Contrapuntos fotográficos: en la historia de Don Vito, el color ilumina de forma más cálida; en la historia de Michael casi siempre Coppola tiende a los claro oscuros. Los momentos más dramáticos de Michael, sólo son mostrados por la música, la actuación de Pacino y la mirada de Coppola; todo la parte de Deniro, es física y hablada, se supone que deberíamos conocer más a Don Vito, pero todo el film habla de Michael. En ese aspecto, la historia precuela no tiene importancia por sí misma: la forma de medrar en Little Italy de Vito, es anécdota por la propuesta argumental, insustancialmente común, genérica; no hay ningún conflicto entre el pobre inmigrante y sus objetivos; "todo bene". Michael se nos muestra antipático, casi bellaco, ejecutor que no dispara. Pero es el más shakesperiano, el más idealista en su concepción de lucha contra el destino, quizás esa lucha alimentada por la propia percepción de su "tragedia"(*). En la primera parte, Michael hace el camino catártico del héroe, en esta segunda parte se nos muestra su siempre prosaica continuación.


Menos mal que Santino no fue el nuevo Padrino, menos mal que fue el joven idealista (magnífico recuerdo de los Corleone en la cocina comiendo) al que vemos envejecer. Esta maravillosa "El padrino" 2, no sólo trata de la renuncia a los sueños, de la soledad. Trata de los reyes que viven arriba, encima del pueblo (los de "ni quito ni pongo rey, pero obedezco a mi señor"), los que cuando muere Don Fanucci, regalarán a Don Vito frutas y pasteles, sin acordarse apenas del sucesor. Parece que Michael sabe de antemano el poco calado de su familia en la memoria y la historia, sabe que sin ellos en el poder, todo el imperio será olvidado....

(*)A Don Vito todos le quieren, se reunen con él sentados en las escaleras de su casa; Don Vito roba y mata para mantener la familia. Michael intenta mantener el "legado"; algo infinitamente más difícil.