Esta película es una de esas raras maravillas que no esperas que te pueda seguir gustando tanto a pesar de haberla visto en inumerables ocasiones.

Un guión redondo en el que no sobra una coma, ni le falta una sola palabra. La puesta en escena es maravillosa, sobre todo a la hora de combinar la realidad con los oníricos pensamientos de Roxie (rene Zellweger), lo hacen suavemente sin cambios bruscos, el decorado forma parte de la película y actúa como un personaje en sí mismo quitándole en ocasiones protagonismo a la banda sonora.

La parte artística merece una mención especial. Ya que no te puedes imaginar otra Roxie Hart que no sea Rene Zellweger ni un Billy Flint con mejor porte que Richard Gere. Incluso Queen Latifah hace un buen papel, muy acorde con su personalidad pero sin extravagancias, como suele ser común, en muchas de las películas de su -gracias a Dios- corta carrera cinematográfica (Aún sigo teniendo pesadillas con la película "Se armó la gorda") Por supuesto la bellísima Catherine Zeta-Jones, actriz criada en las tablas de un teatro, es la parte indispensable de la cinta, ya que con su aplomo a la hora de bailar y cantar transmite la sensación de estar asistiendo a un espectáculo de Broadway

Como es lógico, no podía terminar esta crítica sin hablar de la banda sonora. Protagonista absoluta (con perdón de Zellweger) de toda la cinta. Maravillosa, trepidante, te absorbe y necesitas más, si te gustó Chicago no dudes en comprar la banda sonora, sobre todo por algunos cortes que al final no se incluyeron en la película y que merece la pena escuchar.