Dulcinea es una propuesta atípica que hay que ver con la mente abierta, debido a la ambición del proyecto. Por un lado, intenta aproximarse a una gran obra literaria, Don Quijote de la Mancha, pero por otro, combina trazos de comedia, drama y toques de fantasía. Todo ello provoca un cierto desconcierto en el espectador, que puede llegar a plantearse si se encuentra ante una película seria o ante un chiste.

No obstante, superada la turbación inicial, la audiencia empieza a empatizar con Connor –magníficamente interpretado por Steven Tulumello–, un americano obsesionado con el escrito de Cervantes al que la vida no le sonríe en absoluto. El protagonista de esta historia de amor poco convencional no es el típico prototipo de hombre apuesto y refinado, sino que se parece más bien a Sancho Panza; sin embargo, el actor se gana enseguida la simpatía del público.

A medida que avanza la trama, la fotografía va cambiando de localización y la fantasía puede llegar a resultar un tanto exagerada. De todas maneras, y a pesar de la limitación de medios –que puede notarse en algunos detalles–, el director se las arregla para realzar la figura de Don Quijote, exaltar la ciudad de Madrid, y exponer temas como el compromiso, la familia o el valor para enfrentarse a los problemas.

Con referencias evidentes a Atrapado en el tiempo y Midnight in Paris, el relato se enfoca en la relación entre Connor e Isabella, una española que conoce en su visita a Madrid, y que le devuelve las ganas de vivir. Además de la curiosa situación que los rodea, su romance tiene un final desacostumbrado, lo que aporta frescura a este original guion.

Sin seguir muchas normas, Dulcinea es una apuesta arriesgada que, aunque puede sorprender o parecer extravagante, funciona gracias al elenco y arrancará alguna carcajada del público, o por lo menos, una sonrisa.

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