Modestísima película de suspense arqueológico. Emparentada temáticamente con las insufribles "El código Da Vinci" y "Ángeles y demonios", tiene el buen tino de alejarse de las bochornosas pretensiones de que aquéllas hacían impúdica gala. Así, "El cuerpo" basa buena parte de su- ciertamente escaso- mérito en la humildad de sus premisas, por no decir que es su recato lo único reseñable de una cinta definitivamente prescindible.
Un planteamiento moderadamente interesante- el descubrimiento de unos huesos que podrían ser los de Jesucristo- tarda poco en desinflarse, ofuscado por la conspiración judeocatólica de turno. No cabe duda de que para la concesión final al cine de acción no se habían presupuestado los medios suficientes; así que resulta de un casposo entre anacrónico y kitsch. Casi cañí. Un desenlace, en cualquier caso, muy bizarro. Y además ni siquiera venía a cuento.
Antonio Banderas no cuela ni como jesuita zen ni como ex topo del FMLN. Lo cierto es que no cuela ni anunciando chicles "Orbit". Porque, aceptémoslo, "nuestro actor más internacional" es un pésimo intérprete. Sin paños calientes.
Olivia Williams nos gusta; sobretodo en sus treinta y pocos- como es el caso-, así que duele verla en producciones de tan escaso vuelo. En cuanto a Derek Jacobi, su mutis por el foro sin motor habla por sí solo del entusiasmo que le inspira este... cuerpo. Y es que "El Cuerpo"- me perdonarán el previsible juego de palabras- es el de Raquel Welch. Y de alguna más.