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Feisal rating:
6
5.4
75,959
Adventure. Action. Sci-Fi
Year 1957. During the Cold War, Soviet agents watch Professor Henry Jones when a young man brings him a coded message from an aged, demented colleague, Henry Oxley. Led by the brilliant Irina Spalko, the Soviets tail Jones and the young man, Mutt, to Peru. With Oxley's code, they find a legendary skull made of a single piece of quartz. If Jones can deliver the skull to its rightful place, all may be well; but if Irina takes it to its ... [+]
Language of the review:
- es
November 15, 2011
4 of 4 users found this review helpful
Indiana Jones le decía a una joven Marion en su aventura del arca perdida "no son los años, son los kilómetros". Pero como a todos, los años terminan por pasar. A Indy, a Spielberg y a Lucas. Y me temo que sobre todo, a éste último. Lo cierto es que la idea de traer de vuelta al héroe del sombrero y el látigo, al profe de arqueología con mucho tiempo libre, era demasiado tentadora, y Lucas, ahora en la sombra tras culminar su segunda trilogía galáctica, se moría de ganas por volver al escenario. Spielberg le fue dando largas año tras año, ocupado con sus proyectos con Tom Cruise y Tom Hanks, y también porque ningún guión conseguía reunir el encanto y la jovialidad de la trilogía mítica indianajonesca. Pero Lucas insistía hasta que, quizá para quitarse la cosa de encima, Spielberg terminó por aceptar.
Y lo que aceptó fue un guión de David Koepp que, estoy casi seguro, no le debió de convencer demasiado. El guión y, en fin, la película misma, sigue a rajatabla el esquema de las Indy-películas: prólogo, visita al Marshall College, detonante de la aventura y despegue del avión. La película cuenta con muchas de las simpáticas fantasmadas de las otras, solo que esta vez se les ha ido un poco la mano. Sí, me refiero a la nevera voladora, a la explosión nuclear y a unos rusos un poco de opereta. El caso es que tras un prólogo atómico, la historia da un giro interesante, presentando a Indiana como un profesor seguido por el FBI, cansado, algo desamparado tras la desaparición de dos amigos y apoyos como eran su propio padre y Marcus Brody. Alguien que escoge el exilio y cambiar de vida. Un leve tono crepuscular, solo apuntado, que podría haber enriquecido al personaje, interpretado muy bien por un ajustado Harrison Ford.
Pero entonces llega Marlon Brando. Perdón, Shia LaBeouf, y se cae un poco el invento crepuscular. El macguffin de turno no engancha tanto como el arca, las piedras Sankara o el Grial, y es por ahí por donde el guión de Koepp empieza a hacer aguas. Se cambia el tono crepuscular por una comedia trufada de toques sobrenaturales livianos. Por que lamentablemente no. No terminan por convencer ni la mala Cate Blanchett, ni los ggggusos ni las dichosas calaveras de cristal que le vuelven tonto a uno (que le pregunten al pobre John Hurt) ni casi la vertiginosa persecución por la selva. Toda aventura de Indiana tiene su persecución memorable (y la más memorable entre las memorables fue la del desierto egipcio con el camión transportando el arca), pero aquí Koepp se empeña en introducir toques cómicos que rebajan el ritmo, la emoción y el peligro. Luchas de esgrima, tarzanianos desplazamientos por lianas, caídas a lo parque de atracciones por cataratas... Todo rebaja el tono serio y trepidante a un tono directamente adolescente y casi infantil. Por otra parte, como si de un abuelo con problemas de próstata se tratara, Indy acaba siendo acompañado al final en su aventura por ¡4 personas!, diluyendo al protagonista y sus decisiones.
Y lo que aceptó fue un guión de David Koepp que, estoy casi seguro, no le debió de convencer demasiado. El guión y, en fin, la película misma, sigue a rajatabla el esquema de las Indy-películas: prólogo, visita al Marshall College, detonante de la aventura y despegue del avión. La película cuenta con muchas de las simpáticas fantasmadas de las otras, solo que esta vez se les ha ido un poco la mano. Sí, me refiero a la nevera voladora, a la explosión nuclear y a unos rusos un poco de opereta. El caso es que tras un prólogo atómico, la historia da un giro interesante, presentando a Indiana como un profesor seguido por el FBI, cansado, algo desamparado tras la desaparición de dos amigos y apoyos como eran su propio padre y Marcus Brody. Alguien que escoge el exilio y cambiar de vida. Un leve tono crepuscular, solo apuntado, que podría haber enriquecido al personaje, interpretado muy bien por un ajustado Harrison Ford.
