Desde Galicia, Dani de la Torre realiza una película de hechuras yanquis para el consumo general, con la mayoría de los defectos de ese tipo de cine pero también con todos sus ganchos (salvo lo que el propio marchamo de ser americano supone para la comercialización internacional). Con un siempre solvente Luis Tosar en el papel de padre de familia en apuros, se nos lleva por una incesante intriga de bomba y chantaje (a cada minuto menos creíble, pero ¡qué más da!), con elementos de melodrama familiar y también –no se quieren privar de nada- de supuesta denuncia social, puesto que se apunta a las oscuras y desalmadas finanzas y sus turbios manejos. Además, el final no puede ser más políticamente correcto y apto para todo tipo de públicos y para tranquilizar todo tipo de ánimos. En definitiva (salvo por lo poquísimo imaginativo del título), una demostración de que tenemos medios y talentos profesionales de sobra… para ser tan fariseos, filisteos y yankisteos como en cualquier otro sitio.