Adaptación a cargo de G. Ibáñez de la destacada pieza teatral de C. Arniches celebrada desde su estreno en 1916 como una de las más importantes de nuestra moderna dramaturgia.
Sus brillantes diálogos, su ingenio desbordante y ese profundo sentido dramático que, por momentos, apunta hacia lo cómico con un humor cáustico y mordaz, gozó siempre del favor popular.

Esta versión cinematográfica se halla muy influida por su origen teatral y seguramente los puristas del cine habrían preferido mayor distanciamiento y un juego más original de las cámaras, encuadres más imaginativos o perspectivas menos obvias.
Pero hay que reconocer que una interpretación sobresaliente de los protagonistas, una cadencia magnífica para imprimir el ritmo que la obra exige y una estupenda banda sonora acaban con cualquier reticencia a ese respecto.
Visionado inexcusable.