa el triunfo del American way of life.
Las apariencias engañan, todo no es color de rosa. Don es adúltero sin tener conciencia de cometer acto deshonroso. El trabajo le absorbe de 9 a 5, y muchas noches las cenas de negocio le retienen en la ciudad, eufemismo para enmascarar las citas con amantes. Primero, la chica bohemia del Greenwich Village, amiga de beatnicks que escuchan folk de protesta y fuman porros de maría. Luego, la rica heredera de unos almacenes con problemas relacionales. Mientras, Don mantiene viva la mentira, agasajando a la esposa con caros regalos y cenas a la suave luz de las velas. Ésta intuye los engaños, aunque se decide por la solución más fácil, mirar hacia otro lado. Seguro de sí, Don consume el gran error, liarse con una mujer casada, cosa que precipita el drama. Betty se entera por el cornudo y así comienza el vía crucis. Echado de casa, se va a vivir al hotel cerca de la agencia, sus convicciones se tambalean, y lo peor, el pasado escondido emerge a la superficie. El héroe de Corea no es tal. En realidad se llama Whitman, joven campesino crecido en el seno de una autoritaria familia que, enviado a un destacamento, aprovecha la muerte accidental del teniente para robarle la identidad y suplantarle.
Mad men es una elegante y minimalista serie que muestra las consecuencias del adulterio en el seno del matrimonio. La Sterling Cooper es el centro donde gravitan múltiples personajes del mundo publicitario del entorno de Don Draper con su lograda recreación de los sobrios trajes masculinos, los imposibles peinados de mujer, los sostenes cónicos, el contorneo de los traseros, los ajustados vestidos. Todos, absolutamente todos, fuman como carreteros y beben como cosacos… en la oficina. Otros tiempos.