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General Mola rating:
3
4.7
14,013
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August 31, 2010
9 of 16 users found this review helpful
De cine poco se puede hablar de esta película. "Cobra" es posiblemente la mayor macarrada perpetrada por Sylvester Stallone, en la que abundan frases dominantes (a cargo del protagonista, claro), reparto de puñetazos y machiruleces varias que hacen las delicias de aborregados mancebos de la ciudad ("ochenteros" sobre todo) que alucinan con un presunto despliegue de testosterona de alguien que tiene pinta de ser "duro". Para ser "duro" hay que buscar en otra parte, comparemos las virtudes de Mario Cobretti con las de nuestro nuevo héroe:
En lo más profundo de las sierras castellanas se ocultan hombres que aguantaron la llamada migratoria hacia la ciudad tecnócrata. Ellos resistieron y vencieron a la supuesta "dureza" urbana con su secular forma de ser hombres que imponen y nadie les tose.
El Tío Gurriato es un espécimen humano capaz de dejar la presunta "dureza" de Mario Cobretti a la altura del más amanerado taconazo de Guti. El Tío Gurriato no lleva cazadora ni gafas de sol, luce su camisa color gris claro planchada por su abnegada esposa (en cuyo bolsillo esconde su reloj de mano asido al bolsillo con su cadena de plata); así como sus pantalones de pana bien ceñidos y sujetos por tirantes que se elevan mucho más allá del ombligo, bajo éste se asoma su apéndice reproductor que se yergue abrupto en su protuberancia marcando las dos y diez.
Al Tío Gurriato no le hacen falta gafas de sol. Sus ojos no necesitan protegerse del astro rey para tratar de imponer respeto. Entre la sombra que le brindan sus pobladas cejas y la dureza de sus ojos achinados por efecto del sol al trillar en la era, lo cual, a su vez, le confieren su característica mirada penetrante y desafiante.
Al Tío Gurriato no le hace falta repartir puñetazos a diestro y siniestro para poner en su sitio a jovenzuelos descarriados. Él sólo precisa de una mano para arrearlos convenientemente; esa mano con dedos engarfiados producto de la artritis con mayor poder que un gancho de izquierda de Joe Frazier. Dicha mano funciona cual bayoneta, ya que remata a sus víctimas con su uña del dedo meñique; uña de filo puntiagudo que porta el veneno mortal del cerumen acumulado después del arrebañamiento pertinente que alivia ligeros escozores auditivos. Si la cosa se pone fea no precisa arma de fuego en el cinturón; con su garrota y su navaja milenaria con mango de madera y una sola hoja que vale tanto para cortar chorizo, como para atornillar o separar la roña acumulada en las uñas de los pies, despachando al otro barrio a cualquier individuo incómodo que se le cruce en su camino.
Comer pizza fría del congelador no es ser "duro" para el Tío Gurriato. Él ni siquiera se tiene que molestar en ir al congelador y abrirlo, se encuentra la comida ya preparada por su devota esposa que le ha puesto sopa como primer plato, es entonces cuando saca a relucir su poderío: "¡Reme! ¡Esta sopa está sosa! ¡Ponle sal, coño!"
En lo más profundo de las sierras castellanas se ocultan hombres que aguantaron la llamada migratoria hacia la ciudad tecnócrata. Ellos resistieron y vencieron a la supuesta "dureza" urbana con su secular forma de ser hombres que imponen y nadie les tose.
El Tío Gurriato es un espécimen humano capaz de dejar la presunta "dureza" de Mario Cobretti a la altura del más amanerado taconazo de Guti. El Tío Gurriato no lleva cazadora ni gafas de sol, luce su camisa color gris claro planchada por su abnegada esposa (en cuyo bolsillo esconde su reloj de mano asido al bolsillo con su cadena de plata); así como sus pantalones de pana bien ceñidos y sujetos por tirantes que se elevan mucho más allá del ombligo, bajo éste se asoma su apéndice reproductor que se yergue abrupto en su protuberancia marcando las dos y diez.
Al Tío Gurriato no le hacen falta gafas de sol. Sus ojos no necesitan protegerse del astro rey para tratar de imponer respeto. Entre la sombra que le brindan sus pobladas cejas y la dureza de sus ojos achinados por efecto del sol al trillar en la era, lo cual, a su vez, le confieren su característica mirada penetrante y desafiante.