Pero entonces llega Marlon Brando. Perdón, Shia LaBeouf, y se cae un poco el invento crepuscular. El macguffin de turno no engancha tanto como el arca, las piedras Sankara o el Grial, y es por ahí por donde el guión de Koepp empieza a hacer aguas. Se cambia el tono crepuscular por una comedia trufada de toques sobrenaturales livianos. Por que lamentablemente no. No terminan por convencer ni la mala Cate Blanchett, ni los ggggusos ni las dichosas calaveras de cristal que le vuelven tonto a uno (que le pregunten al pobre John Hurt) ni casi la vertiginosa persecución por la selva. Toda aventura de Indiana tiene su persecución memorable (y la más memorable entre las memorables fue la del desierto egipcio con el camión transportando el arca), pero aquí Koepp se empeña en introducir toques cómicos que rebajan el ritmo, la emoción y el peligro. Luchas de esgrima, tarzanianos desplazamientos por lianas, caídas a lo parque de atracciones por cataratas... Todo rebaja el tono serio y trepidante a un tono directamente adolescente y casi infantil. Por otra parte, como si de un abuelo con problemas de próstata se tratara, Indy acaba siendo acompañado al final en su aventura por ¡4 personas!, diluyendo al protagonista y sus decisiones.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
Pero creo que hay dos fallos principales: por un lado la domesticación del héroe. No se puede convertir al independiente, improvisador nato y solitario Indiana en el protagonista de una sitcom familiar. O lo que es lo mismo, no había prisa en buscarle una esposa y un hijo al héroe. Indiana Jones siempre ha estado cerca, en cuanto a pulsiones y convicciones, de los propios héroes del western. Su propia silueta, con sombrero, cartuchera, camisa y látigo, es bastante clarividente, y también su propia forma de ser, despreocupada, cínica, pragmática, solitaria, siempre con un pie en aviones, lanchas o donde hiciera falta para ir en busca de reliquias ocultas. No se le puede meter en duelos cómicos de escasa gracia con su antigua novia, encontrándole un hijo motero, esgrimista (sic) y peine en ristre. Y no se le puede casar así como así al final de la película, comprometiendo el regreso en una futura película (¿alguien se imagina a Indiana despidiéndose de su mujer en la puerta de su casa para ir en busca de la Atlántida?). Mal Lucas y Koepp, por pergeñarlo, y mal Spielberg por aceptarlo (aunque imagino que el Rey Midas llegó a un punto que rodaría casi cualquier guión para que Lucas dejase de darle el coñazo).
El otro error es invitar a extraterrestres a esta cena familiar. Vale que se homenajeaba al cine de los años 50 de ciencia-ficción con platillos volantes, pero Indiana siempre ha sido más de reliquias religiosas, con dioses de por medio, más que de artefactos de otro mundo. O, si nos ponemos trascendentes, de otras dimensiones o espacios que se encuentran entre los espacios (¿?). Es decir, que el macguffin sean calaveras de cristal con poderes psíquicos (que no se explican bien) pertenecientes a extraterrestres en una ciudad perdida en el Amazonas... pues no convence del todo. Como no convencen ciertos personajes aparatosos, como la mala gggusa, el amigo sospechoso que ahora es amigo, ahora es enemigo, ahora es amigo, ahora es enemigo que interpreta el fenómeno de Ray Winstone o una Marion Ravenwood sin el encanto y la fuerza que tenía en la aventura del arca, reconvertida en una cincuentona simpática, algo chillona y algo chalada.
Con todo, yo sigo manteniendo mi teoría de que es imposible aburrirse con una película que dirija Steven Spielberg. Tiene demasiada maestría y sentido del ritmo dirigiendo como para firmar algo aburrido y soso, como el ochenta por ciento del supuesto cine de aventuras de hoy en día, hinchado a base de efectos especiales. Y aquí vuelve a suceder, el verdadero héroe de la película es Spielberg, consiguiendo dar coherencia a un cúmulo de errores de guión y personajes pasados, haciéndonoslo pasar una vez más como niños, y luchando contra dos malvados extraterrestres venidos de los espacios que se abren entre los espacios, de nombre Lucas y Koepp, que amenazaban con domesticarle también a él.
Dedicado a Isabel Ravenwood, pariente de Marion (Indiana 5 estará a la altura de la trilogía, ya lo verás).
El otro error es invitar a extraterrestres a esta cena familiar. Vale que se homenajeaba al cine de los años 50 de ciencia-ficción con platillos volantes, pero Indiana siempre ha sido más de reliquias religiosas, con dioses de por medio, más que de artefactos de otro mundo. O, si nos ponemos trascendentes, de otras dimensiones o espacios que se encuentran entre los espacios (¿?). Es decir, que el macguffin sean calaveras de cristal con poderes psíquicos (que no se explican bien) pertenecientes a extraterrestres en una ciudad perdida en el Amazonas... pues no convence del todo. Como no convencen ciertos personajes aparatosos, como la mala gggusa, el amigo sospechoso que ahora es amigo, ahora es enemigo, ahora es amigo, ahora es enemigo que interpreta el fenómeno de Ray Winstone o una Marion Ravenwood sin el encanto y la fuerza que tenía en la aventura del arca, reconvertida en una cincuentona simpática, algo chillona y algo chalada.
Con todo, yo sigo manteniendo mi teoría de que es imposible aburrirse con una película que dirija Steven Spielberg. Tiene demasiada maestría y sentido del ritmo dirigiendo como para firmar algo aburrido y soso, como el ochenta por ciento del supuesto cine de aventuras de hoy en día, hinchado a base de efectos especiales. Y aquí vuelve a suceder, el verdadero héroe de la película es Spielberg, consiguiendo dar coherencia a un cúmulo de errores de guión y personajes pasados, haciéndonoslo pasar una vez más como niños, y luchando contra dos malvados extraterrestres venidos de los espacios que se abren entre los espacios, de nombre Lucas y Koepp, que amenazaban con domesticarle también a él.
Dedicado a Isabel Ravenwood, pariente de Marion (Indiana 5 estará a la altura de la trilogía, ya lo verás).