Me tengo que confesar: soy uno de esos fans de Jurassic Park, uno de esos que desde pequeño siempre ha soñado con llegar a ser paleontólogo (y de hecho lo intenté durante la carrera). Pero a pesar de tal fascinación por el universo creado por Michael Crichton y plasmado por Steven Spielberg, la tercera película me dejó bastante que desear. Con ese regusto, y las expectativas que se me despertaron tras ves el primer tráiler de esta Jurassic World, la cosa me pintaba igual que la última vez. ¿Qué es eso de abrir otro parque, cuando se vio que el primero no funcionó (las atracciones se comían a los visitantes)? ¿Un dinosaurio inventado híbrido?, ¡pero si el registro fósil ya presenta suficientes ejemplares interesantes y molones!, ¡no hace falta inventarse esa “herejía”! Pero, un momento. La primera película tampoco es que fuera realista. ¿Rellenar ADN de dinosaurio con ADN de rana? Pues sí, ¿por qué no? Al fin y al cabo Jurassic Park es una película de ciencia ficción.

La intención de Jurassic Park siempre fue la de abrir al público el parque temático de dinosaurios que pretendía ser. Lo que importa son los ingresos, y, como decía John Hammond, “sin reparar en gastos”.
En esta cuarta entrega nos encontramos con el sueño de Hammond hecho realidad: el parque está operativo. Pero, al parecer, tras los años, como cualquier otro parque temático, pierde ese factor novedad y se tienen que reinventar para poder seguir atrayendo a la clientela. Esa “nueva atracción” es ese dinosaurio híbrido del que hablaba antes, y que lo cierto es que se ajusta con esa visión mercantilista del parque y con esas técnicas de manipulación genética basadas en la ciencia ficción. Es decir, pese a mi reticencia inicial, en realidad todo encajaba mejor de lo que pensaba. Y volviendo a hablar del híbrido, el Indominus rex, este no solo es uno de los principales reclamos para el público del parque, sino también para el espectador. Pero como digo es uno de ellos, ya que otro que juega un papel importante, a mi juicio, es todo el factor nostalgia que desprende esta película. Nostalgia a la primera película, se entiende. Hay muchas referencias a la entrega original, algunas más sutiles que otras, que hasta cierto punto a veces dudas si estás viendo una nueva historia o un remake actualizado. Siempre siendo respetuosa con la saga.

La película es muy entretenida, a mí no me aburrió en ningún momento. El guion es todo lo predecible que se puede pensar, con alguna que otra sorpresa, pero correcto y desempeña su cometido sin problemas. De los actores destaco al protagonista, Chris Pratt, que aunque habitualmente no me convence en esta me parece su papel más acertado. El resto de actores cumplen con su papel, algunos resultan, quizá, fuera de tono, pero en conjunto le dan una personalidad única a la película (es, de las cuatro, la que más momentos de humor tiene. En mi opinión, acertados). Los otros actores, los dinosaurios, evidentemente también cumplen con creces, destacando el Indominus rex y los raptores. Quizá no haya escenas tan memorables como en las anteriores películas, pero sí que están muy bien rodadas y resultan efectistas. La banda sonora respeta a la original, y el tema principal de la película me ha gustado bastante. Lo que no me ha gustado, en el "spoiler".

Resumiendo, una interesante y entretenida secuela de Jurassic Park que aporta elementos novedosos respetando la original (y por ende, al resto). Los defectos que tiene se ven eclipsados por sus virtudes y por todo el espectáculo que resulta el, por fin abierto, parque temático de los dinosaurios.

NOTA: 7,5