Una serie inteligente, concisa, escueta, que despierta la perspicacia del espectador... la misma que llevamos acunando desde hace años, para que no se distraiga de su soporífero letargo.

Kevin Spacey, posee interpretando, ese punto canalla tan necesario a su personaje, al que se ha entregado con determinación, tal vez por sus intereses en la producción, además de lo meramente artístico.

Estoy viendo la segunda temporada, y logra mantenernos atentos sin que haya perdido la dinámica, con unos guiones bien perfilados y muy en línea de lo ya ofrecido.

Me gusta tal vez, porque me recordó al matrimonio Clinton.