Al Tío Gurriato no le hace falta repartir puñetazos a diestro y siniestro para poner en su sitio a jovenzuelos descarriados. Él sólo precisa de una mano para arrearlos convenientemente; esa mano con dedos engarfiados producto de la artritis con mayor poder que un gancho de izquierda de Joe Frazier. Dicha mano funciona cual bayoneta, ya que remata a sus víctimas con su uña del dedo meñique; uña de filo puntiagudo que porta el veneno mortal del cerumen acumulado después del arrebañamiento pertinente que alivia ligeros escozores auditivos. Si la cosa se pone fea no precisa arma de fuego en el cinturón; con su garrota y su navaja milenaria con mango de madera y una sola hoja que vale tanto para cortar chorizo, como para atornillar o separar la roña acumulada en las uñas de los pies, despachando al otro barrio a cualquier individuo incómodo que se le cruce en su camino.
Comer pizza fría del congelador no es ser "duro" para el Tío Gurriato. Él ni siquiera se tiene que molestar en ir al congelador y abrirlo, se encuentra la comida ya preparada por su devota esposa que le ha puesto sopa como primer plato, es entonces cuando saca a relucir su poderío: "¡Reme! ¡Esta sopa está sosa! ¡Ponle sal, coño!"
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
El Tío Gurriato no lleva una cerilla en la boca, él lleva dos huecos entre sus labios: por un lado uno fino para introducir su inquisitivo palillo y otro más grueso al otro lado para ubicar certeramente sus cigarrillos liados a mano y encendidos con mecha marca "Ideales". No Cobretti no, el tabaco no mata si es artesanal.
Al Tío Gurriato no le hacen falta frases tan largas como "El crimen es su enfermedad y yo soy su cura" para demostrar su poderío físico y dialéctico, le vale con su frase definitiva que suele pronunciar en su partida de tute en la taberna. Allí vemos al Tío Gurriato en su medio ideal. A su vera, su copita de "sol y sombra" (el Jack Daniels y el JB son mariconadas). Una vez repartidas las cartas pinta en bastos, el Tío Gurriato tiene el rey y el caballo de bastos (os recuerdo: cuando juguéis al tute contra estos superhombres da igual que lleves "las cuarenta" de inicio, siempre te las quitan), se acomoda sus partes nobles (que ahora marcan la una y cinco), coge el rey de bastos sin importarle saber que va a perder "las cuarenta", alza su mano al cielo para descender súbitamente golpeando la sufrida mesa, y con voz cazallosa y resuelta en imponente clímax atruena una única palabra que enmudece el local... "¡AARRRRASTROOO!". En ese momento, si no eres un castellano arraigado en esa milenaria meseta, corres el peligro de morir fulminado.
Siento destruir mitos, pero esto es ser DURO (con mayúsculas y sin comillas) y no lo de Mario Cobretti, amigos.
PD. El Tío Gurriato ganó esa mano llevándose los dos juegos (y las 10 de monte, por supuesto).
Al Tío Gurriato no le hacen falta frases tan largas como "El crimen es su enfermedad y yo soy su cura" para demostrar su poderío físico y dialéctico, le vale con su frase definitiva que suele pronunciar en su partida de tute en la taberna. Allí vemos al Tío Gurriato en su medio ideal. A su vera, su copita de "sol y sombra" (el Jack Daniels y el JB son mariconadas). Una vez repartidas las cartas pinta en bastos, el Tío Gurriato tiene el rey y el caballo de bastos (os recuerdo: cuando juguéis al tute contra estos superhombres da igual que lleves "las cuarenta" de inicio, siempre te las quitan), se acomoda sus partes nobles (que ahora marcan la una y cinco), coge el rey de bastos sin importarle saber que va a perder "las cuarenta", alza su mano al cielo para descender súbitamente golpeando la sufrida mesa, y con voz cazallosa y resuelta en imponente clímax atruena una única palabra que enmudece el local... "¡AARRRRASTROOO!". En ese momento, si no eres un castellano arraigado en esa milenaria meseta, corres el peligro de morir fulminado.
Siento destruir mitos, pero esto es ser DURO (con mayúsculas y sin comillas) y no lo de Mario Cobretti, amigos.
PD. El Tío Gurriato ganó esa mano llevándose los dos juegos (y las 10 de monte, por supuesto).