La primera parte nos muestra el nacimiento de un amor homosexual entre un soldado y un joven campesino. Una relación mostrada sin morbo y con naturalidad, con una naturalidad que casi nos hace pensar que, en Tailandia, esto fuese algo normalmente aceptado. Y esa anormal normalidad (mierda de juego de palabras que me salió) paradójicamente dota a la película de un halo de misterio, pues sentimos que algo no está funcionando correctamente, por lo que esperamos ese previsible ramalazo del guión que termina por no llegar.

La segunda parte, mi preferida, es un thiller psicológico “perfecto”. No entiendo las quejas por falta de diálogo cuando el soldado deambula solo por la selva, que esperaban, ¿qué caminara recitando a sheaspeare?. Me gusta la transformación del protagonista, su peregrinación dentro de sí mismo, su adaptación sensorial a la selva, sun comienzos de locura hablando con los animales (lo cual por cierto ya va introduciendo diálogos).

En resumen, una gran muestra del nuevo cine que nos llega, no sólo de Asia, y que apenas consigue repercusión ya no en los circuitos comerciales, sino tampoco en páginas como ésta. De hecho, últimamente me encuentro con frecuencia ante la imposibilidad de votar películas por no estar en la base de datos de Filmaffinity.
Nombres que ni aparecen: Lidia Bobrova, Naomi Kawase, Alexei Popogrebsky.
Filmografías olvidadas: la ausencia de películas de Portugal, por la proximidad geográfica y cultural es imperdonable (Pedro Costa, J.C. Monteiro), el nuevo cine argentino (Lisandro Alonso, Santiago Loza,...)
Directores de los que encontramos una o dos obras (el propio Apichatpong, Claire Denis,...).
Y no hablamos de películas o autores mediocres, de hecho muchos de ellos han conseguido éxito de crítica y premios en los circuitos de festivales, incluídos los grandes de Europa.
De todas formas, no se trata de criticar un trabajo del que todos disfrutamos y al que no negamos el mucho mérito que efectivamente tiene, sino de recordar a los olvidados que también merecen consideración.