Si aquí hablamos de “valentía” solo podríamos apostar al rol que cumple este psicoanalista al verse involucrado (y porque no obligado) a hacer las veces de policía dadas las situaciones que plantea el film. Si hay chispa, espontaneidad, humor e ironía es gracias al aporte de este personaje, muy bien interpretado por Diego Perletti, resultado de un correcto papel pensado acorde a su talento.
En cambio, el desarrollo del personaje interpretado por Luis Luque, si bien es adecuado en un comienzo, rápidamente resulta chato, artificial e incluso torpe. El mismo argumento y guión no permiten un intercambio recíproco de roles entre los dos personajes, ya que sólo asistimos a una demostración de valentía por parte de este psiconalista que se ve arrancado de su rutinaria vida e involucrado en un rol que jamás se imaginó sumergido en las situaciones mas impredecibles.
En cambio, el amargado policía solo hace aquello que sabe hacer: mostrar temple de “duro” e inquebrantable mientras que la valentía y el riesgo para jugarse a un rol diferente quedan en el tintero.
Este punto, junto a la flojísima banda sonora y a ciertas escenas de acción mal resueltas, hubieran resultado más que interesante para evitar que este film caiga rápidamente en el olvido.
La película demuestra que si bien hay cierta calidad, talento e inteligencia, el resultado final no deja de ser lo que es: un film pasatista que cumple su función de entretener un rato sin muchas pretensiones. y nada más.
Una pena, porque la trama es verosímil, y hay muchos cabos sueltos que correctamente trabajados hubieran logrado que este fim tenga algo que decir mas allá de los chispeantes diálogos y algunas escenas bien logradas y por demás cómicas.
Pero más allá de sus falencias, y si bien la temática de la típica “pareja despareja” no es ninguna novedad, resulta al menos ser un producto mas arriesgado e ingenioso y no el resultado de ciertas imitaciones baratas y arquetípicas realizadas en base a ciertos modelos yanquis comerciales. ¿Alguien dijo Adrian Suar con “Comodines”?