Ade no recarga las tintas, no nos hunde en el melodrama, no se florea con planos extraños ni deviene en fruslerías conceptuales. Si algo en Alle...es indiscutible, esto es: su autenticidad como propuesta. Autenticidad que se traslada a los actores, a una pareja que se disfruta en pantalla.

¡Y es que realmente es lindo verlos! Porque ese título, Todos los demás, no es caprichoso. Ellos poseían sus propios problemas de pareja, desacuerdos, inseguridades, pero las virtudes eran las suficientes como para verlos juntos, una y otra vez. Pero el afuera existe y en este caso, lamentablemente. Porque los demás llegan y la falta de convenciones de pronto parece un defecto; de pronto uno es débil, la otra es fuerte, uno es poco varonil, la otra es una loca desatada. Schnapy, esa suerte de masa de arcilla es el símbolo de como ellos manejan la relación, como la subliman y la transforman, casi, en una obra de arte intimista. Son graciosos, espontáneos, especiales, por eso están juntos.
¿Quién necesita a Hans, o a su novia hablando sobre sueños estúpidos? ¿Que el macho, que la decisión la debe tener el hombre? Con perdón del término: que se vayan a la mierda. Me gusta la pareja desde lo que es y Todos los demás...están de sobra en esta relación.