Si echas mano de la acción del 80, películas en las que el único atractivo sea un deporte de lucha cuerpo a cuerpo encontrarás a patadas. Las productoras pensarían que con cambiar la disciplina se ofrecía algo distinto con cada entrega. Y la gente tragaba. Pero lo cierto es que todo viene a ser el mismo refrito rancio; matan a tu hermano ó a tu novia y te vengas en el cuadrilátero, ya sea (según la peli) con el taekwondo, judo, karate ó kickboxer. Que también es mala suerte que liquides a un tío y resulte que su hermano sea el número uno dando manporrazos, pero bueno...

La cosa es que no se sabe muy bien si primero tuvieron peli y luego buscaron al actor, o por el contrario contaban primero con el chulapo y más tarde se estrujaron la cabeza para ver qué provecho se le podría sacar. Viene a ser algo parecido a la pregunta del millón; ¿Qué fue antes, la gallina o el huevo?.
Por la existencia de este cine hay individuos que sacaron tajada cubriéndose de oro gracias a su formación marcial. La pasta que se ha embolsado el Van Damme haciéndose pasar por actor no tiene nombre. Y el remate; contratos millonarios por enseñar el culo en las películas... que digo yo... si estas cintas eran para tíos, ¿por qué se invertía tanto en el culo de otro tío?.

Lo único que diferenciaba a Kickboxer de los videojuegos de los viejos ZX-Spectrum, Amstrad CPC y de los Commodore 64, es que en la peli había más de 16 colores. No busques más diferencias porque no las hay. Al igual que en los programas de computadora, el Van Damme se pasaba practicamente la hora y pico de cinta pegándose con un tío en plan 2D; de perfil y con escenarios a lo oriental.

Todo se resume en una gansada caduca que sólo sirve para recordarte que tú no sabes pegar y que tu culo tiene bollos.