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FILMoFAN rating:
7
Comedy. Drama. War Bombolini is a fairly worthless drunk in the small Italian town of Santa Vittoria in the closing days of World War II. When word comes that the Fascist government has surrendered, he climbs a water tower to tear down the flag. He can't get down and someone gets the crowd to chant his name to give him confidence. The Fascist town council hears this and believes that he is the town's new leader. They surrender to him and make him the new ... [+]
Language of the review:
  • es
March 25, 2024
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La frase: Bambolini a Von Prum: “hay un millón más de donde vino ésta…..”

La actuación: Cuando Antony Queen está en escena siempre se lleva la actuación, lo mismo si esta arriba del depósito de agua, que si baila en la plaza, que si exagera en sus súplicas para despistar al enemigo (recordemos quien y cómo salvó los muebles en “Los cañones de Navarone”).

La escena: El pueblo callado ante las amenazas del comandante nazi, se palpa la solidaridad y el sacrificio.

El momentazo: El truco de soltar a los fascistas del pueblo engañándolos a ellos y a los alemanes a la vez para no sacrificar a ningún otro poblador.

De nuevo Stanley Kramer nos asombra con esta comedia en la que critica a la guerra mientras exalta todo el cúmulo de valores que surge de la gente sencilla cuando el destino o la necesidad los une, en este caso es el vino, la riqueza del pequeño pueblo. La película dura 2 horas y 20 pero nunca se hace larga por los magníficos escenarios al aire libre, por la espectacular puesta en escena de cientos de personas colaborando, por el guion sencillo pero fluido pero sobre todo por la presencia de grandísimos actores, una Virna Lisi siempre seductora, un Hardy Kruger, el arquetipo del alemán cuadrado pero inteligente, implacable pero dentro de los límites que su civilizado país le imponen aun en la guerra (recordémoslo en el vuelo del Fénix), un Giancarlo Giannini aun joven (ésta fue apenas su tercera película en más de 50 años en la escena) pero ya expresivo y apasionado, cuántas películas le veríamos años después ya maduro, películas italianas (“El Inocente” de Visconti) pero también extranjeras (“Un paseo por las nubes” de Alfonso Arau), o en la saga de James Bond (“Casino Royal” o “Quantum of solace”), pero sobre todos ellos una Anna Magnani magnífica y un Anthony Quinn como siempre monumental que cuando actúa en Italia es italiano a rabiar (recordemos como ejemplo solo una más de sus obras maestras en Italia: “La Strada”), su personaje en Santa Victoria es intenso, humano, fuerte, dramático, divertido, un personaje borrachin y muy sencillo pero que arrastra a un pueblo tras él a base de una sola cosa: personalidad.
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