En trance psicotrópico debían estar los pertrechadores de semejante absurdez. Un quiero y no puedo constante que trata de ir de indie y resulta un video casero cutrón y con menos intriga que abrir una lata de aceitunas.
Los primeros 15 minutos se dedican exclusivamente a las tribulaciones de nuestra prota, camarera buenorra que se maquilla durante un buen rato cada día, le pega a los palomos más de lo que debe y vive en monotonía hasta que ¡Oh!, se le estropea el coche...
La siguiente media hora ya es de dislate... Se pierde el perro. Un chuchazo al que la verdad, tampoco es que le atienda demasiado, pero de golpe, su triste y rutinaria vida gris y no motorizada ya es que es un valle de lágrimas.
Sumamos compañera zorrilla que pasa de ella bastante, ípos que la acosan y uno que le hace fotos nocturnas y ahí arranca un poco la cosa para arriba.
Aún así es un coñazo eterno de 80 minutos... Que parecen 300, la verdad.
Debo ser muy borrico, porque no le veo el punto ni a la de tres.
Cacafuti.
Para ser justos, al final mejora bastante...