Lo único que pudo salir de mi boca cuando acabé de ver La lista de Schindler fue un suspiro. Pese a que ya había visto otras películas sobre el holocausto nazi, ninguna me había llegado a sobrecoger tanto como ésta. Supongo que sería por la fotografía en blanco y negro. Un elemento muy acertado es la niña vestida de rojo; una nota de esperanza y alivio entre tanta maldad y oscuridad.

He de reconocer que Spielberg nunca me había entusiasmado demasiado pero con esta obra maestra se ha salido. El espectador se envuelve fácilmente en el hilo de la película, sus sentimientos se despiertan y pone los bellos de punta, por no hablar de la probabilidad de que se escape alguna lagrimita.

Sencillamente magnífica.