Basada en los hechos históricos de el famoso juicio al criminal nazi Franz Murer, un oficial austriaco de las SS apodado "el carnicero de Vilnius" que orquestó la masacre de miles de judíos en el gueto de Viena. Al terminar la guerra intentó pasar desapercibido en un pequeño pueblo austriaco, pero fue reconocido y detenido por los británicos. Fue deportado a la Unión Soviética ya que Vilnius estuvo bajo mandato ruso. Lo declararon culpable de haber asesinado a ciudadanos soviéticos y condenado a 25 años de trabajos forzados. Tras 7 años de condena fue liberado gracias a un tratado, pero fue nuevamente juzgado en un proceso largo con innumerables testigos y en eso se centra el guión del film. 

La película tiene un tono muy teatral ya que se desarrolla completamente durante el juicio ocurrido durante muchos días en Graz en 1963, en el que oímos muchas declaraciones de testigos que llegaron a conocer su sadismo. 

El director Christian Frosch nos muestra bien el drama humano, reflejando las emociones de la población, pero también se ve que el fanatismo y nacionalismo todavía no ha desaparecido aunque la guerra haya terminado hace casi 20 años.

Como documento histórico funciona bien, pero el ritmo irregular y el metraje tan largo hacen que aburrá en muchos momentos del proceso.
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