Yendo a los papeles, importa poco lo psicópata y manipuladora que pudiera ser la prota. Importa poco lo chulo y bien parecido que pudiera ser el profesor. Lo cierto es que la peli se ha armado siguiendo las fórmulas establecidas del thriller televisivo. El problema es que para que algo marche hace falta un poco más que hacer bien los deberes. Falsa inocencia carece de eso último.

Dentro de un universo de egocéntricos y mitómanos, de guiones y diálogos propios de un producto lanzado al consumo adolescente, Falsa inocencia presenta un "estuche" tan plano que por momentos da risa. Sin querer queriendo, y sin estar siempre desde la mirada subjetiva de la protagonista, la peli cae en su propia puerilidad. Imposible que esa chiquita de miedo luego de ver sus enternecedoras fantasías. Por más obsesivas y rastreras que pudieran ser carecen del peso que sí podría tener una actríz con más consistencia actoral. Con esto no quiero desmerecer a Megan, el problema es la dirección detrás de la cocina y lo inocente detrás del aparente erotismo, pero realmente los actores dejan que desear. No actuan mal, pero son decididamente insípidos.

Ni una pizca de chispa o singularidades, Falsa inocencia no tiene sabor, ni deja recuerdo.