En el reino de los raros, Ron y Russell Mael son los reyes. Ambos conforman el singular conjunto de rock norteamericano Sparks; llevan más de medio siglo encima de los escenarios, con más de 25 álbumes y más de 500 canciones. Con estos precedentes, el director de cine Edgar Wright realiza una oda en forma de documental al “grupo favorito de tus grupos favoritos”.

Siguiendo la sintonía y el estilo del dúo, la propuesta de Wright se adapta a lo inusual y rompe con el arco narrativo que acostumbran a tener los documentales tradicionales sobre músicos: el origen, el auge a la cima y la caída. El motivo es simple: Sparks nunca ha gozado de un éxito comercial masivo como Frank Sinatra o The Beatles, pero ha sabido mantenerse a flote sin hundirse. Precisamente, el núcleo principal del film son sus idas y venidas a lo largo de 50 años de carrera y el porqué nunca ha obtenido el reconocimiento mundial que merece.

A las intervenciones protagonistas de Ron y Russell hay que sumarle la participación de algunos de sus fans más conocidos, entre los que se encuentran Beck, Flea, Jane Wieldin y Mike Myers. Al mismo tiempo, excompañeros de la banda también tienen su hueco en el largometraje, expresando las emociones contrapuestas que sintieron al separarse de los Mael.

Si hay algo que sorprende y destaca en The Sparks brothers es el ritmo, no solo narrativo, sino también musical. Es obvio que una producción que recorra de forma exhaustiva la carrera artística de una banda no durará hora y media, sobre todo si se tiene en cuenta la cantidad de detalles y la delicadeza que consigue Wright. Sin embargo, lo extenso se convierte en fugaz al contar con una banda sonora tan exquisita, compuesta por los temas de los propios hermanos —como This town ain’t big enough for the both of us o The number one song in heaven— combinadas con algunos de los éxitos ochenteros y noventeros más reconocidos.

Y qué decir de lo visual. Presenciamos un viaje cronológico de álbum en álbum, en donde las cabezas parlantes de los testimonios en blanco y negro se intercalan con la abundante cantidad de material de archivo y animaciones a color. Se alcanza una creativa yuxtaposición de formatos que agiliza la información presentada y resulta satisfactoria de ver.

Dos horas y veinte minutos de documental pueden parecer una eternidad. No obstante, en esta ocasión, Edgar Wright logra que en ningún momento decaiga el interés, algo difícil de conseguir.

Con The Sparks brothers, los fans del grupo de rock más peculiar de la historia quedarán satisfechos, y los que no los conocían aún jamás se olvidarán de ellos.

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